Análisis

«¡Es que eres buena persona!»

Los congresos políticos son ritos de legitimación y maquinarias de propaganda en los que ya no existe debate

Y en eso CC fue pionera

VIII Congreso de CC

VIII Congreso de CC / Andrés Cruz

Alfonso González Jerez

Alfonso González Jerez

El veloz VIII Congreso de Coalición Canaria es menos un instrumento político que una festividad partidista que legitima simbólica y automáticamente –sin debate previo o posterior– a la organización y a sus máximos responsables. Hubo un momento, a principios de siglo, en el que el entonces presidente, Paulino Rivero, extendió como máxima lo de la unificación de Coalición Canaria: dejar de ser siete organizaciones insulares para transformarse en un único partido político. Ese proceso, obviamente, se detuvo. La comisión ejecutiva nacional jamás llegó a gobernar CC. Lo hacía Rivero y su secretario de Organización, un organismo pluricelular particularmente resistente llamado José Miguel Barragán. Y se detuvo porque implicaba una transformación inviable en cada uno de los espacios insulares. La fuerza socioelectoral y la implantación territorial de CC se basaba en los partidos insulares y el conocimiento y control de sus respectivos ecosistemas políticos. La lógica de la unificación organizativa se apagó. Coalición Canaria la sustituyó por una federalización de fuerzas insulares que apoyaban la estrategia nacional y la figura presidencial a cambio de una autonomía prácticamente irrestricta en sus territorios de caza. y así hasta el presente.

El mantenimiento sacosanto de este status quo inmutable – y que por supuesto no ha sido cuestionado bajo el liderazgo de Fernando Clavijo– condiciona la praxis de la organización, sus estatutos y también, por supuesto, el reglamento de los congresos nacionales. En los congresos de CC puede piroperse y se piropea a los militantes, pero las reuniones congresuales están montadas, sobre todo, para exaltar los liderazgos, sin peligro de hernia por los esfuerzos teóricos, hermeneúticos o doctrinales. Cuando ayer, por ejemplo, Prancisco Linares, secretario general de Tenerife, habló sobre los militantes, agradeció profusamente a los que «reparten propaganda electoral, pegan carteles, buzonean los programas». Es decir, a todo un ejército anónimo que se dedica a esas valiosas tarear subalternas. Los militantes que debatan, discutan o demanden mayor democracia interna son un poquito inimaginables para el diputado y elcalde de La Orotava.

Nadie teorizará, por tanto, sobre el nacionalismo, porque la opinión más extendida es que se trata de un sentimiento, como el amor a la madre , la emoción d e una folía o el entusiasmo etílico en una romería. Esta sentimentalización de la política encaja bastante bien en los tiempos presentes y libera a los líderes de la organización –que son casi los únicos que toman la palabra en el plenario– de cualquier esfuerzo reflexivo. Como en CC apenas se encuentran intelectuales –la verdad es que ni están ni se les espera– nadie les da la vara a los mandamases con el grisáceo asunto de la teoría política o la identidad ideológica de los coalicioneros.

Coalición Canaria regresó al poder autonómico –y al gobierno de numerosos cabildos y ayuntamientos– tras las elecciones de mayo de 2023. La digestión del éxito aleja cualquier discrepación interna. y asegura un congreso idílico: el agua por el barranco y Nieves Lady Barreto en el telar. Y así fue el primer día y ocurrirá en el cierre de hoy. Lomás fascinante de los congresos de CC –y que en este está alcanzando nuevas cuotas– es como se saltan incómodos corsés al que simulan sujetarse otras organizaciones políticas. Pongamos por caso la Mesa del Congreso. En primer lugar quedó constituida una Mesa de Edad presidida por Víctor Díaz, apenas reconocible bajo su apariencia actual de luchador de sumo. Díaz hizo un par de chistes y dio paso enseguida a la Mesa del Congreso, que ni siquiera fue votada ni propuesta por nadie en concreto. Se corporizó en el escenario entre los aplausos del público como un truco del mago Pop. Las Mesas de los congresos políticos deben velar por el cumplimiento de los reglamentos y procedimientos desde una exquisita neutralidad. Pues bien, la presidenta de la Mesa es Nieves Lady Barreto, secretaria general de La Palma y, como tal, miembro de la comisión ejecutiva nacional. Para acentuar esta estupefaciente circunstancia, Barreto abandonó la Mesa del Congreso con pasito saltarín para dirigirse al pleno en su calidad de máxima dirigente palmera y corresponsable del informe de gestión de la Secretaria General. Ni un solo compromisario pestañeó. Normal.

Ya fue bastante pasmoso que la presentación del informa de gestión del comité ejecutivo saliente seservase solo cinco minutos para su exposición y defensa al secretario de Organización, David Toledo, y quince minutos al secretario general, Fernando Clavijo. Toledo los dedicó a agradecerle a todo el mundo su trabajo por el partido recordando que el demonio es socialista aunque vista de Prada. Clavijo subrayó que hasta en la oposición –entre 2019 y 2023– CC había sido más útil a los intereses de los canarios que el propio Gobierno.

Despues llegó la serenata de los secretarios generales insulares. Medianías, abstenerse. Pablo Rodríguez vaticinó que después de «la ruptura de hace veinte años» el nacionalismo tiene la oportunidad de a ser pujante en Gran Canaria, sin mencionar a Teodoro Sosa ni a Román Rodríguez. Hasta vaticinó cuatro diputados de CC y asociados en las próximas elecciones generales, que es mucho vaticinar. Todos criticaron mucho al PSOE, pero fue Barreto quien optó por lo escatológico al precisar lo que el PSOE ha aportado a que Madrid responda a las demandas del Gobierno de Canarias: «una mierda».Víctor Chinea, secretario de CC de La Gomera desde que Casimiro Curbelo era un niño, estaba muy emocionado y solo murmuraba «unidad». Mario Cabrera acercó al atril la bandera de las siete estrellas verdes y finalizó diciendo «vieva Canarias libre». Javier Armas también tenía los ojitos yarados y agradeció la generosidad de CC. Migdalia Machín se internó en un jardín alegórico del que no no salió del todo y su hermano Jesús, líder de la Juventudes Nacionalistas, pidió respeto a los jovenes en una intervención muy medida para su parroquia, pero repetuosísima con los mayores. Pero el que de nuevo brilló con luz de quinqué propio fue Linares, al que tocó agasajar a Clavijo. «Eres un gran presidente, eres un gran secretario general, pero también eres una buena persona. Fernando: ¡eres una buena persona! ¡Una buena persona!».

El plenario se puso en pie y comenzó a aplaudir frenéticamente. En el atril Linares bramaba con el corazón en la boca:

– ¡Eres una buena persona!

En 1984 George Orwell inventó los minutos del odio. El pleno del congreso, en cambio, inventó ayer los minutos del amor eterno. Clavijo intentaba ser comedido aunque abrazó a Linares, como lo hizo con los demás secretarios. CC es una y septenaria. El informe político fue aprobado por unanimidad. Cuando las cosas se aprueban por unanimidad es que se tiene un problema. Pero no se lo cuentes a Linares y a su doctrina de las buenas personas. n

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents