Es el desfile más exportable de cuantos se desarrollan durante las fiestas en honor a Don Carnal. Históricamente, además, es el menos loco, el más sobrio o incluso el más aburrido. Como cada acto carnavalero, el recorrido tiene un público fiel que ocupa las sillas a lo largo de la Avenida de Anaga para ver un despliegue de brillo, color, ingenio, creatividad, ritmo. Y muchos turistas, perfectamente reconocibles con su cara de asombro ante lo que tiene delante.

A los segundos ayer les tocó disfrutar de un Coso que a los del primer grupo también les pareció sorprende. Rápido y ágil, prácticamente sin los habituales parones y lejos del desastre apoteósico de la Cabalgata del pasado viernes.

La cita comenzó puntual, con ya la mayoría de las sillas, gradas y huecos de las aceras ocupados, un vehículo de la organización anunciaba el inicio del acto y recordaba las normas de seguridad durante el mismo. Igual a Fiestas se le podría haber ocurrido disfrazar al coche, pero quizá no se le hubiera tomado en serio así que el verdadero Carnaval llegó justo después.

La música retumbó tímidamente en el centro de Santa Cruz de Tenerife gracias a los altavoces de los coches engalanados y las carrozas que han obtenido uno de los tres premios de esta edición de Los Coquetos Años 50. Gracias esos sones el público comenzó a animarse, si bien justo después se produjo el primer parón. Y el único importante, porque la distancia entre la última de las carrozas y la Ni Fú - Ni Fá fue el único hueco realmente largo de todo el trayecto.

Fue el ritmo de bombo y platillo de la Afilarmónica el primero de cuantos se sucedieron durante la tarde de una forma constante, entre batucadas de las comparsas y agrupaciones musicales, resto de murgas, música de los grupos coreográficos y melodías de las rondallas. Así, por ejemplo, cuando aún el pie marcaba el paso con la formación fundada por Enrique González llegaba directo al oído el incesante repicar de la batucada de Cariocas, comparsa que obtuvo el primer premio de interpretación y Ritmo y Armonía.

El grupo de Valleseco dio la excusa perfecta a la Reina del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife para disfrutar de su desfile: Sara Cruz fue bailando sobre su carroza y recibiendo vítores del público a su paso, unos espectadores que alabaron tanto a la joven como la fantasía que lucía. Similar experiencia vivieron las candidatas al cetro y que finalmente formaron parte de la corte de honor.

Las cuatro aspirantes se intercalaron en la conocida como Avenida de Anaga con los diferentes colectivos que obtuvieron premio de interpretación en sus respectivos concursos. Precisamente, también los grupos cosecharon su buena cota de aplausos, aunque por cuestiones diferentes. Así, las más aplaudidas fueron las comparsas, cuyo ritmo contagiaba a chicharreros y turistas, mientras que las carcajadas las provocaron los murgueros, que lidiaron con el cansancio tras una noche de fiesta interactuando con el público.

Eso sí, si hay expertos en interpretar a la perfección su papel de mascaritas son tanto los populares personajes del Carnaval como los diferentes grupos de disfraces y espontáneos que participaron en el Coso. Jack Sparrow se peleaba con su pistola mientras la Lecherita cargaba con sus recipientes. Harpo y sus bromas no faltaron en el desfile, en el que no paró de hacer sonar su bocina o golpear con su mazo de gomaespuma a todo aquel que trincara despistado.

El ingenio lo pusieron no obstante los colectivos noveleros. Entre los que participaron en el concurso de disfraces y que lucieron ante los carnavaleros las fantasías divertidas o elaboradas que ya mostraran sobre las tablas del Recinto Ferial y los que sorprendieron con divertidas ocurrencias, la locura que caracteriza a la fiesta chicharrera también se dejó caer por la capital este martes de Carnaval.

Mención aparte merece el colectivo de Stormtrooper, que cada año no solo mejoran en cuanto a lo cuidado de sus disfraces sino que cada vez son más numerosos, formando ya un gran grupo de Carnaval y que no falla tampoco a su cita con el desfile.

Y si se trata de sensaciones distintas según el grupo, evidentemente los más pequeños despertaron la mayor de las ternuras, tanto las murgas infantiles que recorrieron el asfalto con la mayor de sus simpatías como los grupos coreográficos que desplegaron todo su talento. Lugar especial merecen tanto la reina infantil como sus pequeña gran corte de honor, que como ocurriera con las adultas levantaron una ola de aplausos a su paso.

La sobriedad llegó con las rondallas, cuyas voces siempre son necesarias en el Coso y que ayer revelaron que el colectivo se encuentra en su mejor nivel, al interpretar con excesiva belleza diferentes piezas líricas durante el trayecto. Especialmente aplaudidas las ganadoras, Valkirias, cuya sonrisa no podía ser más inmensa. No obstante, el mejor ejemplo lo dieron los mayores, desde su Reina a los diferente grupos de este colectivo que mostraron tal ánimo durante todo el trayecto que viéndolos no sorprende que la fiesta chicharrera tenga tanta historia. Al cierre, murgas, agrupaciones y comparsas no reconocidas con un premio pero igualmente entregadas al desfile que corrió al ritmo del rock & roll de los 50.