Clavijo hace un llamamiento a la «conjura social» para evitar que Canarias sea víctima de un «fracaso» colectivo
El presidente abraza las tesis sobre el control poblacional y anuncia una batalla jurídica por la limitación de la residencia
Fernando Clavijo hizo este martes un llamamiento a la «conjura» social para evitar que Canarias sea víctima de un «fracaso» colectivo. En la primera jornada del debate sobre el estado de la nacionalidad –que continúa este miércoles y finalizará este jueves con la votación de las propuestas de resolución de los partidos–, el presidente del Gobierno regional sustentó su discurso de apertura sobre una circunstancia tan evidente como muchas veces desapercibida: el Archipiélago no es ajeno al contexto internacional. Un contexto que se caracteriza por las guerras en Ucrania y la Franja de Gaza, por el regreso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, por las guerras comerciales –con la consecuente imposición de aranceles a gran escala– o por los acuerdos entre la Unión Europea y los países del Mercosur. Una serie de «amenazas» que de una u otra manera, de forma directa o indirecta, tendrá «repercusiones» en las Islas, y las tendrá «más pronto que tarde». Por eso, ahondó el jefe del Ejecutivo, la sociedad canaria –sus instituciones, fuerzas políticas, organizaciones de toda índole y por supuesto la ciudadanía– debe consensuar una hoja de ruta, con acciones y objetivos compartidos, que mire más allá de la actual legislatura. «Si con este contexto no nos conjuramos para luchar y decidir qué futuro queremos, estaremos abocados al fracaso», sentenció el nacionalista. Y si para evitar ese fracaso es preciso «tomar decisiones hasta ahora vedadas», pues habrá que tomarlas.
Decisiones, «por muy dolorosas que sean», como la que el propio Clavijo, y por ende su Gabinete –incluidos los representantes del PP–, han adoptado al abrazar sin ambages las tesis sobre la necesidad de controlar la población. El presidente, para satisfacción de quienes dentro de su partido –Coalición Canaria– vienen insistiendo en la necesidad de pelear en Madrid y Bruselas por una suerte de ley de residencia ultraperiférica, hizo hincapié en que «el actual ritmo de crecimiento demográfico no es compatible con una convivencia equilibrada en nuestro entorno». Clavijo, que hasta este martes no se había expresado con tal contundencia sobre la cuestión demográfica, incluso anunció una inminente batalla jurídica para lograr que la UE abra la mano y permita limitar la residencia en el Archipiélago, de entrada con medidas indirectas como la de imponerles restricciones a los extranjeros que quieran comprar casa en Canarias. La primera parada de esta batalla será el próximo mes, cuando se celebrarán la Conferencia de Presidentes de las Regiones Ultraperiféricas (RUP) y la Asamblea de la Comisión de Islas. No en vano, la idea en el Gobierno regional es aprovechar el estatus o condición de RUP –la lejanía del continente, la insularidad, la fragmentación del territorio..., en definitiva todas esas características que hacen del Archipiélago una excepción dentro de la UE– para que Bruselas autorice esas medidas de control poblacional. No obstante, el objetivo se presenta harto difícil por cuanto va en contra de un pilar fundamental de la Unión: el de la libertad de circulación y de residencia de todos sus ciudadanos. Hay precedentes y excepciones –como el caso de Malta, que citó Clavijo–, pero el presidente admitió lo complicado de la empresa: «No sería el primero ni probablemente el último de los asuntos que eran imposibles y que, con esfuerzo, rigor y diálogo, se lograron cambiar».
Aviso a navegantes del jefe del Ejecutivo: si los hoteleros no suben los sueldos, el Gobierno les subirá los impuestos
Al margen de la inmigración digamos convencional u ordinaria, esa que está detrás del notable incremento de la población en las últimas décadas, Clavijo volvió a dejar patente la decepción y frustración de su gabinete por cómo las demás comunidades autónomas –en general– y el Gobierno de Pedro Sánchez –sobre todo este último– no se han resuelto a asumir la tutela compartida de los alrededor de 6.000 niños y chicos que han llegado a las Islas en pateras y cayucos. «No hemos logrado ni una distribución solidaria de esos casi 6.000 menores ni que el Estado, asumiendo las competencias que le da la Constitución, actúe de facto ordenando una derivación por todos los territorios», lamentó el también líder de CC, que deslizó la posibilidad de que la Comunidad Autónoma recurra a la Justicia si persiste la situación con esos miles de niños y chicos. «En más de cuarenta años de democracia, nunca se había dejado a un territorio en situación de emergencia tan solo y abandonado», sentenció.
Al hilo de lo anterior, Clavijo adelantó que el Ejecutivo va a desarrollar y poner en práctica su propia estrategia o plan África. La intención es que el Archipiélago se involucre en mayor medida en el desarrollo socioeconómico del África occidental, de forma que cada vez sean menos las personas abocadas a subirse a una barcaza en busca de un futuro que se les niega en sus propios países. Eso sí, hay que puntualizar –y de hecho lo reconoció el jefe del Ejecutivo autonómico– que si Canarias se ha decidido a promover su propio plan África es también porque el Gobierno central –por más que pueda resultar paradójico si se tiene en cuenta que las Islas son la única región española geográficamente africana– ha dejado a la comunidad al margen de su nueva estrategia para mejorar las relaciones con el continente vecino.
La cuestión migratoria es uno de los asuntos que abordará la nueva oficina de prospectiva y estrategia, un departamento que se incorporará al organigrama de la Presidencia del Gobierno –dependerá del propio Clavijo– y cuya creación anunció este martes el jefe del Ejecutivo. De las pinceladas que apuntó el presidente se infiere que esta oficina tendrá un trabajo esencialmente teórico. Se ocupará de «analizar los retos a los que se enfrentará Canarias en las próximas décadas y establecer los cimientos para encararlos».
En lo económico, el nacionalista –que adelantó que los dineros del Fondo de Desarrollo de Canarias podrán emplearse para financiar infraestructuras sociosanitarias, imprescindibles para dar servicio a una población cada vez más envejecida– no quiso regodearse ni tratar de sacar rédito de los buenos datos de la economía y el empleo. Consciente de que el crecimiento del PIB y los récords de ocupación son resultado –fundamentalmente– de la fiebre turística que se ha propagado por Europa desde el fin de la crisis de la covid, Clavijo casi se limitó a enumerar cifras y a recordar la advertencia con que había comenzado su discurso: vienen curvas. «El contexto nos hace ser prudentes, incluso temerosos, ante lo que pueda suceder», advirtió. Esta prudencia no obstó, sin embargo, para que pusiera énfasis en la necesidad de replantearse hacia dónde debe caminar la industria turística «para no morir de éxito». «¿Necesitamos crecer más?; ¿cómo redistribuimos mejor la riqueza?», se preguntó el presidente, que insistió en que las empresas del sector turístico deben subir sueldos en pos de unas Islas «más justas y solidarias», máxime ahora cuando los ingresos del negocio hotelero, por ejemplo, están en máximos históricos. Es más, el presidente fue un paso más allá y lanzó un aviso a navegantes: «O suben los salarios, vinculándolos a la productividad [matizó], o se les deben subir los impuestos».
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