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Parlamento de canarias | Pleno especial para cambios en el Régimen Fiscal

El verano interminable

Muchas diputadas optaron por trajes ligeros

y muchos diputados abandonaron sus corbatas

El consejero de Obras Públicas, Sebastián Franquis (i), y el diputado socialista Jorge Tomás González, antes del pleno de ayer. | | MIGUEL BARRETO/EFE

Este verano eternizado agota como el castigo por un pecado que no recordamos haber cometido, como un ataúd mal cerrado que hiede y entonces duele vivir, como una pesadilla pegajosa de la que no podemos despertar. Y el verano era tan intenso dentro como fuera de la Cámara en el breve pleno parlamentario de ayer, que duró, en realidad, poco más de una hora. Muchas diputadas optaron por trajes ligeros para aguantar el sopor y muchos diputados abandonaron sus corbatas –entre ellos el presidente Ángel Víctor Torres– e incluso se plantaron en mangas de camisa en el salón de plenos. Se debatía –mejor: se exponía matizadamente– el informe que el Parlamento de Canarias tiene derecho y debe de emitir sobre el proyecto de ley de presupuestos generales del Estado para 2023 según lo establecido tanto en la disposición adicional tercera de la Constitución como en el Estatuto de Autonomía. Todos los grupos de la Cámara habían negociado el informe –que debe atender básicamente al respeto al REF y al resto del fuero económico y comercial de Canarias– y su aprobación, como ha ocurrido siempre desde hace casi cuarenta años, sería y fue un ritual que escenifica un consenso sobre los grandes intereses canarios que está por encima de las siglas y etcétera porque todos debemos comprometernos etcétera y así hemos sabido hacerlo desde la unidad y etcétera. Dos novedades relativas: el Congreso de los Diputados había solicitado el informe en tiempo y forma y en el pleno estuvieron presentes 65 diputados. El pacto de gobierno estuvo representado por sus cuatro signatarios: Torres hablando muy bajito, como si todavía levara máscara, Román Rodríguez mirándose como siempre a sí mismo en el espejo de los demás, Noemí Santana consultando su móvil como una bola de cristal para leer el futuro si es que existe y Casimiro Curbelo, cada vez más totémico desde su escaño, donde recibe las visitas de cortesía de todo el mundo: desde el presidente del Gobierno a Vidina Espino.

Matices. Cada grupo expresó matices sobre lo que consideraban desviaciones tolerables o insuficiencias corregibles en el proyecto presupuestario del Gobierno de Pedro Sánchez para el próximo año y todos se atuvieron a los márgenes críticos que pueden y deben utilizarse sobre un documento ya consensuado y de carácter positivo. Por supuesto se introducen cuñas. Por ejemplo, María Esther González, economista de guardia de Nueva Canarias, afirmó que esperaba que los diputados coalicioneros en Madrid supieran corregir algunos defectos e insensateces del proyecto presupuestario; muy pocas horas después el exdiputado Pedro Quevedo, su compañero, se escandalizaba porque CC conseguía que Sánchez y Montero admitieran el transporte público gratis en Canarias y una rebaja del IRPF en La Palma. Unas quejas un tanto patéticas. Pero la tónica general fue en todos los casos de respeto y moderación; en todos, curiosamente, salvo en el del portavoz socialista, Iñaki Lavandera, que volvió a arrastrar por los pelos hasta el plenario una novedad ligeramente vil: agradecer el esfuerzo de la oposición parlamentaria para negociar un informe a base de repartir descalificaciones, burlas y desprecios entre los diputados de CC y del Partido Popular.

Nos persigue como los héroes perseguían a un monstruo: para acabar con él. Un verano que llegará hasta el próximo mayo y después no creo ni que llueva

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Lavandera lo hizo, además, con una trapacería indigna de su inteligencia y su formación. Gastó menos de un minuto en festejar el consenso y el resto de su intervención en atacar y ridiculizar a la mayoría. «Celebro que ustedes se sienten a negociar y abandonen el lago oscuro», le dijo con esa sonrisa que evidentemente le duele esbozar, «y dejar las pataletas y la actitud pedigüeña». Lavandera insistió tanto en eso de las pataletas medicantes y de la turbia debilidad que evidenciaba que el cronista sospecha que estaba a punto de soltar algo así como «Negocien, aprendan a negociar, no sean mariquitas». Pero no lo dijo, al menos por el momento. Es un fisquito grotesco, la verdad, recomendarle negociar a una fuerza política que ha negociado acuerdos con cuatro presidentes del Gobierno español desde los años noventa y que muy pocas horas antes había conseguido –negociando– el compromiso sobre transportes e impuestos que tanto exaspera al señor Quevedo, y que a los socialistas canarios les parecía hasta ayer mismo superfluo, irrazonable o simplemente inalcanzable. Pero todo es así cuando habla Lavandera, por pasión y convicción una suerte de pequeño robespierre del PSOE canario; si alguna vez sus dirigentes le cortan la cabeza seguro que elogia calurosamente, en un discurso preciso y valiente y lleno de datos funerarios, al verdugo –o verduga– que lo guillotine.

El portavoz socialista aprovechó además, en sus dos últimos minutos, para exaltar las maravillas del proyecto presupuestario para 2023, que empujarán a Canarias a unas cuotas de desarrollo y justicia social que muy pronto comenzarán a ser la envidia de los países nórdicos. La Suecia macaronésica. Que el desempleo supere el 17% de la población activa, el paro juvenil no baje del 35%, decenas de miles de familias no lleguen a fin de mes y crezca a marchas forzadas la desigualdad en las islas son sórdidas malicias de agoreros que no pasarán. Tal vez este discurso no sea el mejor para ganar de nuevo las elecciones. Pero es el que han elegido: simular que Canarias –por la reactivación turística y los parches de políticas más asistenciales que sociales– va magníficamente gracias a un Gobierno honesto, lúcido y providente.

Pero el verano no termina. Un verano interminable que no le gusta a nadie: ni a los que aman el calor y se encuentran a gusto ni a los que añoran el fresco al atardecer y el alba húmeda de rocío. Es un verano que nos persigue como los héroes perseguían a un monstruo: para acabar con él. Un verano que llegará hasta el próximo mayo y después, para qué les voy a mentir, no creo ni que llueva.

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