En Badajoz viven 2.500 musulmanes

La mezquita de la diversidad

Representantes de distintos colectivos participan en la jornada de convivencia de ruptura de ayuno del Ramadán, planteada como una forma de construir puentes.

Tampoco hay barreras para los numerosos africanos que acuden a diario. Muchos días son mayoría, lo que obliga a a cambiar los sermones del árabe al castellano

Participantes en la jornada de ruptura del ayuno del Ramadán, en la mezquita del Gurugú.

Participantes en la jornada de ruptura del ayuno del Ramadán, en la mezquita del Gurugú. / A. M. R.

Badajoz

En las mesas había dátiles junto a ricos platos palestinos y marroquíes: pasteles de coco y yogur, arroz con carne, triángulos de masa filo rellenos de pollo, harira (sopa marroquí) y choubaquia. Todo para compartir, acompañado de agua, zumos y té. Eran las 19.30 horas y con el ocaso terminaba la abstinencia. La mezquita del Gurugú en Badajoz ha celebrado esta semana una jornada de ruptura del ayuno del Ramadán con los vecinos del barrio y con representantes políticos y del arzobispado, una cita que después de varios años se ha convertido en una convocatoria de convivencia en la tolerancia y un espacio de diálogo.

La mezquita de Badajoz dedica este «día especial» para «invitar a nuestros vecinos a que vivan con nosotros el ambiente del Ramadán». Pretende ser «un acercamiento social, son relaciones, construir puentes, derribar barreras, la gente entra en la mezquita, nos conoce y acabamos con muchos prejuicios», explica el imán, Adel Najjar.

La mezquita de la calle Gurugú se inauguró en 1996. La comunidad musulmana empezó a asentarse en 1990. Desde hace dos años funciona otra en El Nevero.

Oración en la mezquita del Gurugú.

Oración en la mezquita del Gurugú. / A. M. R.

En Badajoz viven en torno a 2.500 musulmanes. Su procedencia ha cambiado en los últimos dos años, según atestigua Najjar, que es presidente de la Comunidad Islámica de Extremadura. A esta ciudad han llegado muchos migrantes procedentes del norte de África, Mali, Gambia, Senegal y esta diversidad se ha manifestado en las oraciones de la mezquita. «Hay un color africano que domina otros colores», apunta Najjar. Antes el color dominante era el marroquí, el de Oriente Medio, el árabe. Tal ha sido el cambio, que ha hecho necesario que el sermón se dé en castellano, porque muchos de los que participan no entienden árabe. Algunos días, la mayoría de los que acuden no son árabes, son africanos emigrantes y también pakistaníes. «Hay una mayoría no árabe que predomina en la mezquita», señala el imán. Para ellos no es un contratiempo, al contrario. «A nosotros nos da igual, porque al final la fe musulmana derriba barreras».

«Esta jornada, este ambiente, esta comunicación representa treinta años de trabajo»

También hubo presencia africana en la jornada de convivencia, con la participación de una docena de emigrantes, la mayoría jóvenes. Acuden cada tarde al caer el sol. «Aquí intentamos ayudarles, apoyarles y orientarles». La mezquita les ofrece la ruptura del ayuno todos los días, con comida y té. Suelen acercarse unas quince personas. Todos son bienvenidos. «Nosotros los recibimos, les abrimos la puerta, los atendemos,». En las instalaciones hay cocina donde los voluntarios preparan la comida. También familias que llevan todos los días harira y pan. «Siempre hay algo». Para ellos es una manera de entender la convivencia en la práctica.

Asistieron la portavoz de Unidas por Extremadura, Irene de Miguel, y el concejal del PSOE Ricardo Cabezas

En otra mesa, compartió viandas la representación religiosa, política y vecinal. Por parte del arzobispado, José Moreno, delegado diocesano de Migración, y el consiliario diocesano, José Antonio Salguero. También el concejal del PSOE Ricardo Cabezas, la portavoz de Unidas por Extremadura en la Asamblea, Irene de Miguel, y los presidentes de las asociaciones de vecinos del Progreso y del Gurugú, Salvador del Amo y Ricardo Cabezas, y otros colectivos, como Todos Iguales Todos Legales. Esta presencia, según Najjar, «resume lo que somos, nuestro objetivo, la comunidad musulmana y Badajoz en general», defiende el imán. «Aquí venimos con una convivencia sana, hay respeto, diálogo y buenas relaciones».

Para el imán «esta jornada representa treinta años de trabajo, esto no se consigue en un día, este ambiente, esta comunicación, no es posible en un año ni dos”.

«La mezquita de Badajoz es una mezquita humilde pero con grandes objetivos», manifiesta Najjar, quien destaca que es conocida en el ámbito nacional por la labor de comunicación que desarrolla.

La asignatura pendiente

El imán de Badajoz insiste en las buenas relaciones, pero, a su pesar, no puede olvidar una asignatura pendiente: el cementerio musulmán. No hay ninguno en Extremadura. «En este aspecto me siento abandonado», reconoce. Llevan reclamándolo 25 años. «He hablado con todos», se lamenta. No avanza. Cree que para solucionarlo «necesita valentía de un alcalde». «Yo no quiero problemas con la Administración, pero me siento frustrado», insiste. «Estamos sufriendo», porque no quiere generar disputas. El imán recuerda que los ayuntamientos están obligados por ley. Siendo el alcalde, Ignacio Gragera, abogado, a Najjar le gustaría que estudiase la propuesta desde el punto de vista legal. Ninguno de los que alcaldes que ha conocido hasta ahora ha atendido su demanda. Ninguno.

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