Pedro Martínez, ingeniero de montes: "No existe una receta para repoblar el bosque canario; todo tiene sus pros y contras"

El jefe de servicio del equipo de extinción de incendios del Cabildo de Tenerife, Pedro Martínez, apuesta por acelerar la maduración de los bosques para adaptarlos a los voraces fuegos del cambio climático

El ingeniero de montes y  jefe de servicio del equipo de extinción de incendios del Cabildo de Tenerife, Pedro Martínez, en su oficina.

El ingeniero de montes y jefe de servicio del equipo de extinción de incendios del Cabildo de Tenerife, Pedro Martínez, en su oficina. / Arturo Jimenez

Verónica Pavés

Verónica Pavés

La Laguna

Cuando se apagó el voraz incendio que afectó a la isla tinerfeña en 2023, Pedro Martínez –que se convirtió en la cara reconocible de aquella emergencia– y su equipo empezaron a dar forma a un trabajo que ya lleva más de tres décadas gestándose: la recuperación de la masa forestal canaria. Pero el trabajo no es sencillo. No solo por las grandes dimensiones que ocupa el bosque, sino también por las complejas relaciones que existen en los ecosistemas.  

¿A qué achaca el aumento de la superficie forestal en Canarias de los últimos 25 años?

Yo lo achaco al abandono de la actividad agraria. Es el lugar donde ha crecido especialmente fuera del ámbito forestal. Trabajé entre 2000 y el 2004 en La Gomera y ya se notaba que en el norte había masas de brezo, que es la especie pionera del monteverde, avanzando en cotas mucho más bajas. 

¿Y cómo son esos bosques que surgen en esa interfase?

Realmente siempre empiezan con especies pioneras. La especie pionera en monteverde es el brezo. En lugares que se han ido abandonando empiezan a aparecer esas especies, también matorral o incluso otras especies exóticas e invasoras, como el rabo de gato. Cuando no hay especies con las que competir y mucha luz, las camas de semilla brotan con fuerza. El pinar y los matorrales asociados a él, como el codeso, son pioneros también. El pinar ves que llega en muchos sitios a cotas bajas. Antes de las repoblaciones, la mayor parte de las islas tenían fincas de particulares cultivadas. Posiblemente, desde 1974 hasta ahora lo que más ha crecido es la masa de pino canario, al menos en Tenerife

¿Por qué se decidió repoblar los montes públicos?

Entre los años 50 y los 70 se repoblaron los montes públicos con la intención de obtener madera a 10, 15 o 20 años vista. Se repuso pino canario e incluso Pinus radiata (Pino de California). Quitaron incluso algunas áreas especiales de monteverde y laurisilva para plantar radiata. Pero nunca se llegó a ejecutar ese trabajo. Todavía tenemos algún pinar natural. Después, sobre los 80, se empieza la restauración del monteverde tanto en monte público y privado por un cambio en los aprovechamientos. De la zona se aprovechaba la matarrasa para horquetas y horquetillas, pero eso dejó de hacerse porque cambiaron los aprovechamientos y las necesidades de viña, tras sustituir los materiales. 

¿Pero esas repoblaciones se hicieron de manera adecuada? Durante el incendio de Tenerife en 2023 se habló mucho de que la densidad del pinar era demasiado alta.

Sí, los pinos se plantaron en su momento con mucha densidad. En concreto, con unos 2.000 pies por hectárea cuando lo natural, en la zona norte de Tenerife, son unos 200 pies por hectárea. Esto se hizo así por varios motivos. Primero, la mortalidad. Se pensaba que si plantaban mucho a la vez se ahorrarían una segunda repoblación. Lo segundo es que al crecer muy juntos, sobre todo si lo que se pensaba en aquel momento era aprovechamiento maderero, impides que nazcan muchas ramas y los árboles son más rectos. Pero este proceso también requería ir clareando, es decir, quitando del interior algunos pinos. Esa era la política de productiva. Esto ocurrió sobre todo en montes públicos, por eso, por ejemplo, en Gran Canaria las repoblaciones en superficie fueron mucho menores, mientras La Palma y Tenerife tuvieron mucho más. En La Gomera, por ejemplo, parte de los montes públicos están ocupados por monteverde, así que tampoco se llevó a cabo.

