Amanecer (y ocaso) ante el Atlántico
Se publica por primera vez la correspondencia completa entre Alonso Quesada y Luis Doreste Silva

Alonso Quesada / LP / ED
La inminente publicación de la correspondencia entre Alonso Quesada y Luis Doreste Silva (Ediciones del Cabildo de Gran Canaria) mejorará nuestra comprensión de la biografía de dos personajes que marcaron, cada uno en grado distinto, una época fundamental de la cultura canaria moderna. Entre los documentos que la componen presentamos aquí una misiva del primer tramo, marcado por la edición de El lino de los sueños entre 1914 y 1915. En ella, los temas privados se superponen con los de índole social y política, expresados con fluido desparpajo y en una hermosa caligrafía. La carta, enviada a Doreste en Madrid a principios de agosto de 1914, menciona tres eventos centrales en la vida de Quesada: su amistad con Néstor, la Gran Guerra y su primer poemario.
Las primeras palabras anuncian la llegada de Néstor, que pasaría ese verano en Las Palmas tras instalarse en Madrid debido al éxito de una exposición en la capital en enero. Por ese motivo, un círculo de amigos le ofreció un banquete en el Club Náutico el 2 de agosto. Entre los asistentes, aparte de Quesada y el homenajeado, se encontraban Luis y Agustín Millares Cubas, Francisco González Díaz, Domingo Rivero, Fray Lesco, Federico Cuyás, Saulo Torón, Ventura Doreste Alonso, Miguel Martín-Fernández de la Torre, Ignacio Pérez Galdós, Manuel Hernández, Ventura Ramírez, Juan Sintes Reyes, José Franchy Roca o Melitón Gutiérrez Castro.
En realidad, su estancia perseguía otros intereses. El pintor, como se menciona en la carta, estaba «viendo de arreglar lo del Casino», en referencia al Gabinete Literario, cuya dirección le había encargado «a dedo» la decoración de su salón de baile el año anterior, pero que, tras la presión de algunos miembros de la junta, había reculado y convocado en enero un concurso para adjudicar el proyecto. La decisión desató una intensa polémica cuando Quesada, firmando como Gil Arribato, publicó en El Tribuno una agresiva defensa del pintor («violenta y llena de pus», la calificó en otra carta) acusando a la burguesía grancanaria de orquestar un paripé para castigarle. En este contexto, como el fallo del concurso parecía suspendido sine die, Néstor había viajado a Canarias para negociar un nuevo acuerdo, intento que acabó fracasando.

Correspondencia entre Alonso Quesada y Luis Doreste Silva / LP / ED
Más allá de estas circunstancias, la carta refleja el dulce periodo de amistad entre el escritor y el artista, que habían compartido pupitre en el colegio de San Agustín, pero cuya relación sufría vaivenes. En 1914, sin embargo, ambos disfrutaron de un idílico verano marcado por el deambular urbano y los recorridos en tartana entre el Puerto y San Cristóbal.
En segundo lugar, en la carta se expresa la primera reacción de Quesada al estallido de la Gran Guerra, acontecimiento que marcará gran parte del epistolario. Por el testimonio de Agustín Millares Cubas sabemos que la noticia del inicio de las hostilidades, con la invasión de Bélgica por Alemania, llegó a oídos de Quesada y sus amigos precisamente durante el mencionado banquete a Néstor. A pesar de que aquí se desliza un desprecio antibelicista contra todas «las naciones beligerantes», la postura de ambos corresponsales encajaría con la tendencia aliadófila de muchos intelectuales canarios, aunque con diferencias: mientras Doreste cultivó una retórica propagandística, la irónica prosa quesadiana dificultó su encaje en la literatura de exaltación bélica.
El tercero de los temas es el proceso de edición de El lino, que Luis García Bilbao se había ofrecido a sufragar en abril y al que se refiere el poeta cuando menciona las «muchas noticias» traídas por Néstor, su «gratitud eterna» y su deseo de que el asunto «no se enfríe». Aunque el papel de Doreste fue fundamental para la aparición del libro en marzo de 1915, fue el artista quien orquestó la estrategia para llamar la atención de García Bilbao por el poemario y quien llevó la voz cantante en los primeros meses del proceso. El liderazgo de Doreste no se haría efectivo hasta el otoño, obligado entonces a tomar las riendas casi en solitario debido al enfriamiento de la relación entre Néstor y Quesada tras el «idilio veraniego».
Otros detalles secundarios cruzan la misiva. Por ejemplo, el papel tutelar de González Díaz entre la juventud intelectual, a quien se describe liderando una juerga nocturna. O la noticia de los barcos alemanes atracados en el Puerto que habían acordado vender sus provisiones a la isla para solventar la crisis de abastecimiento del inicio de la guerra.

