¿Es ético exhibir restos humanos? Los museos canarios no los esconderán
El Museo Canario y el Museo de Ciencias Naturales se alejan del debate abierto
La momia guanche acabaría en el MUNA

Un esqueleto expuesto en una de las vitrinas del Museo Canario en Gran Canaria. / Andrés Cruz

¿Es ética la exhibición de restos humanos? ¿Deben retirarse de los museos? ¿Queda mermada la labor pedagógica de estas instituciones?.
El debate está sobre la mesa desde que el lunes el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, diera la orden de apartar de la vista del ciudadano de pie la momia guanche aparecida en el barranco de Erques (Adeje), hace 262 años con el fin de «preservar su dignidad». La medida, recogida en la ‘Carta de compromiso para el tratamiento ético de restos humanos en los museos’ obliga a las 16 instituciones de ámbito estatal. De hecho, ese mismo día el Museo Arqueológico Nacional (MAN), en Madrid, no solo publicaba la carta en su web sino que, en contra de la opinión que ha mantenido durante más 40 años, trasladaba a sus almacenes a la momia canaria. La posición del Urtasun –ministro de Sumar en la coalición de gobierno– no vincula al resto de centros culturales del país y de hecho los dos principales museos antropológicos de Canarias ya avisan que no se sienten concernidos.
"Seguirán expuestos"
El presidente del Museo Canario en Gran Canaria, Diego López, y el director del Museo de Ciencias Naturales (MUNA) en Tenerife, Conrado Rodríguez, zanjan cualquier discusión en sus centros al respecto: «los restos humanos seguirán expuestos en sus vitrinas».
El Museo Canario, de titularidad privada con financiación pública, conserva 22 momias de las que 16 están expuestas debido a su mejor conservación o por el contexto histórico en que engloba. Las otras ocho, a pesar de que no estar a la vista de los visitantes, no están ‘escondidas’ como han hecho con la momia guanche en el MAN. Esas, en buen estado de conservación, se prestan a otras instituciones o entidades museísticas para exposiciones temporales.
Conocer el pasado
López reitera que no van a «modificar ni rectificar» nada de la exhibición que tienen en la actualidad las instalaciones grancanarias. A su juicio, no se trata de «solo restos humanos. Van más allá. Es una vía fundamental para el conocimiento de cómo eran, vivían o estaban nuestros antepasados». Un conocimiento que, añade, es «único porque la historia de Canarias adolece de fuentes suficientes para conocer el pasado». «No dejaron un texto escrito como sí pasó en la cultura egipcia», compara, «la hemos tenido que construir con información indirecta». Esta, aclara, se extrae, por ejemplo, de «las pintaderas, los restos de cerámica o los tejidos que usaban como ropa».
El Museo Canario, que también es una sociedad científica y cultural de Las Palmas de Gran Canaria, lleva 145 años abierto al público y con el compromiso «firme y claro de respetar el patrimonio que conserva» en su interior. «Tenemos la colección de antropología, probablemente, más completa del mundo», presume López, «y siempre hemos mostrado mucho respeto por ella».
"Los visitantes muestran respeto"
Sin embargo, añade que «respeta cualquier motivo por el que se considere la retirada de restos humanos, ya sea por índole religiosa, cultural o espiritual, pero no se adhieren a ninguna de ellas». Y no es la única razón por la que continuarán exhibiendo los restos óseos. Lo hacen también por lo que viven, y ven, cada día en las instalaciones de Vegueta. «Las personas que vienen muestran muchísimo respeto, devoción y admiración por lo que ven aquí. Creo que es una parte minoritaria la que está en contra», comenta Diego López.
El presidente del Museo Canario apunta que este debate ético no está solo en los museos, aunque se haya puesto el acento en ellos tras la decisión de Urtasun. «Es un problema de catedrales, conventos, monasterios o aquellos sitios donde se exponen restos de personas». Si la exposición se realiza «con respeto y en el mejor estado de conservación; en un entorno higiénico, con una explicación ajustada a la realidad y en su contexto histórico», a su juicio «quedaría justificada».
"No es nada nuevo"
Opinión que comparte Conrado Rodríguez, si bien es algo más crítico. Reseña que «el debate sobre si es ético o no mostrarlas públicamente no es nuevo en el mundo».
