Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

La burocracia frena los movimientos migratorios entre África y Canarias

Esta realidad se enmarca en un contexto de alta demanda de mano de obra en determinados sectores económicos como el primario o el de la construcción

Archivo - Migrantes procedentes de un nuevo cayuco desembarcan en el puerto de La Restinga, a 26 de agosto de 2024, en El Hierro, Canarias (España).

Archivo - Migrantes procedentes de un nuevo cayuco desembarcan en el puerto de La Restinga, a 26 de agosto de 2024, en El Hierro, Canarias (España). / Antonio Sempere - Europa Press - Archivo

Las Palmas de Gran Canaria

La burocracia frena los movimientos migratorios entre Canarias y el continente africano. Una realidad que incide de manera directa en la migración circular. Así, la situación administrativa irregular de muchas personas que llegan al Archipiélago a través de la vía marítima condiciona su integración laboral en la Comunidad Autónoma y genera un «marco de indefensión», según el profesor de la Universidad de La Laguna Daniel Buraschi. El diagnóstico es claro: «La dificultad de la migración circular con África es que no existe la libertad de movimiento. Cuando una persona se lo juega todo para llegar hasta las Islas, resulta muy difícil que haya una circularidad entre los lugares».

En este contexto, hablar de migración circular resulta aún más complejo: «Los canales de llegada son tan limitados y tan filtrados por las políticas migratorias que es contradictorio y arriesgado hablar de circularidad cuando esas mismas políticas hacen todo lo posible por restringir o impedir las llegadas». La migración circular, en palabras de Buraschi, solo puede desarrollarse si existe libertad de movimiento.

Dificultades

Más allá de la dificultad para establecer una migración que facilite el movimiento entre las Islas y el continente africano, el verdadero reto radica en la integración laboral de las personas que llegan a las costas canarias. Según un estudio del Observatorio de la Inmigración de Tenerife, en la Isla un 48% de las personas migrantes ha tenido dificultades para acceder a la formación para el empleo, el 44% ha recibido un trato inadecuado por parte de los servicios públicos y el 53% no ha sentido que se valoraran sus conocimientos ni su experiencia previa durante los procesos de orientación profesional. Las cifras dibujan un escenario marcado por lo que Buraschi denomina inclusión diferencial: «Es una tendencia a incluir a las personas migrantes en el mercado laboral, pero siempre en posiciones secundarias, en los trabajos más duros, peligrosos y precarios».

Esta realidad se enmarca, además, en un contexto de alta demanda de mano de obra en determinados sectores económicos de Canarias, como el primario o el de la construcción. La situación ha propiciado un fenómeno de «etnoestratificación» del mercado laboral, en el que los migrantes no solo ocupan los puestos más bajos, sino que ciertos perfiles nacionales tienden a concentrarse en sectores específicos. En el caso de las personas procedentes de África, señala Daniel Buraschi, «se las percibe como mano de obra barata, sin tener en cuenta sus necesidades, sus proyectos de vida ni sus derechos». La noción de inclusión diferencial refleja precisamente esta contradicción: una aparente incorporación al mercado de trabajo, pero acompañada de una exclusión de los derechos laborales y sociales.

Programas

El investigador destaca dos grandes diferencias entre los perfiles migratorios. Aunque la irregularidad administrativa es un elemento común tanto entre la población latinoamericana como africana, existen matices. En el caso de las personas africanas, «entran en un circuito de primera acogida y, por diversas razones, terminan quedando en situación de irregularidad administrativa». En cambio, una persona latinoamericana que llega de forma regular –por ejemplo, con un visado turístico, de estudios o tras solicitar protección internacional– puede llegar a una situación de irregularidad sobrevenida, una vez se caducan sus permisos.

En este contexto, cuenta Ana María López Sala, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, existen programas de migración circular, aplicados principalmente al sector agrícola, que requieren mano de obra en períodos cortos de tiempo. «Responden a las necesidades de sectores que, por su propia dinámica, demandan un refuerzo temporal de trabajadores», sostiene. La regulación administrativa en estos casos está «ampliamente supervisada» desde el reclutamiento hasta la supervisión en destino de las condiciones laborales de los migrantes.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents