En la calle de La Carrera, después de las once de la mañana y a la altura de Núñez de la Peña, abría el desfile la Sardina de la Inclusión, portada a hombros por cuatro participantes, y detrás un cartel del que sobresalía la palabra down. En una esquina, una madre saluda a Alejandro, que disfruta ajeno a si la cabalgata salía a la hora convenida, había gente y tenía ritmo. Él estaba feliz porque oía gente, había salido el sol, estaba en la calle.

En el desfile de la Sardina de la Inclusión de poco valen las cifras. Llama la atención ver a un profesor, embutido de un cochito loco de cartón, cómo se entrega para animar a los alumnos.

La batucada marca el compás. Y en algún momento, de poco importa la hora, salió el desfile de La Carrera, desde la intersección con Núñez de la Peña.

Desde ahí a la plaza de La Concepción, el trayecto estaba desbordado de usuario y alumnos de decenas de centros llegados de toda la geografía insular. En la percusión, un monitor que desafiaba a la capital religiosa de la Diócesis disfrazado con un clériman mientras se colaba entre los tambores y bombos que, más que tocar, hacían ruido. Pero poco eso importa cuando se ve a los pequeños que miraban desde su silla de ruedas el cielo, disfrazados con un traje de dinosaurios con gomaeva y de pescados otros.

En el recorrido se identificaba a los grupos de participantes por sus pancartas. Al inicio, la sardina del aula enclave de Escuelas Pías, a las que precedía una de las más llamativas, que correspondía al IES San Matías.

La sardina que recorrió ayer La Laguna es inclusiva también por su edad, como reivindicaron los mayores del centro Padre Anchieta, que lucieron su elegante fantasía por las calles de su ciudad, en una de las pocas oportunidades que tienen para disfrutar del Carnaval callejero. De los mayores de Padre Anchieta a los monitores de los servicios municipales de Granadilla de Abona, que ayudaban a unos usuarios que precisaban de silla de ruedas, llegados del Sur.

Luego, baile con el CEIP San Benito. "Lo saben más ustedes que yo", les decía la profesora a los chicos, que de forma intuitiva seguían el ritmo a una coreografía que la maestra había aprendido dentro del diseño curricular. En medio, el concejal Rubens Ascanio, que saludaba con chaqueta, bajo un sol de justicia, a los participantes.

Para sardina llamativa, la que portaron los alumnos del colegio Aguere: una pequeña maqueta dorada que incorporaba cinta métrica. Y detrás unos niños que representaban una pintura salida del marco de un cuadro. En medio, otro grupo en silla de ruedas en esta feria de la solidaridad, protagonismo que recayó en ese momento en Valle Colino. Delante, Marcelino, el murguero que se estrenó el año con La Traviata, y que también volvió a salir esta edición. Luego, la sardina del CEIP La Verdellada, o el llamativo grupo de Naranjos de Luz, con trajes de plásticos rojos y azules; el Hogar San Miguel, de policía, o el mono blanco que sirvió de disfraz para los alumnos del IES Los Naranjeros, que con cuerdas y unas pelotas de tenis hacían una coreografía que llamaba la atención, o Acamán con sus camisas azules en las que parecían nadar unas sardinas.

Detrás de Ansina, Probosco. CAMP La Cuesta... para cerrar el cortejo con un broche de oro con viejas a caballotas y gigantes y una cabezuda del centro ocupacional de Icod. A ritmo de una macrobatucada gracias al Proyecto Dibatuca que lleva la asociación Mayántigo, bajo la coordinación del profesor Katur, a diferentes centros de la Isla, mientras Alberto Cañete, entre otros concejales, hacía balance en Radio Kiosco, del IES La Orotava Manuel González.