Se acercan las 19:30 horas y Adrián tiene colgada la guitarra al hombro. Se despide de su familia y sale por la puerta de su casa para dirigirse al local de ensayo. Como otros tantos murgueros (ellos cargando con la trompeta) que cada noche durante unas horas olvida que hay una cama o un sofá que les espera y se entregan a la preparación del Carnaval.

Pero el caso de Adrián Montes de Oca tiene particularidades en cualquier arista. Para empezar, como un buen puñado, son muchos los kilómetros que debe recorrer para llegar a su murga. Alrededor de 41 kilómetros son los que separan su hogar, en Puerto de la Cruz, con otra casa amueblada con tarimas en la calle San Martín del chicharrero barrio de El Toscal.

Hasta allí se desplaza para ensayar con La Traviata, un recorrido que además es nuevo para él pues esta edición del Carnaval le han encomendado la dirección musical de dicha murga, y para cumplir con ello ha elegido dejarse llevar. O sea, que se mueve en guagua.

"Siempre la uso, porque tengo dos hijas pequeñas y no puedo dejar a mi mujer sin coche", explica totalmente convencido Adrián. De hecho, más allá de la resignación que podría esperarse, el joven incluso defiende su forma de transporte, a pesar de que "tarda entre 45 y 50 minutos" en realizar todo el trayecto. "Es puntual, salen cada cinco minutos y es más barato", argumenta.

"Hasta ya me conocen todos", comenta entre risas el responsable musical de La Traviata. Quizá más allá de ser usuario habitual de las líneas 102 y 103, se le reconozca por llevar su inseparable guitarra cada día, aunque por el momento no tiene que pagar asiento por ella. "En los primeros días de ensayo venía con otro compañero de la murga, pero al final no salió", señala Adrián.

Probablemente si no le ha pasado factura esa hora ya diaria de camino a casa es porque como él mismo insiste se siente "muy a gusto" en la murga. "Me gusta, me siento bien allí", reitera varias veces Montes de Oca, para quien el único sacrificio es "dejar a las niñas en casa".