Una fotografía, de nombre Harpo y que lleva la firma de Dámaso Ávila, ha sido galardonada con una mención honorífica en el Monochrome Photography Awards, certamen anual abierto a fotógrafos profesionales y aficionados.

Se trata de una figura reconocible a la que ha venido dando vida Santiago Díaz durante los últimos 50 años en el Carnaval tinerfeño, quien a juicio de Ávila ha alcanzado "una caracterización realmente perfecta; sus gestos y movimientos resultan magníficos".

La imagen con la que logró este reconocimiento fue captada en plena ebullición festiva, en la santacrucera calle de San José. "Mi objetivo no es otro que el de atrapar el alma del personaje", señala este fotógrafo, quien insiste en que se mueve a partir del concepto de que las imágenes deben transmitir "intensidad, carácter y fuerza interior". Por esta razón sus retratos están contextualizados. "No se trata de una instantánea trabajada en estudio", explica, descartando cualquier rasgo de impostación o simulación de la realidad. El único retoque que aplicó sobre el original fue el acabado final. "Eliminé el fondo porque estaba lleno de gente, de luces y no quería que la vista se pudiera distraer con esos elementos". A propósito, elogia la naturalidad de la pose adoptada por el personaje, "siempre metido en su papel", subraya, señalando que se trata de "un alma realmente carnavalera y, sobre todo, muy auténtica".

El retratado, un profundo aficionado a la fotografía, no duda en catalogar la imagen como "un fotón" y destaca el reconocimiento que supone para su figura y la fiesta chicharrera. No en vano, Santiago comenzó su historia carnavalera metido en la piel del inconfundible Harpo Marx allá por 1969, "en tiempos del blanco y negro".

Afirma que "permanecer en silencio entre la gente es lo que más me gusta", si bien admite que, en ocasiones, esa interpretación le resulta ciertamente complicada y aún se sorprende por el hecho de que muchas personas sigan creyendo "que soy mudo de verdad".

En el retrato de Ávila aparece con una de sus típicas gabardinas de cuyos enormes bolsillos el genial Harpo va extrayendo todo tipo de objetos. "Es una de las tres que utilizo en Carnaval", explica este personaje, al tiempo que precisa que el peso de cada una de estas prendas oscila entre los 19 y los 22 kilos,, nada menos.