'Salvacosturas': bomberas de Gambia fabrican salvavidas con velas de barcos canarios

En Gambia, un grupo de mujeres bomberas está salvando vidas con aguja e hilo. El proyecto canario ‘Salvacosturas’ ha convertido la falta de recursos en una oportunidad para empoderar, innovar y tejer futuro desde lo local.

Salvacosturas': bomberas de Gambia fabrican salvavidas con velas de barcos canarios

El Día

Las Palmas de Gran Canaria

Una vela, una máquina de coser y una carencia que cuesta vidas. Así comienza una historia cosida con empuje femenino. Impulsado por la oenegé canaria Starup Corazón Solidario, un grupo de mujeres bomberas en Gambia ha dado forma al primer taller de fabricación local de equipos de rescate acuático del país, bajo el nombre Salvacosturas: Guardianas del rescate en el mar. Nació como respuesta a la falta de material básico para salvar vidas en la costa y se ha convertido en un acto de empoderamiento femenino, orgullo nacional y revolución social.

El proyecto forma parte del Programa de Cooperación para la Mejora del Servicio de Bomberos, Rescate y Emergencias en Gambia —el más relevante de España en esta materia en la región— y demuestra que la innovación puede surgir desde lo local. «Salvacosturas no solo fabrica equipos: fabrica soluciones, salva vidas, reduce la dependencia, baja los costos y entrega el poder a quienes antes solo eran espectadoras: las mujeres», resume Sonja Arup, presidenta de Starup.

Uno de los bomberos en el taller de rescate acuático con un chalecho.

Uno de los bomberos en el taller de rescate acuático con un chalecho. / LA PROVINCIA / DLP

La formación de los bomberos no podía avanzar sin resolver un vacío básico: el material. Para poder impartir los cursos de rescate acuático ofrecidos por los bomberos de Canarias, se requerían chalecos y brazos de rescate. «El presupuesto que nos dieron para comprarlos nuevos era disparatado», relatan desde la oenegé. Fue entonces cuando Ismael Mejías Pitti, cabo del Consorcio de Emergencias de Gran Canaria, se puso manos a la obra. En un mes, diseñó y probó prototipos en el mar y en agua dulce. «Este proyecto demuestra que, incluso con recursos limitados, si formamos y confiamos en sus capacidades, las soluciones pueden nacer en origen», destacó el propio Mejías.

40 kilos de vela

Con los diseños listos, empezó la búsqueda de materiales. «El Gobierno de Canarias y el Cabildo de Gran Canaria nos dieron unos fondos con los que compramos parte de los materiales: hilos especiales, ganchos, cintas, cabos, corchos y algunas telas», explica la oenegé. La logística incluyó pedidos a Francia e Italia. Pero también hubo gestos solidarios como el de la Federación de Vela de Canarias, que les donó una vela de 40 kilos, que se reutilizó en la confección de los chalecos.

Este tipo de soluciones creativas no solo resuelven un problema técnico, sino que despiertan el ingenio y fortalecen el vínculo entre Canarias y el continente africano. Lo que empezó como una respuesta a una urgencia se está convirtiendo en un modelo exportable de cooperación eficaz y sostenible.

Bombera cosiendo chalecos.

Bombera cosiendo chalecos. / LA PROVINCIA / DLP

En seis semanas de esfuerzo continuo, las bomberas gambianas fabricaron 50 chalecos salvavidas y 25 brazos de rescate. Al frente del grupo, Polina Mansal, una mujer valiente que mantiene a su familia sin apoyo alguno, se convirtió en símbolo de resiliencia y liderazgo. Con siete máquinas de coser donadas por el Gobierno de Canarias —y puntadas que, a veces, debieron hacerse a mano—, las mujeres trabajaron sin descanso. «Aunque algunas cosas había que coserlas a mano, fue una motivación enorme para ellas», destacan desde la oenegé.

Crear industria

En Gambia, la costura es un oficio tradicionalmente masculino, y para muchas de las participantes fue la primera vez que se sentaron frente a una máquina. «Yo quiero empoderar a las mujeres, quiero que aprendan a coser para crear trabajo y oportunidades para ellas», explica la presidenta de Starup. Lamenta que tanto en Gambia como en Senegal miles de mujeres estén solas al frente de sus familias. Muchos hombres han migrado a Europa o han perdido la vida en la ruta canaria, dejando atrás hogares sostenidos únicamente por ellas. «Si no tienen recursos, terminan por meter a sus hijos en una patera», advierte.

El impacto social es evidente: las mujeres que antes quedaban relegadas a tareas secundarias en los cuerpos de emergencia ahora lideran procesos clave y se sienten parte activa de una misión mayor. La autoestima, como los chalecos, también se construye desde cero.

Impacto social

La oenegé destaca que el proyecto Salvacosturas ha sido posible gracias al apoyo conjunto del Gobierno de Canarias, el Gobierno de Gambia, la Consejería de Solidaridad Internacional del Cabildo de Gran Canaria, Binter Canarias, Gesport Atlantic, el Consorcio de Emergencias de Gran Canaria y el Consorcio de Bomberos de Tenerife.

Pero esto no es un punto final, sino un comienzo. Ahora, el objetivo de Arup es consolidar esta iniciativa como un proyecto industrial. «Este taller es pionero en África. Quiero buscar fondos para empezar a exportar chalecos y brazos de rescate a otros países de África como Senegal, Mauritania, Ghana o Costa de Marfil», anuncia. La visión es ambiciosa y profundamente simbólica: que esos chalecos lleven bordadas dos banderas —la de Gambia y la de Canarias— como testimonio de una cooperación que no llega desde arriba, sino desde dentro. Que se cose con manos locales, pero con hilos de solidaridad isleña.

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