Macroperación policial contra la delincuencia organizada

Derbah recibió protección de los servicios de seguridad del Estado

El líder de la mayor organización criminal operativa en Tenerife colaboró con jefes de Información e Inteligencia en yihadismo y migración ilegal

Mohamed Derbah, en una imagen de archivo.

Mohamed Derbah, en una imagen de archivo. / E. D.

T. García

Santa Cruz de Tenerife / Madrid

Mohamed Jamil Derbah es uno de los nuestros. Y también de los otros. De los buenos y de los malos. En ese difuminado y poroso territorio fronterizo transita con frecuencia y facilidad el inversor libanés detenido el 30 de abril en el sur de Tenerife por liderar, según la investigación de Asuntos Internos de la Policía Nacional, la mayor organización criminal de la Isla. Tráfico de drogas, blanqueo de capitales, pago de sobornos. Esas son las imputaciones por las que permanece en la cárcel por orden de la titular del juzgado número 3 de Arona, Carmen Rosa Pino Abrante, que instruye la causa. Pero Derbah es un personaje poliédrico. Tanto como para que durante años recibiera cobertura de los servicios de seguridad del Estado.

A Derbah no se le toca. Estaba protegido por jefes de inteligencia e información del Estado, pero la intervención de Asuntos Internos de la Policía Nacional, en una investigación que no empezó con él como objetivo, ha dinamitado todo en mil pedazos. Y roto el cinturón de seguridad con la que el libanés se movía, exhibía y maniobraba desde el sur de Tenerife, la comarca que más riqueza aporta a Canarias y una bomba aspiradora de turistas: unos seis millones de visitantes anuales. Más que, por ejemplo, todos los que reciben Cuba y la República Dominicana juntos al año. Una zona desde donde Derbah desplegó sus intereses comerciales legales y no legales- sociales y políticos.

La culpa es de Moar. De Francisco Moar. Un jefazo de la Policía. Fue responsable de la Brigada Judicial de Tenerife y de la Unidad de Droga y Crimen Organizado, la Udyco. Desde otoño está jubilado, que no inactivo. Derbah lo llama “jefe”. Guiños de complicidad entre socios, se entiende, aunque no hay duda de quién es el jefe.

Ambicioso, manipulador, inteligente Moar tiene como pareja a una fiscal, durante años al frente del área de lucha contra la droga en el juzgado de Arona, en ejercicio ahora en la Audiencia Provincial de La Coruña: Sandra Fagil Fraga. Él fue detenido por su relación con Derbah. A las 48 horas estaba en la calle sin pasar siquiera a disposición judicial. La magistrada de Arona que dirige la causa no entiende este anómalo proceder. La misma policía que le detuvo, le soltó. En el registro domiciliario se le encontraron 145 gramos de cocaína. Aún está pendiente de declarar ante la magistrada. A la compañera de Moar, la fiscal Fagil Fraga, Asuntos Internos la vinculada con la trama corrupta. Sin embargo, no está investigada ni imputada. De ser así, su caso pasaría al Tribunal Supremo al ser aforada.

La policía llegó a investigar sus vínculos con Hezbollah, donde se cree que militó de joven, y Hamas

Mientras trasteaba en los negocios de Derbah -quien tiene a su lado a un jefe policial tiene a un amigo- Moar enredaba en la Jefatura Superior de la Policía Nacional en Santa Cruz de Tenerife, donde dirigió al principio las investigaciones del caso Mediador, más conocido luego como caso Tito Berni, que no solo afecta a las transacciones sexuales de un viejo y putañero diputado socialista por Fuerteventura en el Congreso, sino que escalan hasta la cúpula de la Guardia Civil, con un general de división Francisco Espinosa, integrado en la élite del instituto armado, pringado en la trama corrupta de comisiones, tráfico de influencias, prostitutas y adjudicaciones ilegales.

A Moar la juez del caso Tito Berni le apartó de la causa tras una reunión con el comisario jefe de Tenerife. Ni la juez ni el comisario jefe se fiaban de él. Sospechaban que traficaba con información confidencial que estaba bajo secreto de sumario. Moar denuncia que lo expulsaron de la causa por lo que había descubierto sobre la compra de mascarillas en Canarias durante la pandemia, los sobornos a políticos y la red de prostitutas y cocaína. Y si le hubieran dejado, se jactaba, algún ministro y altos cargos del Gobierno de Sánchez hubieran caído.

El enredo no acaba aquí. La gestión escandalosa de Moar pone sobre aviso a Asuntos Internos, cuyas pesquisas, ya llegará el momento, acabarán topándose con Derbah. Según Moar la dirección nacional de la Policía en Madrid le protegía ante los propósitos del comisario principal de Tenerife, Luis Felipe San Martín, de cesarle.

