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Sobrecarga demográfica en Canarias

El equilibrio entre territorio y sobrecarga demográfica nunca ha sido tan precario en nuestro archipiélago como ahora, con magnitudes que obligan a reflexionar

Sobrecarga demográfica en Canarias

Me sorprende la ingenuidad que manifiestan algunos colegas geógrafos y demógrafos cuando se aborda la importancia en Canarias de fenómenos de amplio espectro como la densidad de población o la capacidad de carga de un territorio determinado. Unos recurren a la debilidad conceptual de la expresión ‘sobrepoblación, otros a la sensiblería cuando se aborda la inmigración, olvidando el carácter poliédrico de ésta, mientras que otros sólo se ajustan al frío dato porcentual de la estadística, sin apenas vincularlo con el espacio en el que se producen esos cambios.

En el libro publicado en 2005 (Morales, G. y Santana, A.: Islas Canarias: Territorio y Sociedad, Ed. Anroart, págs 265-286), ya se mostraba cierta preocupación con el precario equilibrio entre territorio y sobrecarga demográfica, especialmente en Gran Canaria y Tenerife, islas que ya habían superado con creces esa frágil ecuación. Este fenómeno no es nuevo en nuestra historia, pero su carácter cíclico nunca ha alcanzado magnitudes como las actuales, facilitadas por la globalización y conectividad sináptica en el ámbito geográfico inmediato (el Noroeste africano) y en el cultural (España-Unión Europea).

Con el avance tecnológico tan fuerte habido en los últimos cincuenta años, pareciera que cualquier espacio insular puede acoger contingentes ilimitados de población, sin que eso repercuta en la calidad de vida de los habitantes de acogida, así como en su propio sistema económico. Se teoriza mucho con el desarrollo sostenible como concepto a emular, pero la gestión de esos desajustes entre territorio y una población que mantiene incrementos trepidantes, solo se ha abordado epidérmicamente, sin que hasta ahora se hayan tomado conciencia ni medidas para su desaceleración, obviando otros factores que aconsejan crecimientos demográficos más sostenibles.

Si comparamos Canarias con las otras 16 comunidades españolas (nuestros ámbitos culturales y administrativos más inmediatos), hasta el último tramo del siglo XX, el Archipiélago se significaba por tener las tasas más altas de natalidad, fecundidad, desocupación, analfabetismo, densidad, población joven, terciarización de su población activa, o las más bajas de mortalidad y grado de escolarización. De todos esos indicadores, el que más nos sigue preocupando es el relativo a la densidad poblacional. Canarias triplica la densidad media de España (302 por 94 habitantes por kilómetro cuadrado en 2021), pero Gran Canaria los más que quintuplica (545 habitantes por kilómetro cuadrado). A los 2,2 millones de residentes canarios hay que sumar los más de 16 millones de turistas anuales de media del trienio prepandémico (años 2017-2019).

Estos guarismos se agravan por su tendencia alcista, pues entre 2000 y 2019 ha habido un incremento del 30% de la población, y de no ser por la pandemia, la previsión es alcanzar los 2,5 millones de habitantes en 2033, extranjeros una cuarta parte de ellos; la pandemia refuerza ese carácter atractivo de Canarias, por su bondad climática, su lejanía de los conflictos continentales y por el mantenimiento ‘puertas afuera’ de su modelo turístico estable, que no opta por incrementar la calidad del servicio, sino la cantidad de sus visitantes.

