A Dailos Gómez no le alcanzan las horas del días. Y es que a su trabajo en el servicio de limpieza de la Residencia Nuestra Señora de La Candelaria, este chicharrero añade otras dos ocupaciones que viven en esta época un momento culmen. Murguero desde crío (sobre todo en Melositos), componente de Desbocados desde hace una década y de vuelta a su colaboración con Rebobinados, debe dividirse entre el concurso infantil y la preparación del certamen adulto. Todo, sin descuidar su otra pasión, la que ejerce, como monaguillo, en la parroquia San Antonio de Padua de Las Retamas. Una dualidad a buen seguro complicada de entender para muchos, pero que él compatibiliza con normalidad... y hasta ha logrado unir.

Recuerda Dailos que su pasión eclesiástica nació "un año después de realizar la Primera Comunión". "Volví y me enganché", comenta sobre unos primeros pasos a la vera de Jesús Mendoza en la Basílica de Candelaria. "Fueron cinco o seis años en los que viví experiencias espectaculares con él; se fue forjando una gran amistad? hasta que enfermó. Ahora siempre lo llevo en la mente e incluso subo a cantar con una foto suya como amuleto", comenta con cierta nostalgia. Ahora, parte de ese hueco lo ocupa Antonio Gómez, su párroco en Las Retamas. "Es como un amigo, y hasta lo puedo considerar como mi segundo padre porque sabe incluso más cosas que mi propia familia", explica sobre su jefe, que no solo acepta de buen grado su dedicación carnavalera, sino que incluso se interesa por ella. "A él también le gusta, y de hecho todos los años quiere ver el disfraz desde que lo tengo para analizar lo que le gusta y lo que no. Siempre le he dicho que tenía que haberse dedicado a este mundo porque como cura es muy bueno, pero como decorador y escaparatista es un crack", comenta sobre el párroco. En el otro lado del espejo, en Desbocados, la normalidad también absoluta. "Se han ido acostumbrando", admite Gómez.

Así, con el beneplácito de los implicados, Dailos se ha propuesto mezclar agua y aceite. ¿Se le puede calificar como un nexo entre Carnaval e Iglesia? "¡Jajaja! Sí, sí", ríe y afirma. Y argumentos y ejemplos para ello no le faltan. "Este año quise llevar a la murga a la parroquia para que colaborara en la obra de Navidad, pero al final nos liamos; el año que viene seguro que sí", asevera sobre una actividad que ya ha tenido casos precedentes, y con buena respuesta por parte de sus feligreses, como "una campaña de Desbocados para conseguir balones y mandarlos a Gambia, y otra de una recogida de tapas".

A la inversa sucede algo similar. "En el local tenemos una pequeña capilla personal, con una imagen de la Virgen de Candelaria, y enramamos los días de concurso", explica Dailos que ha logrado hacer que los componentes de Desbocados se conviertan en devotos de la Morenita. "Desde hace siete años vamos a visitar a nuestro Guanche [la mascota de la murga] y luego le vamos a cantar el repertorio a la Morenita, y esta vez tenemos la suerte de hacerlo el día 2 de febrero [hoy]. La virgen es la primera que escuchará los dos temas", relata con pasión el murguero, que también ha implantado una costumbre similar en Rebobinados: "En 2018 les dije que si había premio de Interpretación iríamos caminando a Candelaria, y así hicimos".

Normalizada su actividad, es obligado preguntarle a Dailos a quién quiere más, ¿a papá o a mamá?. "Yo siempre he dicho que para mí el Carnaval importante es el que vivo en Semana Santa; con el que disfruto y el que vivo con pasión, ya que además en la parroquia solemos darle una vuelta a todo y ser modernos", afirma rotundamente. "No me gusta el Carnaval de noche, y aunque sí salgo con la murga para hacer piña y familia, trato de evitar el mogollón de la gente". La preferencia parece clara, pero por el momento Desbocados y Rebobinados pueden presumir de disfrutar de un carnavalero único.