¿Cómo se debería hacer una repoblación? ¿Hay una receta mágica?

No hay receta y menos cuando se trata de seres vivos. Debemos asumir que lo que se hace en un sitio está bien, pero igual no se puede aplicar en todos. Cuando vamos al médico, para tratar una misma enfermedad puede haber 10, 15 o 20 tratamientos diferentes y el que se escoja dependerá de varios factores. Cuando recuperamos la masa forestal también hay que analizarlo todo. Una vez los gestores tienen todas las variables encima de la mesa son ellos quienes deciden qué método utilizar. Esas variables pueden ser económicas, de recursos humanos y materiales, del tipo de uso del lugar en el que se realizará el trabajo o incluso de potenciales colaboraciones con empresas. Cuando sumas todas las variables te puedes decantar por un método. En una de mis charlas me plantearon que por qué no usábamos bolsas con suelo natural. Se había comprobado que el suelo natural tenía más microorganismos y las posibilidades de eficacia eran mayores. Pero claro, si me planteas poner 200 plantas en un entorno pequeño, igual es factible. Pero si tengo que poner 30.000 plantas en 15 días en un entorno más grande, pues no me da tiempo porque tengo recursos limitados. Por tanto, no existe una receta y todo tiene sus pros y sus contras. 

Me imagino

Te pongo un ejemplo. Cuando decidimos hacer cortas de Pinus radiata para hacer una clara y que tuviera impacto en el suelo, pronto nos encontramos con que los árboles caían al suelo cuando hacía viento. Como los árboles crecen en espesura muy juntos, no tiene fortaleza de resistencia, sino que trabajan como un conjunto. Entonces, empezamos a tener muchos problemas con temporales no muy fuertes y cuando eran fuertes se nos rompía todo. Así que hemos empezado a hacer cortas en menor superficie. 

¿Se podría decir que el monte se está recuperando?

Sí. Si hablamos del pinar y la laurisilva, la foto de ahora es mucho mejor que la de hace 20 o 25 años. Especialmente en la zona pública, donde hay una gestión de los procesos que se hacen para imitar la naturaleza e intentando acelerar procesos para llegar a masa madura. Igual no es del todo correcto porque en un bosque no todos los individuos son maduros, tiene que haber perturbaciones y hueco, pero es verdad que la masa forestal estaba tan mal que decidimos hacerlo así. Mal en el sentido de que había una masa muy joven y con mucha espesura. Con este método hemos mejorado mucho. Por ejemplo, hay zonas en las que hace 25 años solo había brezo y ahora tenemos laureles en abundancia. Si vas limpiando el monte poco a poco, el brezo desaparece. Porque los brezales, que son los que están ganando terreno hacia las zonas habitables, tienen un problema, y es que sí arden bien. Y es verdad que podría decidir no actuar y que el bosque siguiera su curso natural, y en algún momento llegará ahí. Eso nadie lo discute. Pero convertir un brezal en laurisilva de 25 metros puede llevar más de 100 años y en las etapas iniciales - es decir, unos 30 o 40 años- eso va a estar repleto de especies pioneras que transmiten bien los incendios y están muy cerca de las viviendas. Además, cabe recordar que en apenas 30 años ya se ha quemado la corona forestal de Tenerife completa. Por tanto, ¿podemos asumir el ritmo natural de recuperación de la naturaleza en este caso? Pues no, no podemos. 

Hay que darles un empujón.

Al final lo que haces es imitar la naturaleza. Sabemos que en la etapa inicial entra el brezo y que, con el tiempo, empiezan a aparecer semillas por debajo. Esas especies tardan un tiempo en crecer porque necesitan sombra, pero cuando se forma la sombra también desaparece el brezo. Entonces, sabemos que en 30 o 40 años el brezo ha desaparecido y podemos decidir acelerar esa desaparición. Para ello, puedes plantar en el interior laureles y aclarar poco a poco o hacer cortadas más grandes. Aquí también desbrozamos cerca de la planta para que no compita con ninguna otra y crezca en altura.  

¿Qué impacto tendrá el cambio climático en el bosque isleño?

