El fuerte viento reinante en el municipio de Frontera obligó a suspender la primera de las dos salidas que realizan los carneros de El Hierro cada Domingo de Carnaval. Entre treinta y cinco y cuarenta jóvenes tenían previsto protagonizar la primera salida por las calles de Tigaday. Miembros del colectivo y del Ayuntamiento de Frontera estaban pendientes de una reunión que se iba a celebrar en la tarde noche de este domingo para dilucidar si los carneros de Tigadar saldrán el Martes de Carnaval solo o se incluye otro día más para recuperar la salida anulada hoy.

Atrás han quedado los prepativos que se han desarrollado los jueves de las dos últimas semanas y que han permitido a este colectivo revisar las zaleas en la Casa del Miedo, donde se visten tradicionalmente.

Fiel a la tradición que se inició cuando incluso las fiestas prohibidas, y gracias al recordado Benito Padrón, Aday Cejas mima cada detalle. Ya desde la festividad de San Simón, se preocupó de la recolección de zaleas para la renovación de las que se guardan en la Casa del Miedo, y que en las últimas semanas también se han ampliado, en colaboración con el personal del matadero insular. El propio Aday ha invitado a don Filo y a Isidoro, que tomaron el testigo a Benito Padrón, a supervisar los preparativos que se desarrollen para que todo esté listo cuando salgan los carneros, con los pastores, a las calles de Tigaday. Antes, en la Casa del Miedo, poco a poco se irán vistiendo los participantes. Lo más complicado, cuenta Aday, es que estén bien amarrados cada uno de los protagonistas, ya que además de la zalea, se tienen que colocar la cabeza y además las polainas y los cascabeles.

Cada dos parejas de carneros recibirá un bote de betún, que dejará el recuerdo imborrable entre el público que se adentrará al recinto que se acota en las calles de Tigaday para disfrutar de una representación que concluye con el ocaso del día.

"Quien entra en el recinto que se acota sabe que entra en el juego de los carneros y es cómplice de esta recreación", advierte Aday, que comenzó de pollanquita, como narra, cuando tenía catorce o quince años; y ya en la actualidad suma 38. Tradicionalmente, en la primera de las dos salidas de Carnaval, los carneros suben hasta la plaza vieja de Tidagay -en dirección de la Cruz Alta- y protagonizan dos estampidas por las calles corriendo hacia abajo y en busca de sus víctimas, a los que acaban betunando; es la huella del beso del carnero con su tiznado.

Aunque la mayoría de participantes ha revisado sus zaleas, Aday cuenta que cuando se incorporen algunos que están estudiando fuera de El Hierro, también velará para que todo esté apunto, ya que por comodidad algunas zaleas se rectifican y se acortan para facilitar su paseo por las calles. Según los cálculos de Aday, una zalea puede pesar unos 30 kilos, a lo que se suma que se sale con la cabeza y hay que salir corriendo en busca de complicidad... esfuerzo que solo hace posible la pasión por esta tradición herreña de Carnaval.