¿Zeta-Zetas es la vigente ganadora. ¿Siente presión?

No, por ser los ganadores no. Nuestra presión en estos últimos años es competir contra nosotros mismos. Mejorarnos a nosotros porque en parte es lo que nos pide la gente en la calle. Esa es nuestra competición, y por ahora la estamos superando.

¿Y están capacitados para volver a hacerlo?

Es la intención. Aunque es verdad que con las bases que hay tampoco podemos hacer mucho más. Nos gustaría dar otro paso más, pero al no actualizarse las bases? El croma ya llegó al límite, y este año volvemos a jugar con lo justo, explotando al máximo las bases y aprovechando todas las lagunas legales que hay en ellas.

¿Esas bases, velando por la seguridad, acaban limitando el concurso y su espectáculo?

Sí, claro. Las bases deberían ser como cualquier ley que se va actualizando para adaptarse a los avances de la sociedad. Hay que revisarlas cada año en función de lo que hayan hecho o quieren hacer los grupos. No pueden ser las mismas cinco años. Por ejemplo, de atrezo podemos subir seis piezas de 2x2, y creo que ya va siendo hora de meterle ocho. Sin permitir el subir de todo como antes, sí ir sumando cositas para mejorar.

¿Está encasillada Zeta-Zetas en una murga visual?

Creo que no. Hace cuatro años se podría haber dicho con todo lo que hicimos y que las letras no eran muy, muy buenas. Pero en estos últimos carnavales eso ha cambiado y las letras no necesitan de esos efectos visuales.

¿Ha habido dentro de la murga obsesión para tratar de huir de ello?

No? Seguimos en nuestra línea y con lo que nos gusta hacer: el efecto visual, sorprender con algo nuevo, el día que me permitan tirar en parapente, pues lo haré? Queremos hacer mejores letras porque consideramos que los letristas hemos madurado, pero sin salir de esa línea visual.

¿Es posible que otras murgas copien a Zeta-Zetas?

Sí, por supuesto. Y es lo normal, porque cuando una murga está arriba y le funcionan ciertas cosas, tratas de amoldarte. Creo que cada vez habrá más murgas que apoyen sus letras en la parte visual? y nosotros en las letras. Este año seguro que notarán las dos cosas.

Pero llegar al nivel de ustedes parece complicado?

Lo que conlleva es un trabajo extra al que no todas las murgas están dispuestas. Nosotros le dedicamos muchos ensayos por separado, muchas horas de parodia? No es solo venir a ensayar de 9:30 a 11:30. No es difícil, sino sacrificado, y si una murga está dispuesta a ese sacrificio, lo puede hacer.

Desde 2016 el primero se lo reparten entre ustedes y Mamelucos

Simplemente ha cuadrado porque a las dos murgas nos ha pillado en nuestra mejor época. Pero siguen ahí las de siempre, como Bambones, Diablos, varias femeninas? El nivel sigue subiendo y puede pasar cualquier cosa.

En su función de director, ¿cómo se lidia con esa gente que les llega porque Zeta-Zetas es la murga de moda?

Nos pasa a nosotros como les ha pasado a otras murgas que anteriormente también estaban arriba. Por desgracia hay de todo, y no solo aquí. Pero al final esa gente se da cuenta que no es su murga.

Y de los que llegan a los que se van. ¿Hasta qué punto es grande el vacío que deja Pablo Moreno?

Bufff? Fue algo que nos costó bastante, sobre todo para mí, porque no hablo solo de su responsabilidad musical, sino de la amistad que tengo con él y que incluso ahora creo que es mayor. Me ha costado en lo anímico y ha sido difícil tirar sin él? Decidió descargarse de responsabilidades y me explicó que aquí no podía quedarse a cantar porque acabaría haciendo el montaje. Buscamos una alternativa, que fue Richar Casanova. Nos costó muchísimo adaptarnos, pero a día de hoy puedo asegurar que es el mejor fichaje que hemos hecho.

¿Van a sonar a como sonaba Mamelucos hace años?

No? Él sabe que ha tenido que amoldarse a otro estilo. En Mamelucos tiraba mucho de contracantos y tonalidades muy graves, pero aquí ha sido inteligente y se ha adaptado. Se podría parecer, pero pienso que puede sonar un poquito mejor que aquella época.

¿Le gusta salir el último de la tercera fase?

No, no me gusta. Me gusta en el medio, en la segunda. Y ser últimos, tampoco, porque cantar a la una de la mañana de un miércoles no le puede gustar a nadie.