La plaza de la Patrona acogió la noche del pasado sábado el Encuentro de Murgas de Candelaria, donde precisamente la crítica y la buena letra ganó a los intentos por hacer humor, una línea fina que si no se revuelve de gusto y de forma correcta corre el riesgo de caer en el ridículo o el mal gusto, como le pasó a Serenquenquenes, en el primer caso, con Los maestros, o a Nietos de Sarymánchez, con su intento de boda, y de humor también.

El mejor momento de la velada lo protagonizaron Bambones, mágicos desde que pusieron el pie en el escenario, y magistrales en su cierre de actuación con Marchilongas. Ahí el encuentro vivió el momento más álgido de la velada, por la calidad del instante, el puesto en el que actuaron (eran los cuartos, once de la noche) y la apuesta decidida por el estilo puro de la murga: la letra.

Los Nietos aprovecharon la alfombra que puso Bambones para acabar su repertorio en tierra de nadie. Arrancaron muy arriba, para luego perder argumentos en su segundo tema, al margen de que tanto los de Rubén Santana Pitu como los Serenquenques trasladaron a Candelaria canciones con reproches, de más endogamia que de interés para el público.

Recogieron los rescoldos de la noche Mamelucos, otra murga con una identidad propia, que este año hizo una apuesta decidida por la crítica dura, unida a buenas voces. La suma de los dos ingredientes, una actuación de calidad.

Cuando llegaron los ganadores, primero de Las Palmas y luego de Santa Cruz, el ambiente decayó. Los Serenquenquenes, por méritos propios, con un repertorio atorrollado. Un quiero y no puedo por hacer humor. Si el primero, cuando sacan a cuatro albañiles con sus herramientas al borde del escenario, roza la falta de gusto, ya en el segundo, Las lobas, confirman que son la cara b de los grandes Serenquenquenes.

Cerraron la velada Zeta-Zetas. Subieron a cantar a la una y cuarto de la noche. La actuación de Bambones parecía haber roto el certamen por haber sido el momento más intenso, pero los de Javier Lemus pelearon por mantener la llama encendida. El primero, más bonito en presencia y en el momento de explosión de toy quemado, toy quemado. El homenaje a Saida Prieto, tras el incidente de 2013, ya un anacronismo. Su segundo, la joya de este año, El Croma, mucho más cuidado que el día del concurso, para evitar que el público se diera cuenta de que realmente lo que se emitió en las pantallas era un vídeo. El tema es mucho más que un efecto, por su contenido, pero corre el riesgo de quedarse en el envoltorio. La murga 3D tenía en su contra el puesto en el que cantó y que la sorpresa ya se había desvelado al menos en dos oportunidades. No obstante, verlos es un espectáculo por su capacidad de reinventarse, como mostraron con los vídeos de Canarias sin alas que desde diferentes ciudades europeas saludaron ex profeso al público del encuentro.

Del concurso de Las Palmas -curiosamente las tres murgas representativas son de fuera de la capital, Legañosos (El Carrizal), Nietos (Telde) y Serenques (Agüimes)-, agradó la notable mejoría musical de Legañosos, gracias a Víctor Batista, director de Gofiones, y las letras bien armadas; la excepción en la comitiva llegada de la otra Isla.

Como invitados, abrió el Coro El Protestante que, aunque parecía que le faltaba gas a sus voces -tal vez por mala disposición ante los micros-, enamoraron por el híbrido que conlleva la modalidad: cuerdas con voces, con temas con maestría -con joyas como si la iglesia fuera creyente-. Solo por verlos merecía la pena acudir al encuentro del sábado.

Siguieron, como invitados, Arremangados que, aunque desafinados por momentos, su letra de compromiso social le dio un repaso a, al menos, dos de las murgas ganadoras de Las Palmas en intencionalidad y compromiso. El objetivo de los chicos de Papuchi Expósito, volver al encuentro no como anfitriones, sino con un cartón que les permita el salvoconducto para Candelaria 2020.

Coro El Protestante (Mérida, 2017).- Dirigidos musicalmente por Miguel Sánchez Tron, enamoraron con la combinación de la orquesta de cuerdas con sus voces y, para hilvanar su repertorio, el periodista Paco Vadillo, integrante de este coro y de Los Silábicos, fue un maestro de ceremonias perfecto para engarzar desde La Maza, de Silvio Rodríguez, a los tangos de El Dictador (por la exhumación de los restos de Franco) o la Inmigración, contraponiendo la falta de memoria o la adopción de determinadas costumbres. Luego, cuplés, más comerciales, sobre el cambio de hora, el cambio climático o los animalistas, para finalizar con popurrí. Lástima que les faltó más potencia en sus voces.