San Martín está ahora suspendido de empleo y sueldo mientras se le investiga en un juzgado de Las Palmas de Gran Canaria por presunta violencia de género. En la causa se incorporó un video grabado por la que entonces era su compañera en la que se le observa en calzoncillos en un dormitorio de la vivienda oficial del comisario en Tenerife empuñando el arma reglamentaria y apuntándola durante una riña. Moar fue el que convenció a la mujer para que denunciara a San Martín.

Mientras tanto, en la comisaría de Tenerife los compañeros del grupo de Delitos Informáticos denuncian a Moar por acoso laboral. Moar a su vez les acusa de hace desaparecer y manipular material relevante extraído de los teléfonos móviles incautados en las operaciones del caso Tito Berni. 

Ejercía como consejero del primer ministro de Guinea-Bissau, un país considerado como un narcoestado

“Hay mucha información importante en los teléfonos intervenidos en Madrid a un empresario y al general. Esto es una maniobra para impedir que siga investigando”, se queja Moar en una entrevista. Al final todo queda archivado.

Con este embrollo se acumulan los motivos para que aparezcan en escena los de Asuntos Internos.  Su entrada en acción será la perdición de Derbah.

Vamos ahora, de nuevo, al sur de Tenerife. Ajenos a estos jaleos de Moar, en la comisaría de la Policía Nacional en Costa Adeje, en cuya zona de influencia territorial se asientan los dominios de Derbah, los agentes comienzan a intervenir en los clubes de cannabis y marihuana. El tráfico de esta droga psicoactiva está penado, pero el consumo no. Los socios de estos locales se constituyen como una organización no gubernamental sin ánimo de lucro para poder abastecer y distribuir marihuana bajo el amparo de la ley.

Los agentes de la comisaría de Costa Adeje no lo saben, pero la mujer de Moar, fiscal antidroga en esos momentos en Arona, ayuda a los socios de los clubes cannábicos a redactar los estatutos, según las sospechas de los investigadores de Asuntos Internos de la Policía Nacional.

Uno tras otro la policía va cerrando clubes de cannabis. ¿Cuántos? Muchos. Más de cien llevan ya clausurados. Todos bajo la órbita de Derbah. Bien de su propiedad, bien bajo su amparo. La trama criminal desmantelada en abril por Asuntos Internos los estaba usando como tapadera para el tráfico de cocaína y heroína.

Derbah no entiende nada. Pregunta. Se inquieta y al final se cabrea. ¿Qué está pasando? ¿Cómo es posible que anden husmeando en sus locales? El negocio se resiente. En el circuito de compra venta, a pequeña escala si se tienen en cuenta las dosis repartidas en los clubes pero a gran escala si se pesa todo el material a distribuir por los locales, los implicados se ponen nerviosos. Coacciones, amenazas, quema de coches, problemas de convivencia y seguridad. El ambiente se enrarece. Espacio que deja libre una organización terreno que es ocupado por otra red. Italianos, británicos, libaneses y hasta ucranianos. La temperatura sube y amenaza tormenta. Derbah tira de sus contactos oficiales. Políticos e institucionales.

En 2023 se presentó como representante para España y la UE de Saif al Islam Gadafi, el hijo del dictador libio

Ahora tiene una agenda importante. No como hace muchos años, casi un cuarto de siglo, cuando fue detenido por el entonces juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón. 

Noviembre de 2001. El Ministerio del Interior anuncia la mayor operación antimafia en España: bloqueo de bienes y cuentas por 600 millones de euros repartidos en bancos repartidos por paraísos fiscales. Yersey, en las islas del Canal de la Mancha, Luxemburgo, Líbano y Gibraltar. Para trasladar todo la documentación y material incautado desde Tenerife a Madrid se necesitaron cinco camiones y un avión de las Fuerzas Armadas. En Barajas, los funcionarios de la Audiencia Nacional incautan un Boeing 757, con capacidad para 250 pasajeros, estacionado en una de las pistas. La primera aeronave de pasajeros de gran envergadura confiscada en la historia de la aeronáutica en España, usada por la organización mafiosa, y propiedad de una compañía hispano-rusa.

Derbah es el jefe de este grupo mafioso, según Garzón. Da vértigo y asusta la lectura de los cargos y delitos. Sobornos, comisiones, armas, y vínculos con organizaciones terroristas islámicas como Hezbollah, grupo en el que militó el inversor libanés, según sospecha la policía, y con Hamas. Conexiones con grupos guerrilleros en Chechenia y Sierra Leona. Derbah había aprendido mucho y bien de su jefe John Palmer, el delincuente más perseguido del Reino Unido.

