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Estas son seis de las mujeres que hacen el vino en Canarias

Canarias vive el 'boom' de las bodegueras, que se han encargado de innovar en este sector tradicional

Una copa de vino.

Una copa de vino. / María Pisaca

Patricia Ginovés

Patricia Ginovés

Santa Cruz de Tenerife

Una nueva generación de mujeres emprendedoras lidera las bodegas históricas de Canarias y se lanza a nuevos proyectos proyectos empresariales en un sector al que históricamente se había dedicado el hombre. El mimo, la mirada y la innovación con la que trabajan les permiten hacer frente a los grandes retos del futuro, ya que el cambio climático está generando una crisis sin precedentes. Estas son algunas de las mujeres que actualmente lideran bodegas ubicadas en Canarias.

Aia Cristina Gallo

Aia Cristina Gallo.

Aia Cristina Gallo. / El Día

Bodegas Riaba se sitúa en el municipio tinerfeño de La Victoria y es el proyecto de Aia Cristina Gallo y su pareja en una finca de la familia de él. En estos terrenos siempre se produjo vino de forma artesanal para venderlo sobre todo a los guachinches. Gallo, de 38 años, estudió Ingeniería Agrícola en la ULL y se especializó a través de un Ciclo Superior en Vitivinicultura en la Escuela de Capacitación Agraria de Tacoronte. Después, viajó a Francia para continuar aprendiendo. Con Bodegas Riaba busca representar el trabajo tradicional que siempre ha llevado a cabo esta familia tinerfeña, aunque con un toque actual y muy cuidado. En 2024, produjeron 500 botellas de tinto y 80 botellas de blanco.

Loreto Pancorbo

Loreto Pancorbo.

Loreto Pancorbo. / El Día

Bodegas Tierra Fundida y su vino Albalillo Parcela La Cuesta pertenecen a la D.O. Tacoronte-Acentejo y es el proyecto familiar de Loreto Pancorbo, de 45 años, y su pareja. Es riojana pero lleva 16 años en Tenerife. Estudió Ingeniería técnica agrícola y Enología y trabajó en Napa (California) y Marlborough (Nueva Zelanda). Terminó viviendo en Tenerife por el calendario de la vendimia. La pareja decidió emprender el proyecto bodeguero en el municipio tinerfeño de La Laguna, en 2016. A pesar de que los dos últimos años han sido complicados, Tierra Fundida está produciendo unas 10.000 botellas al año. Loreto Pancorbo ha vivido en su propia piel cómo la mujer era relegada en el mundo del vino. «Me pasó en La Rioja y también al llegar aquí, que me encontré bastantes piedras en el camino», reconoce.

Sandra Armas

Sandra Armas

Sandra Armas / El Día

Sandra Armas, de 51 años, era maestra de Educación Primaria en Gran Canaria, pero un día fue a visitar a su padre a la finca familiar y decidió quedarse allí trabajando. Durante toda su vida había echado una mano en este proyecto, Bodegas Bentayga, al que ahora le dedica prácticamente todas las horas del día. Comenzó haciéndose cargo de la parte comercial y luego se hizo con la dirección en bodega y también con las labores de viticultura de la finca. Bodegas Bentayga, que dispone de tres trabajadores fijos, produce unas 25.000 botellas al año, aunque las últimas cosechas han sido bastante duras. «La del año 2015 fue nuestra última cosecha realmente buena», sentencia y reflexiona que, entre los retos del futuro inminente, está el de optimizar el uso de la poca agua de la que se dispone en la Isla.

Marta Labanda

Marta Labanda.

Marta Labanda. / El Día

La riojana tiene 44 años y, desde que era pequeña, aunque su familia no estaba vinculada al sector del vino, tenía claro que quería dedicarse a ello. Estudió Biología y Enología en Cataluña, donde conoció a su pareja, con la que fundó en 2017 Bodegas Titerok-Akaet en Lanzarote. Aquel primer año lograron comercializar 700 botellas y ahora hacen alrededor de 20.000. Mientras que su pareja gestiona el viñedo, ella se encarga de la parte financiera pero, matiza, «la parte tecnológica la llevamos los dos». La visión de la mujer es algo más sensible, reconoce la riojana, quien destaca la necesidad de darle importancia al aspecto creativo del proceso e innovar con los materiales y las elaboraciones. «En nuestro caso, tratamos de valorar otras variedades que estaban más olvidadas».

Fátima Hernández

Fátima Herández.

Fátima Herández. / El Día

Forma parte de la segunda generación de Bodegas Loher, un proyecto familiar fundado por Lorenzo Hernández hace más de 25 años en La Victoria. En 2014, Hernández, de 42 años, se sumó al proyecto e introdujo la marca en la D.O. Tacoronte–Acentejo «para dar forma comercial a la tradición familiar». Los vinos de esta bodega son ensamblajes de parcelas y de variedades diferentes y produce unos 40.000 litros al año en sus 14 hectáreas de viñedo. Hernández se formó en la Escuela de Capacitación Agraria de Tacoronte y reconoce que su manera de entender el vino «ha sido siempre más contemporánea» que la de su familia. En la actualidad, elaboran 14 vinos diferentes y el proyecto está dividido en tres secciones en las que combinan tradición e innovación.

Victoria Torres

Victoria Torres.

Victoria Torres. / El Día

La palmera de 50 años se dedica al mundo del vino a tiempo completo desde 2010 en la bodega de su padre, Juan Matías Torres. Es una bodega familiar que lleva funcionando desde 1880 ininterrumpidamente. En 2014 realizó su primera vendimia sola bajo el sello Victoria E. Torres Pecis y en 2015 tomó las riendas del campo y la bodega. No tiene formación reglada pero todo lo que sabe lo ha aprendido de su familia: «He hecho de la bodega mi escuela». Trabaja en más de 20 hectáreas –sobre todo microparcelas–, así como con una decena de viticultores en toda la isla palmera, lo que le permite producir unas 30.000 botellas al año, aunque la sequía persistente de la última década ha provocado que la producción se reduzca hasta las 15.000 que prevén para este 2025.

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