Canarias planifica el lanzamiento de su propio ‘ojo’ espacial para buscar planetas habitables a partir de 2029
El IACTec pasa la primera fase de evaluación del futuro telescopio por parte de la ESA
El proyecto dará más autonomía e influencia internacional a la ciencia canaria

Representación gráfica de la órbita de IACSAT / IAC

Quedan apenas cuatro años para que los astrónomos canarios den uno de los saltos de calidad más importantes de la historia de la exploración del cosmos isleña. Tras varios años divagando sobre las posibilidades de crear este ambicioso proyecto, el día para que el primer observatorio espacial 100% canario se convierta en una realidad se acerca.
IACSat-1 es el primer telescopio que el Instituto de Astrofísica de Canarias planea plantar en el espacio exterior. El proyecto busca aprovechar todo el conocimiento adquirido en el último lustro en la inusitada carrera espacial en la que se ha embarcado el Astrofísico para ponerlo al servicio del estudio del cosmos. «Hasta ahora nos hemos centrado en la observación de la Tierra con las cámaras Drago y la constelación de satélites Islas Canarias», explica el gerente del grupo de Espacio del IACTEC, José Alonso.
Y es que desde hace unos años, los investigadores del IAC empezaron a darse cuenta que, al escrutar el universo, se topaban con la molesta influencia de la atmósfera. Esta capa vital para la vida en nuestro planeta es también un quebradero de cabeza para los científicos, ya que enturbia los datos que proporcionan los telescopios de Tierra. Esta turbidez, que es mayor en lugares más contaminados, obliga a los científicos a «corregir» sus observaciones. Sin embargo, cuando las imágenes se toman directamente desde el espacio la cosa cambia.
Nivel técnico
A nivel técnico, el observatorio estará diseñado para, durante la mayor parte del tiempo (entre un 70% y un 85% de su vida útil), confirmar la existencia de exoplanetas como la Tierra ubicados en la zona habitable de enanas M de nuestro vecindario solar. Es decir, buscar candidatos a albergar vida cerca de nosotros.
Sin embargo, la puesta en órbita de un telescopio espacial tiene también varias implicaciones a nivel estratégico. Yes que, en este sentido, el observatorio cumplirá una doble función. Por un lado, dará independencia al Instituto a la hora de realizar investigaciones. «No dependeremos de otros grupos, podremos enfocarlo en lo que creamos oportuno», relata Alonso. Pero las imágenes de nuestro vecindario cosmológico no estarán únicamente disponibles para sus investigadores, también podrá acceder cualquier grupo del mundo que lo solicite. «Será una moneda de cambio», explica Alonso.
Ayuda a otros telescopios
Y es que el telescopio también tendrá un valor añadido para la ciencia internacional. No en vano, su capacidad para detectar planetas es clave para optimizar el uso de herramientas científicas más potentes, como el telescopio espacial James Webb. Al buscar planetas en la zona de habitabilidad de las estrellas M proporcionará información clave para su posterior caracterización espectroscópica con otros telescopios tanto espaciales como en tierra, como es el caso de los futuros colosos terrestres, como el Extremly Large Telescope (ELT), que se instalará en Chile, o el Telescopio de Treinta Metros (TMT), que aún no tiene una ubicación fijada.
Entre el 15 y el 30 % del tiempo restante se destinará a otros objetivos científicos, incluyendo el apoyo a misiones como Cheops y Plato que complementará con análisis cromáticos de tránsitos planetarios.
Este telescopio será único en su tipo. Con apenas 24 centímetros de diámetro, estará diseñado para observar con precisión en el rango visible y en el infrarrojo cercano. Esto le procurará alcanzar una elevada precisión fotométrica. Además, el telescopio quiere abanderar una nueva astronomía espacial lowcost. «Queremos hacer la ciencia más accesible», insiste, aunque advierte de que es «un reto».
Fase inicial
La misión espacial se encuentra aún en una fase inicial de su desarrollo, pero ha avanzado tanto que se ha metido en el bolsillo incluso a la Agencia Espacial Europea (ESA). El proyecto avanza por dos líneas complementarias: por un lado, se acaban de pasar los trámites necesarios para corroborar su viabilidad de cara a la ESA. El pasado 25 de febrero de 2025, superó su propia SRR, lo que demuestra su viabilidad técnica conforme a los estándares de la Agencia Espacial Europea (ESA). Por otro lado, y tras realizar un proceso de licitación pública, se ha cerrado un contrato para el diseño preliminar de la plataforma y del segmento terreno fue adjudicado a Airbus Defense and Space.
Esto significa que en 2026 ya podrán presentar un diseño preliminar y tan solo un año después, en 2027, el final. El objetivo es estar en el espacio en 2029, pero como advierte el investigador, esto ocurrirá «siempre que la financiación acompañe». A día de hoy, la misión cuenta tan solo con la mitad de los recursos para salir adelante.
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