Eso fue hace mucho tiempo, piensa Derbah. Todo se olvida, como el año y medio que pasó en prisión incondicional y sin fianza. Garzón, al final, le dejó en libertad, tras una instrucción tan chapucera como espectacular. La memoria es frágil, se borra, cuando hay dinero y poder. En un cuarto de siglo al inversor libanés le ha dado tiempo a centrifugar su sucio pasado y presentarse con ropa limpia.

Desde el 17 de mayo de 2024 está en posesión de un vacuo y campanudo título diplomático: consejero especial del primer ministro de Guinea Bissau. ¿Y eso qué significa? Que desde su expedición, con entrada en vigor inmediata, está autorizado para algo tan impreciso e inabarcable como “el diseño y aplicación de instrumentos de gobernanza, así como para la relación y cooperación internacional”.

Garzón le detuvo en la mayor operación antimafia en España donde se bloquearon 600 millones de euros

Guinea Bissau, excolonia portuguesa, es uno de los países más pequeños de África situado en la costa occidental del continente a unos 2.000 kilómetros de Canarias, más o menos la misma distancia que separa al Archipiélago de Madrid. Tan cerca y a la vez tan lejos. Pobres de solemnidad, la mayoría de los dos millones de habitantes, más o menos una población similar a Canarias, sobreviven como pueden con lo que sacan de plantar anacardos y arroz y la cría de cabras, conejos, vacas y ovejas. ¿Qué se la ha perdido a Derbah en Guinea-Bissau?.

Buena parte de las rutas del narcotráfico intercontinental entre América, África y Europa conducen a Guinea-Bissau. Un paraíso para Derbah. Un narcoestado donde no entra ninguna organización internacional contra el narcotráfico y cercado para la DEA, la oficina que se encarga de combatir el tráfico y el consumo de drogas tanto en el interior como en el exterior de Estados Unidos. “Las leyes estadounidenses no se aplican en nuestro territorio nacional”, proclama orgulloso Sissoco Embaló, el presidente del Guinea-Bissau para defender a su exjefe del Estado Mayor, Antonio Indjai, un monarca del crimen organizado.

La cocaína colombiana y mexicana aterriza con pista libre en alguna de las 88 islas, desde donde parten también cayucos con destino a las islas Canarias. Buena y barata. A 500 euros el kilo. Por centenares de rutas y senderos por el interior de la selva pasan los cargamentos a Senegal para acabar en las narices de los europeos.

Este es el país al que representa Derbah como consejero especial del primer ministro. Y a esta inmunidad de diplomático -sacó su pasaporte de Guinea-Bissau- apeló cuando la policía le fue a buscar el 30 de abril. De nada le sirvió.

La Audiencia Nacional le incautó un Boeing 757 con capacidad para viajar 250 pasajeros

En otras ocasiones esa acreditación diplomática sí le fue útil para abrir puertas de despachos oficiales. Como consejero especial del primer ministro de Guinea-Bissau en otoño pidió una cita con el subdelegado del Gobierno en Santa Cruz de Tenerife, Jesús Javier Plata Vera. De ser otro y con ese papelito le hubieran mandado a paseo. A Derbah no. Sin ningún rubor la Delegación del Gobierno en Canarias justifica el encuentro con Derbah “para tratar asuntos diplomáticos con el país africano”. Con Guinea-Bissau, que apesta.

Como la cita no iba de firmar ningún tratado diplomático, es evidente, Derbah sacó el asunto que le traía a mal meter: las inspecciones policiales en los clubes cannábicos en el sur de Tenerife. Sus negocios. “No se lo que está haciendo este tío [el inspector de policía que lideraba las operaciones], el gilipollas éste. Ni orden judicial, ni nada. Ni mierdas. Está rompiendo todo”, según cuenta en una conversación telefónica interceptada por Asuntos Internos y publicada por El Mundo.

Derbah en la misma conversación desvela de que ya “habló con los jefes” del inspector para que lo “pararan inmediatamente”. No va de farol. Dispone de contactos en la dirección nacional de la Policía, en los servicios de inteligencia, en los cuerpos de seguridad del Estado. Durante estos años ha proporcionado información relevante sobre redes de narcotráfico, grupos yihadistas, tráfico de armas, mafias de la migración. Estaba cubierto siempre y cuando no construyera ninguna otra organización de la envergadura y dimensión a la que metió mano sin demasiado éxito Baltasar Garzón.

