Ha ganado años atrás dos criticones adultos y otros tantos infantiles en Santa Cruz y este año uno Las Palmas. ¿Se valora su trabajo más allá?

No, lo que está claro es que el premio Criticón aquí lo tienen copado Bambones; en la última década es la murga que más ha ganado este galardón y el concurso ha sido involucionando hacia la letra; se está perdiendo el contenido en letra y se va más hacia el contenido social que a los políticos, creo que por una influencia del mandato pasado. Entonces se fomentaron jurados poco periodísticos, que no conocían la fisionomía de las murgas y se comenzaron a hacer temas más ligeros que no metieran tanto el dedo en la llaga y que lo entendiera todo el mundo.

¿Qué quiere el público ahora: pasárselo bien o ir al concurso a escuchar una buena crítica?

Yo creo que las dos cosas. Hay que intentar hacer pasarlo bien con un mensaje, sin pender la ironía ni el sarcasmo de antaño que heredamos de la Ni Fú-Ni Fá. Eso se está perdiendo. Muchas veces nos vamos, yo incluido, a la crítica directa y perdemos lo que es el doble sentido y la ironía; hay que buscar más el ingenio de las letras.

¿Cuál es su mayor satisfacción: haber pasado a La Traviata

Lo teníamos difícil porque habíamos perdido componentes y teníamos un cambio de director musical. El objetivo era estar en la final y hacer un buen papel.

¿Satisfecho con el cambio en la dirección musical?

Sí, Adrián Montes de Oca hizo un buen trabajo. Un pibe serio, involucrado, que hasta el concurso estuvo con nosotros y no falló a ningún ensayo.

¿Estaba a la misma altura que Jose González El Flaco

Está claro que Jose El Flaco es una persona que tiene una larga trayectoria en el Carnaval; estamos hablando de tres músicos diferentes. Adrián es un pibe joven con proyección que irá a más.

¿El futuro pasa por Zeta-Zetas o por Mamelucos

El futuro de las murgas es incierto. Estamos en un punto que hace falta una vuelta de tuerca y buscar algo nuevo, que sorprenda.

¿Le ha sorprendido algo en este concurso?

Acabo el Carnaval saturado y estoy aún pendiente de estudiar las actuaciones más tranquilo.

¿Se plantea un nuevo Carnaval

En principio la idea es frenar y tomar un año de formación personal y dedicarlo a estudiar. Voy a dejar La Traviata, no sé si haré un tema fuera porque nunca se sabe, porque siempre está el gusanillo. Pero no puedo mantener ese nivel de compromiso, de sentir la murga como mía, de estar pendiente de cada detalle de la parodia... El papel mío en La Traviata no es solo hacer las letras; mi papel en La Traviata es como el de Javi Lemus en Zeta-Zetas; estoy en todo y no soy simplemente letrista. No me puedo involucrar como lo hacía en La Traviata, que ha sido mi murga y ha tenido mi sello, y por eso no voy a estar con ellos.

¿Tendrá otras colaboraciones?

No cierro puertas a nada y menos ahora. Podría hacer un tema a La Traviata, pero luego estaría encima de cómo se monta y no puedo tener tanta implicación.

¿Le ha gustado este Carnaval?

Como carnavalero ha sido una edición un poco extraño porque las condiciones climatológicas tampoco han ayudado; fue un cambio en la dirección de la gala también... En unas cosas acertadas y en otras arriesgaron demasiado y tal vez se equivocaron.

¿Se ve en otro proyecto murguero?

Hoy en día no; nunca se sabe.

¿Qué hay que mejorar de la edición que ha acabado?

Se podrían revisar las bases del concurso de murgas y ser un poquito más transigente y no tener que estar buscando la trampa siempre.

Pero quien busca la trampa son los propios murgueros...

Claro. Después de lo que pasó con Saida Prieto hubo un montón de restricciones y se comenzó a buscar la trampa, yo de los primeros junto a Airám (Bazzocchi), que empezamos a meter la parodia dentro de la murga y a hacer locuras; era de los que metía un montón de rollos en el escenario.

¿Hacia dónde va la murga?

La gran totalidad de la murga va a primar más el espectáculo y repertorios más social; la murga se está pareciendo más a la comparsa de Cádiz y se está perdiendo la esencia de meternos con problemas locales y del día a día, y eso le interesa a los políticos.

¿Habla de una falta de compromiso a la hora de criticar?

Se me achaca que este año La Traviata fue un poco de llorada y yo le digo a esas personas que si hubiera hecho dos temas políticos no paso a final. El concurso está así y yo me estoy adaptando. No es que no quiera escribir así, es que me tengo que adaptar.

Se ha adaptado para lograr un premio, en este caso un pase.

Claro. No es lo mismo tener una murga con 55 componentes que con 90 y tener un nombre; es mucho más fácil en ese segundo caso.

¿Dónde queda La Traviata de El Kiosco?

La Traviata está claro que por acierto o errores propios hemos perdido componentes y puntales. A lo mejor de un año al otro no se nota, pero cuando llevas cinco o seis años, se nota el cambio de director musical, la marcha de gente puntera... Eso se nota.

¿Qué habría que tocar en bases para mejorar las murgas?

Ser más transigentes con los letristas y dejarnos inventar un poco más.

¿Ve bien que se usen instrumentos reales?

Era un vacío que había en las bases y que lo supo aprovechar bien Zeta-Zetas. No me parece una locura. Todo lo que sea innovar me gusta. Lo que pasa es que hay que poner un límite también. Hay que dejar claro a los miembros del jurado que la entrada, el pasacalles y la despedida no puntúan, porque yo he hablado con algunos de otros años y no lo dejaron claro. Puedes tener una entrada muy buena, pero eso no se puntúa.