Juliana Serrano lleva más de 20 años vinculada al Carnaval desde su Puerto de la Cruz y en colaboración primero de Marco Marrero y María Díaz hasta que un día voló. Es carnavalera de cuna: en 1983 fue elegida reina infantil de Miguel Ángel Castilla, que era la miniatura que el actual diseñador decano presentó en Santa Cruz. Luego militó en la murga infantil Cometormo para adentrarse en el diseño en los concursos de disfraces, aprendiendo a pegar, y sobre todo a bordar, con Marco Marrero y María Díaz, su tía política. Ya en solitario, en los últimos veinte años ha presentado unos ocho trajes en la gala infantil, donde ha cosechado un título de reina, otro de princesa y cuatro damas. Antes de que la presentación de Mamelucos, con su duende del arcoíris, y Mamelones, con su vaca vaquera, la pusiera de actualidad por la exquisita ejecución de las cabezas, entre otros detalles de las fantasías que diseña Josué Quevedo, Juliana Serrano ya demostró su habilidad con el foam con los playmóbil de Puertopotras; y también con el diseñador de reinas de Las Palmas Fernando Méndez.

Juliana Serrano, con un niño de 18 meses, se planteó tomarse un año sabático este Carnaval para disfrutar de la maternidad, pero sus planes cambiaron el mismo día que Josué Quevedo se puso en contacto con ella y le propuso colaborar en la fantasía de la Sociedad Mamel's: "era una golosina", reconoce. Conocedora de su habilidad, ya demostrada incluso con alguna compañía de teatro, aceptó el reto: "Mis manos y la gomaespuma se llevan bastante bien". Y tenía un equipo de lujo: Brenda Hernández, que se encarga de organizar todo el trabajo y tener a punto los materiales, y Raúl, que lleva la costura en los sombreros y los zapatos. Sin Brenda, admite, sería imposible la calidad de sus trabajos. Josué Quevedo presentó a Manolo Peña, de Mamel's, el diseño en junio y en julio mostró el prototipo. "Me pidieron fidelidad a la vaca de los niños; con la cabeza de Mamelucos me dieron más libertad tal vez porque no tenían confianza en el resultado final", admite. Cada cabeza de duende mide 1,20 metros y tardó cinco días en hacer el prototipo; eso sí, a partir de ahí elaboró las piezas en serie y ya es capaz de armar siete cabezas en un día -un trabajo más mecánico-, a falta de pintar y decorar.

Juliana recuerda el día de prueba, cuando conoció a Mary Alvarado, la costurera de Vecindario que talla en tela los diseños de Quevedo. "Nos sorprendimos. No nos conocíamos de nada. Y probamos el prototipo. Al cuerpo le colocamos las cabezas y los zapatos y le encajó a la perfección". Juliana, Brenda y Raúl, con la confección de Mary Alvarado, son los padres de casi un centenar de duendes, y de medio centenar de vacas que saldrán de la Casa del Miedo al Carnaval.