La revolución del vino canario es cosa de mujeres
Una nueva generación de emprendedoras lidera las bodegas históricas de las Islas e inicia sus proyectos empresariales

Una mujer recoge uvas en el campo canario. / Andrés Gutiérrez

El vino canario tiene nombre de mujer. El sector vitivinícola del Archipiélago tiene el futuro garantizado gracias a una nueva generación de mujeres que, ya sea asumiendo la dirección de bodegas familiares o poniendo en marcha sus propios proyectos desde cero, han apostado por el sector primario, la recuperación de las técnicas tradicionales y la consolidación del paisaje cultural. Importantes bodegas de las Islas como Riaba o Tierra Fundida, en el norte de Tenerife; Titerok-Akaet, en Lanzarote; o Victoria E. Torres Pecis, en La Palma, son dirigidas en la actualidad por emprendedoras que han sabido fusionar la innovación y modernización del sector con las técnicas tradicionales de uno de los motores económicos con más solera de Canarias.
Desde que la vid se introdujera en las Islas en el siglo XV, mucho ha crecido el sector. No en vano, el Archipiélago ha podido darse a conocer en los rincones más alejados del planeta gracias a estos productos elaborados con las más de 50 variedades de uva que crecen en estas tierras, entre las que destacan la listán negra y blanca y la malvasía volcánica. El cultivo en suelos volcánicos y la viticultura heroica se combinan con las formas de trabajo más tradicionales e ingeniosas que han sabido salvar las trabas impuestas por la compleja orografía isleña.
Investigación
Gabriel Santos es técnico en Servicios Vitivinícolas y coordinador de la Cátedra de Agroturismo y Enoturismo de Canarias de la Universidad de La Laguna (ULL), que trata de impulsar la investigación y transferencia de conocimiento en esta materia ya que se trata de un sector «muy relevante, no solo económica y socialmente, sino también en el plano territorial, porque son los viticultores y los bodegueros los encargados de conservar el patrimonio varietal y el paisaje agrario».
El cambio climático y la falta de agua inician una crisis sin precedentes
En Canarias, la única isla que no es vitivinícola es La Graciosa. Existen once Denominaciones de Origen (D.O.), lo que es llamativo en un territorio tan pequeño, pero eso también se traduce en un sello de calidad para el Archipiélago, donde existen alrededor de 200 bodegas en producción hoy en día. Con más de 500 años de historia, este sector se profesionalizado definitivamente en los últimos 30 años, y eso ha coincidido con la irrupción de la mujer en los puestos de gestión.
Nombres propios
Mujeres como Aia Cristina Gallo, Loreto Pacheco, Marta Labanda, Victoria Torres, Fátima Hernández o Sandra Armas han sabido hacer suyo el lema del sector del vino en Canarias, cuya producción está más centrada en la calidad que en la cantidad. Así, muchas de ellas poseen en la actualidad grandes hectáreas de plantaciones, pero que se encuentran dividas en pequeñas parcelas, lo que provoca que los vinos obtenidos tengan, en todos los casos, un espíritu único.
Precisamente para dar a conocer el trabajo que están realizando mujeres como Sandra Armas (Bodegas Bentayga de Gran Canaria) o Fátima Hernández (Bodegas Loher de Tenerife), Vinófilos Santa Cruz preparó hace unos días una cata sobre productoras canarias. Jennifer Acosta es la responsable de la tienda y asegura que se trata de un grupo de emprendedoras que ha sabido «mantener viva una tradición única en el mundo» y que, con su labor diaria, representan el «esfuerzo, conocimiento y respeto por la tierra y las variedades autóctonas».
Interés
Este establecimiento tiene bastante contacto con este grupo de productoras isleñas, ya que vende sus botellas, y Acosta destaca la importancia de «concienciar a los clientes sobre quién está haciendo estos vinos, y cómo». El Club Clandestino de Cata conducido por Rafael Torres estuvo detrás de ese encuentro, y asegura que esa iniciativa respondía al interés mostrado por el público por conocer el trabajo que desarrollan las mujeres bodegueras en Canarias.
El mimo y la mirada innovadora son las principales bazas del trabajo de estas nuevas empresarias
«Se trata de vinos muy personales, y las productoras conocen la tierra en la que producen y controlan a la perfección la industria desde dentro», reflexiona Torres, quien habla de los vinos de la palmera Victoria Torres, que «son realmente únicos». «Loreto Pancorbo intenta plasmar todos los conocimientos que adquirió en La Rioja para ponerlos en práctica en Canarias y transforma los vinos de aquí, que son fácilmente reconocibles como canarios pero que tienen características únicas».
Relevo generacional
«No podemos permitir que se pierda esta tradición, y el relevo generacional es ya una cuestión imprescindible», afirma Aia Cristina Gallo. Así, la aparición de mujeres en los puestos de gestión del sector se está repitiendo tanto en bodegas nacionales, como Ochoa en Olite, de Navarra, donde la sexta generación de la familia, las jóvenes Adriana y Beatriz, se han hecho con el proyecto, como en espacios canarios. La empresaria Jennifer Acosta destaca el caso de Bodegas Riaba, bajo el mando de Gallo, por ejemplo, de la D. O. Tacoronte-Acentejo. «Los conocimientos adquiridos por todas les han permitido darle un vuelco a los negocios y ahora, desde el corazón, miman cada detalle, desde la etiqueta de la botella hasta el tiempo del envasado», reflexiona.

