¿Qué fue primero en su caso: la lírica o el folklore?

El folklore; nací ahí. Empecé ahí con 8 años por iniciativa de mi madre, que es una persona culturalmente inquieta y propuso en el barrio donde vivimos -El Pilar, en La Laguna- que se dieran unas clases de folklore para todos los niños; y fue bien acogido.

¿Ella estaba en grupos?

Sus hermanos sí es estaban en grupos; a mi madre siempre le han gustado las parrandas. Genéticamente dicen que yo heredo esta pasión de mi abuela; yo no la conocí pero dicen que cantaba muy bien; simplemente tenía el don de cantar, no estaba en grupos.

¿En qué grupo comienza?

Con 8 años salí en el grupo Larpi, que era el nombre del barrio al revés, que lo formaban unos treinta niños que recibíamos clase de Sito Mesa; soy una niña de Sito Mesa. (Se ríe). A él también le viene de familia, de los hermanos Mesa.

¿Cuándo se plantea dar el salto al Carnaval

(Se ríe). Yo no tenía una gran pasión por el mundo de la lírica y cuando estaba en la facultad formamos un coro que comenzó a dirigir Carmen Cruz y luego vino Carmelo Pérez, que fue durante muchos años director de la Peña del Lunes y que llevaba el coro de la Casa de Venezuela.

¿Sus inicios en rondalla fueron con la Casa de Venezuela?

Si, Carmelo Pérez inscribió el coro de la Casa de Venezuela que salió como rondalla en el año 2000 y 2002, fue mi primer contacto en activo con este certamen. En mi casa tanto mi padre como mi madre son seguidores de rondallas. En 2002 logré un premio por primera vez: un segundo de solista, con la Casa de Venezuela. En 2008 salí con El Cabo, y mi premio fue mi marido, porque fue cuando nos conocidos (se ríe) y luego desde 2014, con Valkirias. Ha sido mi recorrido rondallero.

¿Por qué se plantea fundar Valkirias?

Surgió fundar Valkirias porque las mujeres faltábamos en todo esto. Tengo un alma reivindicativa feminista. La idea de crear la rondalla Valkirias surgió cuando estaba viendo un ensayo general de El Cabo en el Círculo de Amistad antes del concurso. Aunque ya lo sabía, me hizo reflexionar volver a ver su coro masculino, y me surgió una pregunta: ¿Por qué no existe una rondalla femenina?. Y luego otra: ¿Y no qué no la promuevo yo? (Se ríe). Al día siguiente llamé a Elena González, que celebró la idea, y le pedí que hiciera partícipe a su hermana, Candelaria, porque, como le dije, para este barco hace falta tener una capitana. Y empezamos a juntar gente, y así surgió todo.

Al principio 100% mujeres...

Así fue el primer año, lo que pasa es que es complicado mantener en la parte de orquesta solo mujeres. Hay que canten, pero es más complicado para los instrumentos; también las hay, pero están muchas comprometidas.

¿Qué ha venido a aportar Valkirias al Carnaval

La voz de las mujeres; cuando comenté que queríamos sacar una rondalla de mujeres muchos amigos me dieron por loca; cuestionaron la calidad de un coro femenino y me ponían el ejemplo las murgas femeninas... Tenía claro que hay obras escritas para coro de mujeres y que muchas veces se habla desde la ignorancia. Incluso algunas mujeres me llegaron a advertir de que para llevar a buen puerto una rondalla femenina hacía falta contar con unas buenas mezzo, porque si contábamos con esos perfiles no llegaríamos a nada. Hoy me gustaría enseñarle el premio del domingo a esa persona... Hay que ser loca y visionaria y creer en eso. Vinimos a reivindicar que las mujeres somos capaces de hacer proyectos juntas y sonar bien, que es algo que nos han cuestionado siempre, cuando dicen que si sonamos a gallinas por un sonido estridente. Un coro de mujeres es maravilloso, y en la ópera y la zarzuela hay muchas obras escritas para mujeres que son fantásticas.

¿Qué sabor de boca le deja este concurso de rondallas?

Un sabor dulce.

¿Qué le alegra más: el primer premio para Valkirias o su tercero como solista?

El primer premio de Interpretación, de verdad. (Se ríe). Me pasó algo curioso. Cuando algo me emociona no suelo controlarme mucho y lo expreso, pero recuerdo que cuando dieron el premio me abracé al concejal de Fiestas y le dije: Hemos ganado las mujeres. Fue lo único que le pude decir; el me miraba y me decía que sí, que éramos el primer premio. Me quedo con ese sabor dulce de que podemos decir: hemos sido capaces. Somos ejemplo de que sí se puede lograr. Que no nos tachen de que por ser mujeres no podíamos; llevo siete años escuchando que jamás ganaríamos un concurso de rondallas; competir con voces de hombres era imposible hasta el domingo, que ya no es así y no se puede decir.