Precedentes en Estados Unidos o Gibraltar
La decisión de Urtasun tiene varios precedentes. Es el caso de Estados Unidos, donde en 1986 se aprobó la ley de protección y repatriación de graves indígenas americanos (Napgra) que estableció que «las agencias e instituciones federales que reciben fondos federales, deben devolver los elementos culturales de los nativos americanos a descendientes lineales y tribus indígenas culturalmente afiliadas y organizaciones indígenas hawaianas». En conclusión, los museos estatales y federales deben devolver cualquier resto humano a su comunidad de origen.
Gibraltar es otro ejemplo. Un territorio británico que lleva reclamando desde 2019 al Museo Nacional de Historia Natural de Londres la devolución de dos calaveras neandertales. La ley del Museo Británico expone que «permite el préstamo de piezas solo en circunstancias excepcionales» y ese fue el motivo que alegó la dirección del museo para no devolverlas. Seis años después, continúan en Londres.
Código Deontológico
Es cierto que a España «regresa el debate tras la decisión del Ministerio el pasado lunes pero ya estuvo en el candelero en 1986 cuando se creó el Código de Deontología del Consejo Internacional de Museos (Icom)». En él se establecen las normas mínimas de conducta y práctica profesional para este tipo de instituciones y su personal. «No es vinculante, pero establece que mientras no impliquen a personas reconocidas o no se atente contra la etnicidad o religión de grupos concretos, los restos humanos se puede exhibir públicamente». «Todas las indicaciones que hace el Icom las cumple el MUNA», destaca el director.
La momia de Erques sería expuesta
Y «bajo estas recomendaciones se expondría la momia de Erques». El futuro de estos restos se comienza a negociar este mes con una primera reunión entre el secretario de Estado de Cultura, Jordi Martí, y el director general de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, Miguel Ángel Clavijo. De llegarse a un acuerdo, acabaría en la isla donde vivió haría unos 850 años.
«Los canarios y el público del museo están deseando verla, que quedaría expuesta para el disfrute de todos», garantiza el director, aunque para eso, «primero hay que conseguir que la repatríen».
"En Madrid no representa nada"
Rodríguez sostiene que este es «el lugar idóneo en el que debería estar la momia». Desde su perspectiva «en Madrid no representa nada más que un elemento de la cultura aborigen». Además destaca que el MUNA es «la institución europea con más experiencia en tratamientos de conservación y tienen más medios que el MAN para estudiar el cuerpo», por lo que su cuidado está garantizado.
Un disparate
«Es un disparate» comenta sobre uno de los principales motivos que expone el MAN para no repatriar la momia y el cual se basa en que «no se garantiza la conservación de la momia en el traslado». El director del MUNA comenta «desde el museo tinerfeño han repatriado momias desde más lejos».
Es el caso de las dos momias que trasladaron en 2003 desde Argentina. Rodríguez explica que «hicieron 500 kilómetros por carretera, 12 horas de avión entre Buenos Aires y Madrid y otras dos horas y media más por aire hacia Tenerife». Un traslado en el que ambos ejemplares «no sufrieron daños».
Momias que atesoran historia
El Museo Canario, en Gran Canaria, tiene 22 momias pero dos atraen la atención por toda la información que han logrado extraer. La ‘Momia 8’ es un hombre de entre 25 y 30 años que murió entre los años 417 y 555 después de Cristo. Debió ser una persona muy importante dado que estaba envuelto en cuatro capas de pieles de gran calidad. La causa de la muerte fueron heridas craneales por una caída a gran altura.
La ‘Momia 6’ , un hombre de 45 que vivió en Artenara, en torno a los siglos VII y VII después de Cristo, conserva los pulmones y parte del aparato digestivo. Su muerte se debió a antracosis, que es una enfermedad pulmonar causada por respirar polvo de carbón.
El Museo de Ciencias Naturales (MUNA), en Tenerife, conserva una momia infantil entre sus 20 cuerpos humanos. Aunque no se sabe el sexo, se encontró en el barranco del Infierno, Adeje, y tenía unos siete u ocho años de edad. Está envuelta en pieles de cabra con los brazos extendidos y los pies y las manos flexionados.
También tiene una momia masculina tinerfeña entre 25 y 30 años cubierta con piel de cabra cosida con tiras de piel y tendones.
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