Arremangados (Candelaria, 2018).- Orgullo del pueblo, con Marco González, un triqui de solera, como director y también responsable musical y letrista. Un todo en uno. Sortearon el pasacalle, para fajarse con Mensaje en una botella, una letra para la reflexión. En intencionalidad, mejor que varios temas de Las Palmas.

Legañosos (El Carrizal, 1982).- Volvieron a recuperar el brillo de hace dos años, cuando ya estuvieron en Candelaria. Entonces, con Manolo Estupiñán, armonizador que tenía el corazón partío con Serenquenquenes. Este año los de David Zurita apostaron por Víctor Batista y salieron ganando con el cambio. Al menos un tercero de Interpretación, que visto lo visto en Candelaria, bien podría haber sido un primero. Comenzaron, con planta, con Tierra de conquistadores. Solo sus voces ya imponían respeto. Esta letra, que cantaron en fase y que habla de todo logró el premio Criticón de Las Palmas. Documentada aunque... revoltillo de Carnaval. Si el letrista obvió la figura de Martín Chirino, mejor no haber incidido en el error sobre las tablas para admitirlo, a pesar del reciente fallecimiento. Siguieron con Expectativas contra realidades, un exceso de carteles que obligaba al público a usar traducción simultánea para enterarse del tema.

Bambones (El Cardonal, 1982).- "Bienvenidos a Tierra Santa", le espetó Primi Rodríguez a los murgueros de Las Palmas; y bienvenidos los Bambones más puros de 2019, que hicieron en Candelaria la pócima mágica. El primero, La canción de Gladis, en la que lo más divertido es verlos en albornoz, para luego entrar a matar en sus letras a la concejala de Fiestas y a los periodistas. Se despidieron con Ofendidos/as, un canto a la igualdad en la que la actuación de Marchilongas marcó un plus por tocar la fibra, con Sandra Ramos pletórica. El momento de todo el encuentro.

Nietos de Sarymánchez (Telde, 2012).- Segundos clasificados en Interpretación y murga que se tiene ganada la admiración en Tenerife. Con Pitu al frente y Josito Suárez apuntalando las voces, se plantaron en Candelaria con su final. De primero, Carta de dimisión, que a buen seguro tiene entre sus direcciones algún local de Agüimes: El alumno superó al maestro. Cuando se esperaba el sello de la casa, representaron Vuelve Julia, de tanta calidad la letra como cuando dice que Julia hace zumba y a Julia se la zumba (...). Al final, era Julio.

Mamelucos (Santa Cruz, 1980).- Los de Xerach Casanova mezclaron fase y final para apostar por la crítica, en Un tema delicado y ¡Qué tema más falso!, lo que da buena muestra de la calidad del tema de los disfraces que cantaron en la final, y poco más. Las letras, para recrearse en su visión, con buenas voces. Cerraron el momento más intenso de la velada del sábado.

Serenquenquenes (Agüimes, 1982).- Ganadores de Las Palmas con dos guiños por el humor. A las órdenes de Javi Santana y montaje musical de Manolo Estupiñán, tomaron a El Maestro, título de su primer tema, como fuente de inspiración para desgajar sus argumentos. En la bandeja de la mezcla de estos murgueros cabía de todo: desde las mujeres son el motor, a los Nietos de Kika en defensa de la identidad, y carta de respuesta a Telde, aprendices de todo, maestros de nada, sin obviar la genialidad de los peones con sus herramientas... Luego, Las lobas, parecían que iban de Pijas para quedarse en kellys. Lo mejor, el brindis por los valores. Han estado en 16 de los 18 encuentros.

Zeta-Zetas (Santa Cruz, 2003).- Llegaron un día como invitados y ya se han empadronado en el Encuentro de Candelaria. Eran los más esperados, por su Croma. De las mejores voces gracias al maestro Pablo Moreno. Su primero, de Santi Martel, gana más en presencia; su segundo, el Croma, tiene más letra y distrae el efecto. Lo peor, el puesto, pues acabaron a las dos de la madrugada. Los de Javi Lemus se lo curran. Nuevo reto: 2020.