No es inusual ver, en los ensayos de los grupos adultos del Carnaval, a algún niño correteando por los locales de ensayo, o incluso tratar de imitar a sus mayores para luego no desentonar en las diferentes actuaciones tras el concurso. Klandestinas, por ejemplo, es uno de estos casos? aunque con algunas particularidades.

El protagonista en cuestión se llama Enzo y es hijo de dos componentes de la murga, Nayra y Guaci, "amigas antes de entrar en la murga, y finalmente pareja". "Lo tenemos que traer sí o sí, no nos queda otra", comenta la primera. El pequeño, de 18 meses, vive su rutina anual de ensayos en la Asociación Yanira (Las Delicias) por tercera vez. A priori, las cuentas no salen, pero es que Enzo ya era "un minicomponente" de Klandestinas desde que estaba en la barriga de su madre (Nayra).

Vivió la pareja, en aquel Carnaval 2018, "momentos delicados", ya que "solo quedaba un último tratamiento", por lo que "durante más de un mes" Nayra estuvo "ensayando sentada en la silla" para que Enzo pudiera pegar. Y finalmente, con el eco de bombo, platillos, pitas y voces, lo hizo. Casualidades del destino, "el mismo día de la fase de aquel año conocimos que sería un niño, e incluso Guaci subió a cantar con un babero".

Superada aquella edición, Nayra dio a luz en verano, "y solo un mes después", en el regreso a los ensayos, Enzo ya "estaba aquí en el carrito", incluso "parando en ocasiones para poderle dar el pecho". "Pensábamos que el ruido le podía asustar o molestar, pero ¡qué va!, fue al revés. Si la murga tocaba, Enzo dormía; y si paraba, lloraba", recuerda Nayra, que ha podido comprobar, fehacientemente, aquello de que el feto percibe los sonidos del exterior.

Para este Carnaval 2020, la historia se repite. Pero con un añadido, que Enzo ya camina. En ocasiones, su refugio es la batería. "Es una locura por Atenea, la chica de las congas, y también está a menudo con Javi, el batería, al que ya le roba las baquetas y se pone a tocar", relata Nayra. "Aunque a veces da algún golpe por dentro", añade entre risas Cintia Prendes, la directora. Eso sí, lo habitual es verlo en brazos de su madre, "o como máximo en los pies". "Para entretenerlo hay que hacer de todo", comenta su progenitora, apuntando "las papas fritas" como una de las mejores fórmulas.

La presencia de Enzo en el local de Klandestinas es diaria. Desde las 9 hasta las 11 de la noche? o más. Unos horarios que para algunos podrían resultar poco adecuadas para la edad del niño. Su madre discrepa. "Vivimos aquí al lado y lo traigo cenado, y él aguanta perfectamente. Él ha crecido aquí, se ha criado con todas nosotras y es uno más de la murga", argumenta Nayra, que redobla su responsabilidad, eso sí, para no llevarlo cuando hay enfermedad de por medio - "nos quedamos en casa los tres", apunta-, "ni al concurso ni a las diferentes actuaciones".

Y es que en el día a día, Klandestinas no se entendería sin la presencia de Enzo. "Los ensayos con él son un poco locura", admite Guaci sobre unos ratos "a veces agobiantes y otras todo lo contrario". "Cualquier momento de estrés se cura viéndolo a él tocar las congas o la batería; es todo un percusionista de cuna", añade la misma fuente.

Relatos, los de Guaci y Nayra, quizá, subjetivos. Aunque otras versiones ratifican el cariño que ha despertado Enzo, "aunque en todas las grabaciones de tonos siempre se escucha un niño", comenta Cintia. Un pero sin importancia porque para Klandestinas este niño es de la familia. "Este año la directiva decidió que la bola del orden de participación la sacara él", destaca la responsable de la murga. "Cada vez que llega llena el salón de energía, y el día que no hace una gracia, un llanto o cualquier otra cosita, lo echamos en falta", añade. Se entiende así que para ellas, Enzo se haya convertido ya en algo más que una simple mascota.