¿Ha pensado que ya tiene el mismo cartón que han logrado El Orfeón o El Cabo?

Ahora que lo plantea así... La verdad. Siempre he sido una gran admiradora del Orfeón, porque es la rondalla que ha ocupado merecidamente el primer premio durante años; ahora en esta nueva era ha sido El Cabo y... la verdad que da vértigo ver que estamos ahí, estamos en ese nivel donde yo decía bravo por ellos porque lo han hecho de 10. Este año nos ha tocado a nosotros.

Fruto del trabajo, ¿no?

Sí, y en un año que ha sido complicado porque hemos estado metidos en otro proyecto del colectivo y nos dedicamos a preparar el Carnaval después de diciembre, pero aquí estamos.

¿El éxito viene por trabajo y constancia durante el año?

Eso lo tengo claro. Un colectivo como este no se puede formar en seis meses. Es importante el trabajo anual; eso lo reivindica Candelaria González y también Toñi (Antonio Hernández)... y es verdad. Pues estar trabajando seis meses y hacer cosas, pero tienes que tener gente en la orquesta muy buena, que lea rápidamente, que tenga agilidad y técnica... y partimos de que somos amateur, y lo mismo pasa en el coro. Empastar un coro tiene mucho trabajo. Además es una cosa emocional: nosotros ensayamos martes y jueves. El martes sale bien y el jueves, no... Afecta la voz, toda nuestra vida emocional va pasando por medio de Valkirias y nos afecta como colectivo y coro... Superar todas esas barreras, estar enfermas, miedos... Hay muchas responsabilidades que asumimos como mujeres en la sociedad y cuando te subes al escenario dices: aquí estoy yo y lo voy a hacer con lo mejor que tengo dentro.

¿Es verdad que lo difícil no es llegar sino mantenerse?

Lo conseguido en el concurso de rondallas del domingo es un paso hacia delante que está bien, pero hay que seguir...

¿Y no ha estado bien otras veces Valkirias y no han logrado premio?

Yo he respetado mucho al jurado, y si ha dicho que no, salvo el año pasado que no estábamos de acuerdo, que todo el mundo le sorprendió el veredicto, pero suelo respetar bastante al jurado. Eso también nos ha hecho llegar hasta aquí.

¿Para estar en rondallas hay que tener una edad?

No.

¿Han traído aire fresco?

Es importantísimo el relevo generacional y más convivir todas las generaciones.

¿Valkirias ha venido ha marcar una alternancia generacional en las rondallas?

Creo que sí. Valkirias protagoniza una alternancia de generación y de género. Pero insisto en tener la convivencia entre experiencia y juventud. Todos los grupos deberíamos tener ese equilibrio, a parte de que las voces mayores aportan un color específico.

Pero Valkirias es una rondalla joven.

Sí, es cierto, pero también tenemos alguna componente de casi 70 años y es de las que aporta un color impresionante a las contra alto. No podemos prescindir de ella; luego tenemos mucha gente joven.

¿Cuál es su satisfacción como una rondallera joven, que surjan nuevos grupos líricos de mujeres?

Sería una satisfacción, que viniera más gente y nos quisiera imitar. Lo que se imita es lo que tiene éxito, y nos sentiríamos orgullosas si eso pasara; estaría genial.

¿Qué le hace falta al concurso de rondallas para tener la aceptación de las murgas?

Creo que la línea que tenemos que seguir probando es que el concurso de rondallas sea un espectáculo; es verdad que la música que hacemos es para un público en concreto y la murga es más popular y a todo le llega más el espectáculo y el show.

También puede ser por la selección de los temas, sin que eso suponga que renuncien a ópera, zarzuela, opereta... Hubo un avance con la obra libre...

Efectivamente, hay que insistir ahí. A la música lírica siempre se le tacha de música culta y hay que tener un entendimiento para valorarla, después hay cosas del mundo lírico son populares, pero es un mundo desconocido que es bonito y maravilloso. Montar un repertorio con música salsa y con personajes y show crea el furor que todo reconocemos en las murgas del Carnaval. Creo en las puestas en escenas, también en las rondallas. Estamos encorsetados en el formato en el que aparecemos en el escenario el día del concurso. He soñado con que las rondallas recuperen la preferencia del público y disfruten del actual tirón murguero.