Hay diferentes opiniones desde el punto de vista de las consecuencias a futuro. La realidad actual es que el CO2 está subiendo y cada cierto tiempo batimos récord de temperatura. Sabemos que las precipitaciones caerán de manera torrencial. Hay evidencias, pero tenemos incertidumbre sobre el futuro. Todos los modelos, incluso los más precisos, siempre tienen un grado de incertidumbre, especialmente en lo que se refiere a la disponibilidad de agua, y ahí es donde entran las discusiones entre técnicos o científicos. Cuando hacemos repoblaciones no solo podemos prever que en un lugar haya calentamiento, también tenemos que saber si habrá más o menos agua. Aun así, lo que sí podemos hacer es ir probando a introducir especies de bosque termófilo (como el mocán o el madroño) en cotas de monteverde, por ejemplo. Además, si a futuro las condiciones de las Islas van hacia el termófilo, tenemos la posibilidad de llevar la semilla y dejar que siga su evolución natural. Pero decidir cambiar todo a termófilo, creo que es un error. 

Claro, es difícil decidir si no conoces una de las variables, como es la del agua.

Sí, y tampoco sabemos a veces cómo va a ser la adaptación de una especie concreta a esas nuevas circunstancias. Además, ten en cuenta que nosotros decidimos muchas veces en base a la documentación científica existente. Y ya nos hemos visto en varias ocasiones con plantas que, según la bibliografía, solo deberían crecer en el fondo del barranco y, de repente, un día por error la plantas en un lomo, crees que morirá y resulta que sale mejor. Entonces empiezas a mirar bibliografía, la descripción de la especie se ha hecho, no porque se haya plantado y se haya probado muchas veces, sino porque se ha descrito dónde han aparecido. Y ahí está la cuestión: ¿se encuentra en ese lugar porque le va bien o porque ahí no encontraba interferencia humana? 

Y esto, ¿por qué ocurre?

Muchos de los datos de los que disponemos en Canarias no provienen de estudios científicos realizados con tiempo en especies arbóreas. Son estudios de observación. Por eso la historia es importante. Cuando empiezas a analizar te das cuenta de que la explotación de los montes en las Islas empezó con la Conquista. Nos quedamos prácticamente sin montes porque la madera se utilizaba para todo: construir barcos, para los ingenios de azúcar, para cocinar o calentarse. 

Hemos hablado mucho del pinar y del monteverde, pero en qué estado de conservación se encuentra, por ejemplo, ¿el bosque termófilo?

Es el que está en peor situación. Es verdad que hay una dificultad para potenciarlo que es que no hay suelo público. La zona del termófilo fue donde se sentaron las poblaciones de medianía y las primeras poblaciones fueron en medianía, porque los asentamientos iban donde había agua y tierra de cultivo. Las medianías eran los mejores lugares para vivir; si ibas mucho más arriba hacía demasiado frío y si ibas más abajo no tenías agua. Pero en la zona había bosque termófilo y la actividad humana se la llevó por delante. Ahora lo que encuentras son más formaciones de matorral, que grandes palmerales o sabinas, aunque todavía las hay en Gran Canaria o en El Hierro, respectivamente. Pero si hablamos de daños, el que ha sufrido más es el piso basal. 

¿Se refiere a la costa?

Sí. Si hicieras un análisis de conservación en los últimos 40 o 50 años, sería la costa la más dañada. Porque el termófilo históricamente ha sido el que más, pero la degradación de la costa ha sido mucho más rápida. 

¿Cómo podríamos conservar mejor el monte?

En lo que se refiere a la parte forestal, deberíamos insistir en llevar a esas masas que se crearon de manera artificial, a lo más natural posible en el menor tiempo posible. Eso implica hacer más tratamientos pero es fundamental para que se adapten a los incendios, que es la consecuencia más palpable del cambio climático. Pero eso nos lleva a otro problema. Para hacer un tratamiento debemos cortar mucho pino y se saca mucha madera. Esta madera no se puede dejar allí porque tarda mucho en descomponerse y si quieres acelerar el proceso hay que sacarlo. Pero como no hay industria de madera, al final nosotros hemos tenido que triturar todo con un camión específico y dárselo a los ganaderos. La madera no sirve. Las empresas aquí son muy pequeñas y las de península no pueden entrar porque el coste es muy alto.

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