Integró en la trama al exjefe antidroga y de la Brigada Judicial de la Policía de Tenerife y a su mujer fisca

El inversor libio captó entonces el mensaje y se preparó durante años para dar una apariencia de respetabilidad. Nada de escándalos. Sin estridencias, con discreción, irradiando el esplendor blanquecino con el que se esconden los negocios más turbios. Y empezó hasta coquetear en busca del reconocimiento social. 

En mayo de 2017 presentó una especie de biografía: Desde las orillas del Líbano a las costas del Tenerife, la verdadera historia de un emprendedor. No la escribió él, claro. A la presentación en el Auditorio Infanta Leonor en Los Cristianos, en Arona, acudió el entonces alcalde, el socialista José Julián Mena, el de Santiago del Teide, el popular Emilio Navarro, concejales de Adeje y Granadilla, un surtido, selecto y variado, de empresarios de la zona, algún que otro policía y funcionarios, cómo no, de los juzgados.

A veces, no podía evitarlo, se le escapaba alguna estridencia como cuando se presentó como el representante en España y ante la Unión Europea de Saif al Islam Gadafi, el hijo del dictador libio, que en noviembre de 2023 tuvo la ocurrencia de concurrir a las elecciones presidenciales en un país roto, administrado por dos coaliciones político-militares, que se disputan el territorio para mantener bajo control a las violentas e indomables facciones que se pelean por las mayores reservas petroleras de África. 

De Saif al Islam Gadafi, educado en Inglaterra, guapo y elegante, de modales refinados y licenciado en la London School of Economics, poco más se sabe desde aquella frustrada aventura electoral, salvo que tiene pendiente una causa por financiación ilegal al expresidente francés Nicolas Sarkozy. De Derbah, que sigue viajando a Libia.

La subdelegación del Gobierno de Canarias le dio trato diplomático para cerrar una cita con él en Tenerife

Así que este experto en seguridad desde los años 90, como se presenta en redes y plataformas sociales, gestor de activos hoteleros e inmobiliarios y presidente del partido Fuerza Canaria, con el que se aventuró sin éxito en las elecciones municipales, caminaba, confiado en el reparto de dádivas a políticos locales y obras de caridad, hacia la plenitud del blaqueo social. Hasta que apareció Asuntos Internos que andaba tras Moar y se encontró con el libanés Y todo se fue al carajo.

Derbah había acudido a la Subdelegación del Gobierno en Tenerife en busca de ayuda, citado para tomar un café, junto a Moar, al expresidente y vicepresidente segundo del Parlamento, Gustavo Matos, para que mediara -por si acaso grabó la conversación durante la cual le tentó con favores, trampa en la que no cayó el dirigente socialista- y telefoneó a Madrid. A sus protectores en los servicios de información. Nada. Agua. Nadie le chivó que Asuntos Internos le tenía en el objetivo junto a Moar. No la había montado tan gorda como la que le desmontó Garzón, pero la Policía Nacional le coloca al frente de la organización criminal más importante de las que operan en Tenerife.

El caso limpio aún no está. Una filtración de un informe de Asuntos Internos llegó a El Mundo, pese a que las investigaciones están bajo secreto de sumario. Una enorme mancha se extiende por todo el caso, que hasta entonces se había llevado con pulcritud y discreción. 

«No confíes en nadie. No confiar en nadie es confiar en uno mismo», sentencia el inversor libanes ahora en prisión

La fuga de información tenía un propósito: implicar a Matos en el epicentro de una red de narcotráfico, y de paso salpicar al ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, por eso de que son los dos canarios, al de Interior, Fernando Grande-Marlaska, citado en la charla de Matos con Derbah, y a Pedro Sánchez, a quien el expresidente del Parlamento de Canarias ayudó en su campaña para aspirar a la secretaria general del PSOE.

La intuición sobre este perverso proceder deja en el aire dos supuestos contradictorios. O bien se ordenó parar las indagaciones a Asuntos Internos en su deriva política y en represalia se filtró el informe, o las indagaciones no daban para más y en venganza se pasaron los papeles al periódico para dañar la honorabilidad de altos cargos socialistas. Los redactores del informe, por las conclusiones a las que llegan, están más por la labor de que hay indicios suficientes como para que se continuara con las indagaciones, ahora ya dañadas sin remedio. En la dirección nacional de la Policía Nacional este asunto no ha gustado nada. Por la intencionalidad y la deslealtad.

De traiciones sabe Derbah. Un periodista a sueldo le pregunta: “¿Cuál es tu mayor fracaso? “. “Mi mayor fracaso es cuando tienes un amigo y cuando tienes problemas no está al lado tuyo”, responde. Repregunta: “¿Qué aprendiste de este fracaso”. Derbah deja una sentencia categórica: “Que no confíes en nadie. No confiar en nadie es confiar en ti mismo”. 

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