Parlamento de Canarias | Sesión de control al Gobierno

El esfuerzo de ser oposición

El Gobierno parece satisfecho de sí mismo y de su cohesión interna

La oposición se olvida de hacer oposición y Casimiro es Curbelo

El líder de ASG, Casimiro Curbelo, durante una intervención ayer en el Parlamento regional.  | | ANDRÉS GUTIÉRREZ

El líder de ASG, Casimiro Curbelo, durante una intervención ayer en el Parlamento regional. | | ANDRÉS GUTIÉRREZ

Alfonso González Jerez

Alfonso González Jerez

Las sesiones de control del Gobierno tienden a utilizarse para todo, salvo para controlar al Gobierno. El pasado martes la diputada socialista Nira Fierro le afeó la conducta a una diputada de CC, Jana González, porque pretendiera fiscalizar al Ejecutivo, «a usted le corresponde defender al Gobierno, nosotros a fiscalizarlo». Escandaliza un poquito escuchar cosas como ésta a una diputada que, además, es licenciada en Ciencias Políticas. Todos los grupos parlamentarios – los que sostienen al Gobierno y los que no – están comprometidos a fiscalizar la acción del Ejecutivo; cosa muy distinta es que la degradación de la democracia parlamentaria haya derivado a una suerte de gubernalización de los grupos parlamentarios, reducidos a complacientes coros y danzas cuando los suyos están en el poder. Con Ángel Víctor Torres en la Presidencia del Gobierno la misma Fierro elevó el peloteo al líder a la calidad de una delicada aunque repetitiva orfebrería. En sus preguntas al presidente cabían todas las admiraciones de la inteligencia y todas las flores del corazón. En la actualidad David Toledo se ha convertido en la Nira Fierro del grupo parlamentario nacionalista y le manda, como besos volados, largas y admirativa preguntas al presidente Clavijo.

Bajo una supuesta fiscalización del Gobierno en las sesiones de control uno ha visto de todo tanto entre los que preguntaban como entre los que respondían, pero la pregunta de ayer de Ángel Víctor Torres marcó un auténtico hito, solo comparable con las delicadas empanadas de jamón y queso que se ofrecen en el lunch de casa Astrid. Si el PSOE y Pedro Sánchez aceptan la agenda canaria –por supuesto, mejorada y pulida de común acuerdo entre coalicioneros y socialistas– ¿se compromete Coalición a votar la investidura presidencial de Pedro Sánchez? La contestación de Clavijo fue inmediata, recordándole a su antecesor que esto era una sesión de control parlamentario sobre la gestión del Gobierno autónomo, no un espacio de negociación política entre partidos; sin embargo Clavijo remarcó que su Gobierno siempre sería exigente en reclamar soluciones a las reclamaciones canarias dentro de la lealtad institucional «sea quien sea quien gobierne en Madrid». Por supuesto, Torres no se dio por satisfecho, e insistió en lo mismo. «Si se acepta agenda canaria, ¿usted ordenaría votar la investidura?» Vaya usted saber por qué el expresidente utilizó el verbo ordenar. Por lo demás todo era absurdo. Por el lugar pero, también, por la oportunidad. Es en Madrid donde Félix Bolaños y María Jesús Montero, con sendos equipos y grupos de apoyo, negocian con los grupos presentes en el Congreso de los Diputados. Después circuló por pasillos y baretos cercanos que los asesores áulicos de Torres consideraron la pregunta pura genialidad: obligaba a pronunciarse a Clavijo, molestaba potencialmente a sus socios de gobierno, demostraba el interés del PSOE por ser constructivos. Más que asesores políticos parecen guionistas de Los mundos de Yupi.

