Playas tan emblemáticas del Archipiélago como la de Las Teresitas, en Tenerife, Las Canteras, en Gran Canaria o la Caleta de Famara, de Lanzarote, pueden llegar a desaparecer debido al efecto del cambio climático. La subida del nivel del mar y la erosión en la costa ponen en peligro un total de 147 playas turísticas de Canarias, que en 2050 habrán perdido buena parte de su superficie y dejar de ser tal y como las conocemos en la actualidad, si no se toman medidas para evitarlo. Junto a ellas, muchos otros núcleos del litoral de las Islas están también en riesgo por las consecuencias del calentamiento global, que no solo tendrá repercusión por la pérdida de estos espacios, sino también acarreará importantes costes económicos. 

Estas son las principales conclusiones del proyecto PIMA (Plan de Impulso al Medio Ambiente) Adapta Costas Canarias, un documento elaborado por la Consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial, que da a conocer los riesgos a los que se enfrentan los entornos costeros del Archipiélago. 

El estudio valora diferentes escenarios que pueden llegar a producirse en 2050 y 2100 como consecuencia de la inacción climática. En el peor de los casos, dentro de solo 28 años Canarias habrá perdido un 10,6% de la superficie total de sus playas más turísticas. Según el informe, en ese momento habrán desaparecido casi por completo la playa del Cortijo del Peñon, en Fuerteventura, la de Alcalá, ubicada en el municipio tinerfeño de Guía de Isora, o la de El Pozo, en La Palma.  

Pero es que el escenario en el año 2100 sigue sin ser nada halagüeño. Si no se toman medidas, hasta 153 playas turísticas del Archipiélago perderán superficie y algunas incluso dejarán por completo de existir. Gran Canaria perderá la playa de Bahía Feliz, Guayedra o San Felipe, mientras en Tenerife están en riesgo de desaparecer la del Abama, Troya II, Diego Hernández o El Médano, entre otras.  

El peligro se extiende a zonas de baño de todas las islas y el cambio climático podría acabar con El Jablito, en Fuerteventura, Papagayo, en Lanzarote o la playa de El Francés en La Graciosa. La costa de Valle Gran Rey, en La Gomera, la playa de Bujarén de La Palma o la herreña de Timijarque, también se encuentran entre las que se verán más afectadas.

El estudio explica que las playas más vulnerables a los efectos de la subida del nivel del mar son aquellas que no tienen capacidad de retroceso, es decir, las que se encuentran obstruidas por escarpes naturales o estructuras urbanas. Playas en las que cada centímetro de subida les quita superficie sin que pueda recuperarse por detrás. En esta situación se encuentran buena parte de las playas del Archipiélago como Las Teresitas o Las Canteras y también las zonas de baño más turísticas. 

Por lo que los efectos del cambio climático no solo serán dramáticos por la propia desaparición de estos espacios sino que también tendrán reflejo en la economía del Archipiélago, ya que muchas de estas playas constituyen uno de los principales reclamos turísticos de las Islas. 

El informe estima que la pérdida directa de riqueza productiva provocada por la erosión permanente e irreversible de las playas turísticas en 2100 será de 4.500 millones de euros anuales, lo que supone alrededor del 11% del Producto Interior Bruto (PIB) de Canarias. Según el estudio, las pérdidas económicas derivadas de los daños al tejido productivo, las infraestructuras y las playas turísticas serán más cuantiosas en la provincia de Las Palmas, donde podrán triplicar a los valores de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. 

El proyecto también ha analizado los riesgo que los efectos del calentamiento global podrían ocasionar en la población, las infraestructuras y el patrimonio cultural y natural. Los datos evidencian que la población que se verá potencialmente afectada por la erosión de la costa y la subida del nivel del mar en los peores escenarios puede oscilar entre las 20.000 y las 40.000 personas. En términos poblacionales, la provincia oriental sufrirá un impacto que será el doble que la provincia occidental. 

Las pérdidas económicas vinculadas a infraestructuras materiales pueden superar en el peor de los casos los 900 millones de euros y podrían verse afectados 60 Bienes de Interés Cultural (BIC).

El consejero de Transición Ecológica y Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial, José Antonio Valbuena, insistió ayer en la presentación de los resultados de este informe en que es determinante actuar para tratar de paliar estos efectos. Por eso, apremió al Parlamento de Canarias para que «acelere» los plazos para aprobar la ley canaria del cambio climático, porque el Gobierno regional tiene ya redactados el plan y la estrategia para su desarrollo. Por lo que una vez se le de el visto bueno «no habrá excusa» para que no se haga lo que se tiene que hacer. 

Este proyecto de ley plantea destinar el 2% del PIB a luchar contra el cambio climático, una medida que Valbuena señaló que puede neutralizar las pérdidas de hasta el 10% previstas en este informe. Además, recalcó que se trata de una norma muy ambiciosa porque «no queda otra», ya que antes de 30 años «vamos a tener problemas serios».