Alonso Quesada, a la izquierda, en la arena, junto a Tomás Morales y otros escritores canarios, en una visita al Puerto de las Nieves, en Agaete, Gran Canaria. / FEDAC: foto de Tomás Gómez Bosch / colección Néstor Gómez Arroyo
¿Pero acaso son estas dos anécdotas tan secundarias como parece? En ambos casos, Quesada se retrata frente al mar. En el primero, narrando el final con amanecida de una fiesta colectiva. En el segundo, como testigo del inicio del anochecer que la guerra impondrá al comercio marítimo internacional. El Atlántico, a menudo sublimado como motivo de identidad festiva, aparece aquí en su contradictoria complejidad, y la luz que trae el final de la borrachera puede leerse como el inicio de una resaca social, con la que la sociedad canaria despertaría a la conciencia de la realidad que habitaba a pesar del frágil progreso de las décadas anteriores. En esta contradicción que conjuga luces y sombras sobre la superficie del mar se cifra la imagen de las convulsiones que caracterizan la dependiente economía canaria, pero también una clave para interpretar la ambigüedad del mar en la obra quesadiana, moviéndose entre los polos de su condición vigorizante en El lino, su asfixiante ambivalencia en Llanura o Los caminos dispersos y el desolado paisaje de algunas crónicas de La Publicidad.
La edición de un epistolario parece a veces embarrarse en los detalles de la vida cotidiana, pero la perspectiva del tiempo nos permite cargar de significación lo banal. El epistolario entre Quesada y Doreste está lleno de instantes en los que hechos y gestos concretos permanecen a la espera de la mirada adecuada que los ilumine y obtenga de ellos significados nuevos con que interpretar nuestra memoria histórica y cultural.
La carta transcrita
Amantísimo Luis: Llegaron Néstor... y la petaca, donde a más de los cigarrillos trajo el hongo. Llegó admirable; le recibimos amorosamente, los amigos de verdad y al siguiente día nos lo llevamos a un almuerzo sereno, íntimo, exquisito: como para él, gran Heliogábalo. Ya le conoces: es un hombre de un apetito [¿influenciante?]. Siguió más tarde con González Díaz y un grupo pequeño la juerga. ¡Hasta el amanecer… del Atlántico! Nos emborrachamos de arte y de luz, aderezándolo todo con este aclimatado amigo Whisky Inglés. Recibimos el telegrama que contestamos ¡tres días después! Hemos hablado tanto, tanto de vosotros… Todas las noches; ahora el Chefalo y los Chefalos con Calvache de secretario. Aquí nos tienes de tifus, haciendo una pequeña vida cortesana. ¡Dos grandes hombres de París en Provincia! Lo demás, lo mismo. Él viendo de arreglar lo del Casino y lo del Strangers Club, que parece que también le han hecho encargo. Fuera de estos minutos, caminamos, caminamos, hacia el Puerto, hacia San Cristóbal; a veces en una pintoresca tartana. Soñamos mucho y pensamos más. Pero la guerra, esta guerra, que el matón indecente de Guillermo II ha provocado, en un momento nos sobrecogió. Más tarde, mi espíritu, sereno, fuerte, infinito sintió un epidérmico desprecio por las naciones beligerantes. Todo eso es ridículo a pesar de sus muertes y de sus hambres. El puerto nuestro está lleno de vapores alemanes que no pueden salir por el gato inglés que acecha. Nos han vendido sus provisiones. Parece que comeremos algo. Pero es ridículo, Luis, es ridículo, cinematográfico (de 1.000 metros. ¡Gran estreno!). Ese gesto alemán con música idiota de Leo Fall. ¿Crees tú que podemos tomar en serio este temblor internacional? ¡Y que esta agradabilísima señora doña Materia haya trabajado, evolucionado tanto, para ampliarnos las testas y evitarnos la pelambre, y sigamos igual, que antes de Adán y de Eva! Haremos, en fin, una cosa cruel y honda, para el futuro; es preciso que conste en los anales nuestra racionabilidad.
Te he escrito muchas cartas antes de esta. ¿Las has recibido? Néstor me trajo muchas noticias. ¿He de volver a manifestar mi gratitud eterna? Ah, pero que no se enfríe.
Di a los amigos que Néstor sigue maravilloso. Empero, antediluviano de rostro como siempre, aunque él y Calvache (Diego) pretendan demostrarnos lo contrario.
Mis recuerdos cariñosos a Bilbao. Para ti un leal abrazo de tu hermano
Rafael
Suscríbete para seguir leyendo
- Aemet advierte que Canarias pasará del calor intenso al tiempo otoñal en solo unos días
- Alerta en Canarias ante la expansión marroquí sobre el Sáhara Occidental
- «Me dejo violar, me la chupas y me cago en todos los santos»
- El Gobierno de Clavijo confía en que la 'espantada' de Junts no afecte al decreto Canarias
- Los bares de Canarias perderán 130 millones por la falta de patrocinio de las cerveceras
- Así funcionan los avisos de la Aemet y las alertas en Canarias: quién decide, cuándo se activan y qué significan realmente
- Libros y material escolar gratis para los niños canarios a partir del curso 2026/2027
- La jefa del servicio de Oncología Médica del HUC: «El cáncer de pulmón está creciendo en mujeres y debemos ponerle freno»