Sobre las dos de la tarde de ayer, estuvo aquí Tino El Fatiga. Como siempre, venía con un medio ataque de nervios; por eso lo llamamos El Fatiga, porque se ahoga en un vaso de agua. Primero me dice que solo le pusiera media de garbanzas por miedo a que le sentaran mal, y de vino de Ravelo, apenas media cuarta, que está tomando pastillas. Su cara era un poema. Mientras comía me contó el agobio que sentía .

Me confesó que, desde el viernes, está en un sinvivir: El de este año está siendo un Carnaval muy raro; primero mi murga no sale; luego la Cabalgata Anunciadora, un desastre de dimensiones épicas; desde el sábado se metió una calima apocalíptica que nos asfixió a todos; los actos del sábado noche suspendidos; el Carnaval de Día del domingo cuestionado; guerra en las redes a cuenta de la no suspensión por parte de Fiestas; incendios en Gran Canaria; más incendios en Tenerife; evacuación de vecinos; pocas ganas de Carnaval; en Ritmo y Armonía, los componentes de las comparsas caían como moscas al no poder respirar; aeropuertos cerrados; la gala Drag Queen se aplaza en Las Palmas; aparecen las langostas; primer caso de voronavirus en el sur de Tenerife; se suspenden las actuaciones infantiles del lunes; el concejal de Fiestas es nuevo; poca gente en la calle; la música en los escenarios y quioscos provoca quejas porque está muy baja; pelea multitudinaria en la Avenida Anaga; dos barcos chocan en Los Cristianos; agresión con arma blanca en la Candelaria; probable movimiento sísmico en el mar de El Hierro; núcleo convectivo al suroeste de Canarias con descargas eléctricas; Bolorino estresado; la policía investiga una posible agresión sexual la noche del lunes; los pinchitos muy caros; se confirma un segundo caso de coronavirus en el sur; mis clientes me piden mascarillas; calor asfixiante en el Coso Apoteosis...

Me fue agobiando tanto, que quien acabó desquiciado fui yo. Imagínense como estaba que, a eso de las cuatro, le dije para disimular: Tino, te dejo que voy a encender la tele para ver el Coso Apocalípsis.