No quepo dentro de mí mismo de la satisfacción tan grande que supuso la apertura de mi cantina; por aquí pasaron cienes y cienes de carnavaleros, ávidos no solo de probar las garbanzas de mi madre, sino de pasar un buen rato con algún amigo o conocido con quien echar una buena conversa. Es lo que le pasó a Julián, que anduvo alegando de mesa en mesa hasta que eché el cierre, momento en el que se apalancó en la barra a hablar conmigo. Tremendo cabreo tiene a cuenta de la noticia de que, en la final de murgas, más de la mitad del aforo disponible tendrá que ver el espectáculo de pie. Y no le falta razón.

Alegando con Julián nos preguntamos si habrán evaluado con calma los pros y los contras de una decisión de tal calibre. Fueron muchas las preguntas que nos hicimos para las que seguramente el concejal tendrá una respuesta pero que a nosotros nos inquieta bastante: ¿Se habrán dado cuenta de que no se trata de un concierto de dos horas sino que la final durará, desde que entra el público hasta que entregan los premios, mínimo seis o siete horas? ¿Habrá los suficientes efectivos de seguridad que controlen que la gente no se quiera pasar una y otra vez de una zona a la otra y viceversa en busca del coleguita de turno? ¿Se podrá controlar sin problemas que la gente acceda a la zona que le corresponda y no a otra? ¿Podrán regular el salir y entrar de gente en cada área designada cuando quieran acudir al baño o a cualquiera de las "cantinas legales" de la terraza? ¿Qué dirá al respecto el informe de seguridad ciudadana y protección civil? ¿Y el plan de seguridad y evacuación del Recinto?

En mi época de gerente en Fiestas me ofrecieron tal posibilidad y la descartamos porque la considerábamos una auténtica locura; si la final ya se hace insufrible por larga, imagínense verla sin tener donde sentarse. Al final de mi conversa con Julián, y por restarle hierro al asunto, le dije... tú tranquilo, compadre; a grandes males, grandes remedios, y si el problema es que a las cuatro de la mañana tendremos los ñames como albóndigas, pues bocata a la mochila y a la final en cholas.