Pienso en lo mucho que se emplean en este parlamento locuciones como «el pueblo», «los canarios»,«la gente». En cambio muy pocos hablan de «ciudadanos»

Con todo la pregunta más panzer la comandó Luis Campos, portavoz de Nueva Canarias y discípulo retórico de Román Rodríguez. Campos, que suele ser contenido, buscó una escenografía ciceronesca: ¿Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? A Campos –y a NC– le indigna que el Gobierno autónomo de centroderecha haga lo que harían los canaristas, es decir, no bajar los impuestos. ¿Cuándo lo van a hacer? ¿Cuánto tendremos que esperar para verlo, maldita sea? Acusó a CC y al PP de «fraude electoral masivo», una expresión muy utilizada por la derecha en los últimos años contra el PSOE, ya sea en boca de Núñez Feijoo, como en la de Pablo Casado, como, más atrás en el tiempo, en la de Albert Rivera. No se trata de criticar un incumplimiento electoral. La palabra fraude introduce un principio de deslegitimación del adversario político, que es el verdadero objetivo de la crítica. Que, por ejemplo, NC se presentara a las elecciones auspiciando la implantación de una tasa turística y luego, en el Gobierno, se sumara al PSOE en el rechazo a la misma, para desesperación de Unidas Podemos, seguro que no le parece a Campos un fraude electoral masivo –y tan masivo: se cobraría en todos los hoteles del archipiélago–. El PSOE se comprometió específicamente a bajar las listas de espera sanitarias y ya se puede ver en qué quedó tan noble propósito, no menos masivo. Clavijo le respondió tranquilamente al portavoz de NC que ciertamente no se había producido una rebaja generalizada de los tipos del IGIC por pura prudencia presupuestaria dada la situación política del país y la indefinición del Gobierno en funciones, pero sí rebajas parciales en determinados productos y servicios. Respecto al fraude, el presidente, con malicia, recordó que lo realmente fraudulento es, por ejemplo, matricular escolarmente a niños de cero a tres años antes de las elecciones de mayo sin tener aseguradas las aulas y centros para impartirles clases en septiembre

Por supuesto, la sesión fue larga como una tortícolis. También apareció la gestión de la crisis migratoria en el argumentario de la jornada. El Gobierno –y la mayoría – fueron duros con Madrid y sus ministerios, pero en el tono se evitó, por lo general, lo apocalíptico y lo desabrido. El propio Clavijo se refirió positivamente a la actitud «empática y comprometida» del ministro de Migraciones y Seguridad Social, José Luis Escrivá, «no como otras», en alusión a la bestia negra de Clavijo y su equipo, el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska. Campos quiso que el presidente les explicase las líneas generales del anteproyecto presupuestario para 2024 y Clavijo le explicó que eran prudentes, realistas, volcados en lo social y sobre todo «respetuosos con la realidad y con la coherencia de las cuentas». Campos no pareció demasiado satisfecho. El próximo lunes se entregará el anteproyecto a la presidenta de la Cámara y comenzará su tramitación. Luz Reverón, que está especialmente cañera, habló de los males congénitos de la izquierda, que lo arruina todo, hasta al PP en las elecciones. Otra vez las competencias en Costas. Un pequeña sesión de psicoanálisis sobre el informe AROPE y el llamado de Elena Máñez para que el actual Gobierno mantenga el escudo social construido en la fragüa del ‘pacto de las flores’. Alicia Vanoostende, la exconsejera de Agricultura, metiéndose en el peligro jardín de las ayudas en La Palma por la crisis volcánica y exigiendo que se apliquen los decretos elaborados por el Gobierno de centroizquierda, los decretos en los que los ministerios de su partido consideran contradictorios y con visos de inconstitucionalidad.

El Gobierno parece satisfecho de sí mismo y, sobre todo, de su cohesión interna. La oposición se había olvidado de hacer oposición y le está costando recordarlo. Casimiro es Curbelo y Curbelo Casimiro. Se escucha, se siente, AHI está presente. Hasta como anécdota chusca Vox está siendo decepcionante. Mientras se agota la sesión pienso en lo mucho que se emplean en este parlamento locuciones como «el pueblo», «los canarios», «la gente». En cambio muy pocos hablan de «ciudadanos» y mientras sus señorías se levantan y salen a toda mecha encuentro la razón, quizás, en un párrafo de Fernando Savater: «La unión de esa comunidad que denominamos (que siniestramente otros denominan) pueblo se basa en su esencia o su naturaleza; los ciudadanos, en cambio permanecen unidos –¿frente al pueblo?– por sus derechos».

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