No deja de ser paradójico que, cuando a finales del siglo XX comenzaba a aliviarse la carga demográfica que han padecido secularmente las islas, merced a los cambios experimentados en el modelo típicamente natalista de la sociedad canaria, las islas se hayan convertido en uno de los destinos deseados por la fuerza de trabajo peninsular, por las ventajas económicas que se han ido dando a la interconectividad aérea con sus ámbitos familiares de origen, y por extranjeros de cualquier parte del mundo. El precario equilibrio mantenido durante siglos entre unos recursos escasos y una sobrecarga poblacional, periódicamente expulsada a Cuba o Venezuela, ya se ha perdido porque no se han adoptado medidas para estabilizar la población con criterios más racionales, que atiendan a la singularidad de unas islas pequeñas, y frágiles. Las islas ‘mayores’ de Tenerife y Gran Canaria, como ejemplos paradigmáticos de este problema de sobrecarga poblacional, tienen una particularidad, y es que el 48% y 42% de sus respectivos espacios insulares están declarados por ley como Espacios Naturales Protegidos. Esto se traduce en que las densidades netas estén muy por encima de lo aconsejable, con un acentuado proceso de confrontación entre tres grandes espacios tensionados: el natural protegido, el rural y el urbano. Pero hay otro cambio paradigmático, parece que innato a las sucesivas comunidades canarias: la tendencia a equipararse las rúbricas de natalidad y mortalidad, con tasas en niveles bajísimos, sobre todo la natalidad, que tiene como reflejo principal, el crecimiento vegetativo cero o negativo en el último quinquenio, en el que, de promedio, nacen al año 6,39 niños por cada 1.000 residentes canarios, y mueren un 7,65 por cada 1.000 de esos canarios por año. En 2021, la tasa de natalidad descendió hasta el 5,66 por 1.000, y la de mortalidad alcanzó el 7,31 por 1.000; es decir, en ese año tan atípico, nuestro crecimiento vegetativo fue de -1,99 por 1.000.

En relación con el origen de la población, la llegada del turismo de playa convirtió a Canarias en un territorio cosmopolita: escandinavos, alemanes y británicos se añadieron al sustrato hispano-luso. ¿Qué ha ocurrido en los últimos veinte años en relación con los procesos migratorios? Pues que ha disparado la intensidad en el ritmo del crecimiento de la población, y que de golpe tenemos un contingente de residentes extranjeros en escena, el italiano, que siempre ha sido muy minoritario (vinculado a sus restaurantes), y que en la actualidad casi se ha equiparado a la suma de los residentes alemanes, británicos y escandinavos.

Entre 2000 y 2019 ha habido un incremento del 30% de la población, y la previsión es alcanzar los 2,5 millones de habitantes en 2033

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Los siete países más significativos del total de la población residente en Canarias (unos 288.000 en 2021), son los siguientes: italianos (40.500), un sorprendente fenómeno migratorio por analizar; británicos y alemanes a partes casi iguales (unos 24.400 y 23.200, respectivamente); marroquíes (16.400); descendientes de emigrantes canarios de retorno y asimilados: venezolanos y cubanos (23.800 y 16.000) y; el contingente más remoto: los colombianos (16.300), inexistentes casi hasta hace dos décadas. El resto son de menor cuantía, como indios o chinos, aunque muy visibles.

El otro hecho significativo, vinculado a la condición de Canarias como puerta de entrada a Europa, es la avalancha de transterrados africanos, e incluso asiáticos, procedentes de la costa bajo control marroquí, desde Nuadibú, en la frontera mauritana, hasta Tarfaya, pasando por Dajla y Aaiún, hasta ser deportados o transferidos a Europa. Con datos de Cruz Roja del primer semestre de este año (2022), la procedencia –por grupos geográficos– de las 8.895 personas atendidas por esa institución (varones en su mayoría) es, aproximadamente, la siguiente: marroquíes (39%); Senegal-Gambia (21%), Costa de Marfil (15%) y Guinea Conakry (14%); de otros diez países del Golfo de Guinea, un 5%; de siete países africanos muy lejanos de Canarias fueron atendidos un 3%, mientras que de países muy lejanos, y ya fuera de África, un 1% (Comores, Bangla Desh o Sri Lanka, entre otros). La inmensa mayoría de estas personas se atendieron en puertos de Gran Canaria, Lanzarote, y Fuerteventura.

¿Cuáles son los indicadores que actúan como alerta ante una situación de insostenibilidad y exceso de población sobre el territorio exiguo y discontinuo (7.500 kilómetros cuadrados)?:

– Su exceso de población y su fuerte ritmo de crecimiento: 2,2 millones de habitantes (en 2000 había 1,8 millones).

– La altísma densidad demográfica: 290 habitantes por kilómdetro cuadrado; 544 habitantes por por km2 en GC; 437 habitantes por en Tenerife.

-Su elevadísima afluencia turística: más de 16 millones de turistas extranjeros en 2017

– Que un 42% de su superficie está, afortunadamente, declarada como Espacio Natural Protegido.

