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La ciencia lo tiene claro: el horario de invierno es la mejor opción para la salud

Pese a ser la opción menos popular entre la ciudadanía, resulta ser la más beneficioso porque el amanecer natural permite sincronizar el ritmo circadiano

Esta madrugada se atrasa la hora y, en Canarias, a las dos será la una.

Esta madrugada se atrasa la hora y, en Canarias, a las dos será la una. / INFORMACIÓN

Santa Cruz de Tenerife

Los canarios, al igual que el resto de europeos, amanecen hoy con una hora más de descanso. Durante la pasada madrugada, los relojes adelantaron una hora sus manecillas y, en cuestión de segundos, a las dos fue de nuevo la una. Una tradición que resuena con más fuerza que nunca por el debate planteado a principio de semana por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de acabar «definitivamente» con esta práctica. En medio de esta polémica, que nunca ha estado libre de dudas, la ciencia se abre camino entre la política y ofrece una respuesta contundente: el cambio de hora estacional es perjudicial para la salud y el horario de invierno es el que más se ajusta al cuerpo humano.

Para comprender el origen de este cambio es necesario remontarse a la Primera Guerra Mundial, cuando Alemania decidió instaurar el cambio de hora de manera puntual para ahorrar carbón –necesario para iluminar casas y calles–. Y no fue hasta 1981 cuando la Unión Europea (UE) estandarizó la práctica con el argumento del ahorro de energía y estableció la sincronización de los horarios de verano en todo el continente. A día de hoy, este argumento ha perdido validez y por eso, autoridades como Sánchez califican esta práctica de un «sin sentido».

En España, el Boletín Oficial del Estado (BOE) recoge que el último cambio de hora previsto será el 25 de octubre de 2026. Y hasta la semana pasada, el país mantendría hasta esa tradición de cambiar las manecillas del reloj dos veces anuales al menos un año más. Pero ahora la situación puede cambiar. Quizás, ayer fui la última vez que los isleños pudieron disfrutar de la luz solar hasta las ocho de la noche. A raíz de las declaraciones del presidente, la Comisión Europea valora buscar una «posición común» sobre este asunto e iniciar un «estudio para apoyar la toma de decisiones».

Primera propuesta

Pero el debate sobre si el cambio de hora debería continuar o eliminarse por completo no es nuevo. Ya en 2018, la Comisión Europea presentó una propuesta para suprimir el cambio de horario dentro de la UE. Países como Alemania o Dinamarca siempre han estado a favor de eliminar esta medida. Y otros como Finlandia o Polonia han respaldado ahora la propuesta de España. En este contexto, parece que el dilema gira más hacia cuál de los dos horarios se establecerá como fijo. Y aunque el horario de verano es el favorito de la mayoría de los ciudadanos, por el buen tiempo y un mayor aprovechamiento de las horas solares, la ciencia avala justo lo contrario.

El catedrático de Fisiología de la Universidad de La Laguna, José Luis González, expone que las alteraciones del sueño que se producen con los cambios de hora causan disfunciones en el ritmo circadiano. «Este ritmo es el que se encarga de la regulación del sueño, la secreción hormonal, la temperatura corporal y el metabolismo energético», señala. Según relata, esa alteración afecta directamente al sistema nervioso central y puede generar situaciones de angustia, ansiedad e, incluso, aumentar el riesgo de accidentes laborales y de tráfico. También explica que se produce un «pequeño» jet lag. «Tiene una duración aproximada de una semana y no es muy fuerte, pero propicia un aumento de infartos y patologías del tipo depresivo», apunta.

Horario natural

Por su parte, el médico del deporte en la Universidad Europea de Madrid, Francisco Martín, coincide con González. «Es importante recordar que hasta principios del siglo XIX no existían los cambios de hora y los seres humanos vivían en consonancia con el sol», contextualiza. Por lo que explica que esta práctica de cambiar la hora dos veces al año va en contra de a naturaleza.

«La cronobiología, que es el estudio de los ritmos biológicos periódicos de los seres vivos y cómo se organizan en el tiempo, no entiende de cuestiones políticas, ni de cambios de hora (ya sea por estaciones o por viajes a la otra punta del mundo)», detalla. Según comenta, las variables del organismo, como la glucosa o las hormonas del tiroides, se regulan en ciclos de 24 horas. Y los cambios de hora alteran el sistema.

El de invierno, el elegido por la ciencia

El catedrático da un paso más en el debate actual y asegura que el horario estándar permanente–conocido como el de invierno– es el más beneficioso para la salud. «Es verdad que la gente prefiere el de verano, pero desconocen su efectos sobre la salud», advierte. Con el horario de verano, se retrasa el amanecer, se produce un mayor jet lag social y hay una menor exposición a la luz matinal, que es la que sincroniza el ritmo circadiano. «Esto provoca una desalineación metabólica, una mayor resistencia a la insulina, mayor sensación de fatiga y más riesgos de sufrir trastornos en el ánimo», señala. Por estos motivos, considera que «aunque no nos guste, lo coherente es optar por el de invierno».Según relata, el horario estándar permanente permite una mejor rutina del sueño y mayor estabilidad emocional. Además, mejora el riesgo cardiovascular y metabólico y es mejor para la concentración y el rendimiento matutino.