Una persona trabaja un viñedo en Canarias. / Carsten W. Lauritsen
Así, la formación ha sido clave para este relevo. A pesar de que las universidades públicas de Canarias no disponen del Grado en Enología, las Islas cuentan con escuelas de capacitación agraria que han formado a estas técnicos superiores en vitivinicultura. Además, muchas de ellas han optado por estudiar en su tierra otras carreras vinculadas al sector como Ingeniería Agraria, y se han ido especializando poco a poco.
Nuevas formas
Gabriel Santos destaca la innovación y creatividad que están aportando las mujeres al proceso de producción: «Quieren hacerlo de forma diferente y eso favorece que el sector no se encuentre en una situación tan agónica como cabría esperar». A pesar de esta presencia femenina, el coordinador de la Cátedra advierte que estas mujeres se encuentran en la mayoría de los casos ocupando puestos de responsabilidad pero sigue haciendo falta mano de obra sobre el terreno, en el campo.

Viñedos en Tenerife. / María Pisaca
José María Gómez, de la tinerfeña Bodega Linaje del Pago, es el presidente del Clúster de Enoturismo de Canarias y habla de que, en el mundo empresarial y por supuesto en el del vino, «la mujer tiene 20 veces más intuición que el hombre». El vino llega a todos los rincones y puede estar presente en los momentos más importantes de la vida de cualquier persona. Pero para que este producto sea recordado, todas las fases del proceso deben cuidarse por igual. En este sentido, las mujeres vuelven a tener una mirada única. Gómez explica que «hasta en la elección de una etiqueta se nota la mano de una mujer», porque están tan pendientes de esos detalles como de la viticultura o el embotellado.
Enoturismo
Pero la revolución no se queda únicamente en la cosecha y la bodega, sino que la visión femenina llega más allá y comprende la necesidad de darse a conocer para consolidar el sector y darle proyección de futuro. En este sentido, el enoturismo se convierte en una pieza fundamental del tablero de juego y las mujeres también han llegado a este ámbito, adelantándose incluso a los hombres. José María Gómez habla de la necesidad de que los clientes conozcan cómo y dónde se hace el vino que consumen y sentencia «sin enoturismo, no hay futuro posible». «Las bodegas que quieran situarse en primera línea deben apostar por el turismo y aprovechar este momento maravilloso que vivimos», reflexiona el presidente del Clúster.

Varias copas de vino canario. / Carsten W. Lauritsen
A pesar de la consolidación de este sector en Canarias, el vino se enfrenta actualmente a importantes retos que esta generación de mujeres bodegueras deben afrontar de manera acuciante. El cambio climático es el principal escollo y para hacerle frente, además de una buena dosis de investigación, es necesario que el sector se una y trabaje de forma colaborativa. En este sentido, explica Gabriel Santos, la presencia de la mujer es importante porque se encuentra presente en toda la cadena de producción, sin importar cuál sea su puesto.
La falta de agua obliga a estas mujeres a ser ingeniosas. Loreto Pancorbo afirma que «somos una generación más consciente de la necesidad de cuidar nuestra tierra, porque sin ello no habrá ni vino, ni turismo». Por eso, llama a apostar por la agricultura ecológica, recuperar prácticas tradicionales y avanzar hacia la modernidad y la sostenibilidad. Estos tres aspectos se convierten en el eje de la labor de estas bodegueras canarias, empeñadas en llevar sus etiquetas a todos los rincones.
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