Canarias se prepara para contemplar la luz de una 'bomba atómica' estelar: la nova T. Corona Borealis está a punto de colapsar
El Archipiélago será testigo del estallido de una nova recurrente a 3.000 años luz que explota cada 80 años

Recreación de RS Oph, la primera nova descubierta en emitir rayos gamma de muy alta energía , similar a T Coronae Borealis. / IAC

Canarias podrá presenciar el estallido de una bomba atómica estelar en su cielo nocturno a lo largo de este año o el próximo. A simple vista, el violento fenómeno astronómico podrá confundirse con el nacimiento de una brillante estrella en el firmamento, y, sin embargo, con las herramientas adecuadas, los astrónomos y astrofísicos podrán contemplar uno de los eventos más caóticos y disruptivos de las estrellas en tiempo real: el estallido de una nova.
Una nova es la erupción de una estrella fruto de su interacción contra estrella. En concreto, sucede como consecuencia del «binomio formado por una enana blanca supercompacta y muy densa del tamaño de un planeta y su compañera gigante roja», tal y como explica Juan Cortina, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). En este caso, el hongo nuclear que hará aparición en los cielos nocturnos de Canarias será el de T. Corona Borealis (TCRB), una enana blanca que pasa décadas robando materia a su acompañante, una gran gigante roja.
¿Cómo se gesta?
En ciclos de unos 80 años, la presión gravitacional de esta pequeña bomba de relojería hurta los materiales gaseosos que componen la atmósfera de su acompañante. De esta forma, los gases que forman a la gigante roja, principalmente hidrógeno y helio –aunque también carbono y nitrógeno– se van depositando sobre su atmósfera, aumentando la temperatura de la enana blanca progresivamente y convirtiéndola, con el paso de los años, en una peligrosa estructura cósmica.
«El material se queda en su superficie», revela Cortina. Tras años de absorción de material, la pequeña estrella colapsa y explota en un violento fenómeno cosmológico que, sin embargo, –y al contrario de lo que ocurre con las supernovas– no acaba con la pequeña estrella. «Es una explosión tremenda; toda la atmósfera explota con una energía mil veces más brillante que la de la bomba de Hiroshima», destaca.
Este estallido da lugar a lo que, desde nuestra perspectiva –a unos 3.000 años luz de distancia–, se contemplará como una nueva estrella en el firmamento ubicada al norte de la Estrella Polar. Pero si pudiéramos observarla con detenimiento y mejores recursos, lo que veríamos sería una nebulosa en expansión. «Es muy brillante y a veces se puede ver a simple vista, esperamos que este sea uno de esos casos», insiste.
Una oportunidad científica
Sin embargo, el estallido de luz no solo es un espectáculo astronómico digno de contemplar en una noche estrellada, también supone una oportunidad única para que los científicos canarios desentrañen el misterioso origen de los rayos cósmicos.
En concreto, con esta explosión, los investigadores podrán estudiar desde los observatorios isleños, los rayos gamma asociados a la explosión. Desde el IAC se está estudiando a través de varios telescopios que observan en diferentes frecuencias o longitudes de onda. Por una parte, se está realizando un seguimiento en el rango de luz visible, que es el que puede ver el ojo humano, y para ello se utilizan los telescopios SONG y Las Cumbres, ambos instalados en el Observatorio del Teide, en Tenerife.
Además, como la comunidad científica está interesada en conocer o en estudiar su contrapartida más energética, se hará un seguimiento con los telescopios MAGIC y LST-1, que son expertos en estudiar rayos gamma y que están ubicados en el Observatorio del Roque de los Muchachos (ORM). En este caso, se intentará confirmar si es la nova más brillante.
Por último, «a través de estudios de interferometría de intensidad –diferente que la utilizada para observar rayos gamma– de los telescopios Magic del Observatorio del Roque de Los Muchachos podremos medir la velocidad a la que se expande el hongo de la nebulosa», incide el investigador.
Llegada en uno o dos años
Aunque se desconoce el momento exacto en el que podrá ocurrir el fenómeno, los investigadores ya se están preparando ante una llegada sorpresa. «Las primeras horas son críticas y si no sucede de noche perderíamos algún tiempo», admite el investigador. La nueva estrella se podrá contemplar durante al menos 5 noches a simple vista, pero el seguimiento con telescopios se podrá realizar durante las primeras semanas e incluso años.
Hasta ahora, solo se ha observado este fenómeno en una ocasión, en la nova RS Ophiuchi durante su erupción de 2021. «Son fenómenos únicos; ocurre uno cada 20 años», revela Cortina. Identificar un nuevo caso permitirá comprobar si este tipo de emisión es común en las novas recurrentes o si depende de condiciones particulares, ayudando así a entender mejor los mecanismos físicos que la producen.
Otra característica que hace de esta nova algo especial es que no solo es las más brillantes, sino que es la más conocida, pues hay registros históricos del siglo XIII. No en vano, la primera vez que se tienen registros de este fenómeno 1217.
«La última vez se detectó el 9 de febrero de 1946 y, anteriormente, el 12 de mayo 1866, así que es posible que ocurra este año o el siguiente», recalca Cortina. Y es que sobre esta estrella hay una cierta incertidumbre, pues «aunque es recurrente», no cuentan con datos precisos sobre cuándo puede ocurrir. Además, de todas las conocidas, es la que tiene el periodo de recurrencia más largo: 80 años.
La investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias, Alicia López Oramas, añade que en «la Vía Láctea conocemos actualmente diez novas que emiten erupciones de manera recurrente cada X años y T.Corona Borealis es la más brillante de ese grupo».
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