– La superficie agraria útil sólo alcanza unas 140.000 hectáreas, mientras que la superficie agraria actual apenas es de 40.000 hectáreas.

– Ese espacio agrario mantiene un fuerte minifundismo en su parcelario y propiedad.

– Las fuertes pendientes son la tónica en casi todas las islas (del 6 al 24% de pendiente en el 66% de La Palma; 64% El Hierro; 57% Tenerife; 53% La Gomera; 45% Gran Canaria; 28% en Fuerteventura; y 17% en Lanzarote).

– El porcentaje de espacio artificializado es muy alto: 24% urbanizado o periurbanizado en Gran Canaria; 20% en Tenerife; 17% en Lanzarote y Fuerteventura. Piensen que Japón (370.000 kilómetros cuadrados), con 130 millones de habitantes, solo tiene un 15% de espacio urbanizado, y que un 67% del total son bosques.

– Las Islas tienen unos 60 kilómetros de carreteras por cada 100 kilómetros cuadrados, una ratio muy elevada.

– Su parque automovilístico supera los 800 vehículos por 1.000 habitantes, y está muy envejecido (67% con más de diez años). Sin embargo, cada vez hay menos plazas de aparcamiento permanentes o de rotación al aire libre.

– La sobrecarga sanitaria pública o concertada es cada día mayor. No es igual una plantilla para 1,8 millones de habitantes que para 2,2 millones, o peor, para 2,5 millones en el horizonte 2033.

– Son frecuentes las congestiones de tráfico, con aforos que ya superan los 140.000 de intensidad media diaria de vehículos (IMDV), como ya ocurre en tramos de Gran Canaria (GC-1) y Tenerife (horquilla TF-5 y TF-1).

– Un mercado inmobiliario presionante, que afecta por igual a los espacios naturales, rurales o urbanizados, que contrasta con 150.000 viviendas desocupadas (24% del total, 619.926, en 2021).

– El riesgo de pobreza alcanzó el 28% a finales de 2021, y es posible que ya esté en el 30%, según datos de la Agencia Tributaria de España.

– La dispersión del caserío en el suelo rústico, en el que las viviendas de origen ilegal son más que las legales.

– Se está produciendo una estandardización de los espacios rurales tradicionales, mediante su destrucción paisajística, con la consiguiente aculturización y pérdida de identidad.

– Hay un problema estructural con el agua, que no se solucionará con más desaladoras, agravado ahora con la aceleración brusca del cambio climático.

– La escasa cultura y sensibilización de la comunidad en el respeto a su territorio.

¿Es normal que una pequeña y frágil comunidad archipelágica como la canaria quiera regular concienzudamente sus aportes inmigratorios ‘anómalos’, una vez que a lo largo de los últimos 50 años haya alcanzado un estado de madurez demográfico, con bajísimas y ejemplares tasas de natalidad y mortalidad? Yo creo que ha debido ser una prioridad antes de acabar el ejercicio de gobierno y gestión de su territorio y sociedad. Al menos habría que intentarlo seriamente.

Todo intento de contención en el crecimiento de la población estará expuesto a la crítica más acerada, pero luego no enarbolen el ‘desarrollo sostenible’ como una especificidad del modelo turístico canario.

No propugno leyes de residencia ni desincentivar la venida a Canarias de gente deseosa de gozar de nuestro buen clima y hospitalidad, pero sí quisiera saber su coste, tanto territorial, social como económico, y lo que supone optar por un modelo del pronto ‘beneficio’.

Por cierto, ¿se han preguntado porqué es tan fácil para cualquier extranjero el obtener la residencia en Canarias? Si lo hubiesen intentado en las islas de Menorca o Malta, por poner dos ejemplos de contención, lo tendrían mucho más complicado. Si seguimos con este modelo depredador, ¿creen que los extraordinarios avances conseguidos con la declaración de los espacios naturales protegidos van a ser preservados por mucho tiempo?

Aunque este fenómeno viene de lejos, me contento ahora más con un ‘Juicio de Residencia’ es decir, una rendición de cuentas de los cargos públicos al término de su desempeño sobre esta cuestión, que con una casi imposible y efectiva ley de residencia de Canarias al uso.

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