Martín, al igual que González, considera que el horario de invierno es el más adecuado y recomienda algunas prácticas para que la adaptación sea adecuada. «Para tener una buena rutina del sueño sincronizada con este nuevo horario es importante que las cenas no sean muy copiosas y que las realicemos, al menos, dos o tres horas antes de dormir", apunta. También aconseja bajar la temperatura unos grados antes de conciliar el sueño, en la medida que sea posible. «Son cambios sociales que cuestan, pero es el mejor camino para mantener nuestra salud el mayor tiempo posible». Además, recuerda la importancia de aprovechar las horas de luz para las actividades y dejar esas horas de oscuridad para el descanso. «La exposición social matutina es clave para nosotros».

Salud emocional

Ante este consenso bastante unánime sobre los beneficios del horario de invierno, pueden surgir dudas sobre esta elección cuando se tienen en cuenta sus efectos en la salud emocional. Es habitual escuchar que el horario de invierno despierta sensaciones más depresivas, y en parte es cierto. La psicóloga clínica y portavoz del Colegio Oficial de Psicólogos de Santa Cruz de Tenerife, Tamara Cabrera, cuenta que una menor exposición a la luz solar influye en la producción de serotonina, el neurotransmisor asociado al bienestar.

Sin embargo, no es menos perjudicial que realizar dos cambios de hora anuales: «Esta práctica interrumpe constantemente el reloj biológico y afecta a los patrones del sueño, que interfieren en nuestra salud emocional porque provocan insomnio, mayor irritabilidad, ansiedad o estrés». La psicóloga reitera que no cambiar el horario evitaría estas modificaciones en el ritmo circadiano.

Por otro lado, reconoce que «cuando recibimos más luz solar nos encontramos más motivados, animados y con ganas de realizar actividades. Y cuando pasamos a este horario de invierno esas sensaciones cambian un poco y pasamos a sentirnos un poco más apáticos o sin ganas de hacer cosas". Pero considera que la clave está en no cambiar la rutina habitual. «La sociedad relaciona la oscuridad con quedarse en casa y lo importante es mantener la misma rutina, con una actitud positiva y priorizando los hábitos de vida saludable».

Trastorno afectivo estacional

Asimismo, insiste en que mantener un horario acorde a la exposición de luz solar favorece la reducción de los conocidos trastornos afectivos estacionales. El Instituto Nacional de la Salud Mental (NIMH, por sus siglas en inglés) define esta patología como un tipo de depresión que se caracteriza por un patrón estacional recurrente, con síntomas que duran entre 4 y 5 meses al año.

Para el trastorno afectivo estacional de patrón invernal, los síntomas son dormir y comer en exceso, y retraerse socialmente. Para el trastorno de patrón de verano las señales son diferentes: problemas para dormir, comportamientos agresivos, menor apetito, inquietud y ansiedad presente.

Para estos días, la psicóloga recomienda «tener paciencia, realizar ejercicio regularmente, exponerse a la luz natural y adaptarse gradualmente a una nueva rutina de sueño» para lograr positivamente un proceso de ajuste. De todos modos, considera que es importante acudir a un profesional si este malestar, fruto de la incapacidad de adaptación, se prolonga durante mucho tiempo.

Una hora menos en las Islas

En medio de todo este periodo de inestabilidad horaria, Canarias ha aprovechado para alzar su voz y recordar que, pese a que el establecimiento de un horario único no afecta a los husos horarios, la hora menos de las Islas «no se toca» ni debería ser objeto de debate. Y es que la famosa hora menos de Canarias implica una promoción para las Islas por la cantidad de veces que se menciona en diferentes contextos.

Es importante recordar que fue el dictador Francisco Franco el que decidió, en 1940, asimilar el horario de la Península al de Alemania. Canarias, que tiene una hora menos por su situación geográfica, quedó entonces con horario idéntico al de Inglaterra. Según Martín, este acontecimiento sometió a la sociedad española a un jet lag social permanente y culturalmente permitido. «Incluso nosotros mismos presumimos de dormir menos y levantarnos tarde, cuando eso va totalmente desincronizado con los hábitos de vida saludable», añade. Por esta razón, considera que sería bueno aprovechar este debate para volver a establecer el horario natural del ser humano.

Pese a ese cambio del dictador, las Islas ya tenían un horario distinto al de la Península a principios del siglo XX y, por lo tanto, no tendría por qué variar esa situación aunque en Europa se decida finalmente eliminar los cambios de hora estacionales. Por ahora, solo queda esperar para conocer la evolución de este debate y poner en práctica los consejos de los profesionales.

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