Hermine golpeó ayer con dureza a la otra isla capitalina: Gran Canaria, donde llegaron a correr los barrancos desbordados por el abundante agua descargada por la tormenta.

Las incidencias en la capital insular, Las Palmas de Gran Canaria, fueron numerosas. El túnel de San José estuvo algún tiempo cerrado a consecuencia de la acumulación de agua de lluvia en los carriles. Sin embargo, a mediodía de ayer ya se podía circular, aunque permanecía uno de los dos carriles cerrado por esa bolsa de agua acumulada. El túnel situado en la autovía en dirección a La Isleta a la altura del parque de Santa Catalina y el muelle de cruceros también tenía un carril cerrado. La Policía Local también avisó durante la jornada que se debían extremar las precauciones en todos estos tramos bajo tierra.

La carretera de El Dragonal –la GC-310– a la altura del Jardín Canario y en dirección a Santa Brígida fue cortada tras registrarse el hundimiento parcial del asfalto, al romperse una alcantarilla. Y el desplazamiento de piedras y los daños producidos por la bajada del agua de lluvia obligaron a impedir el paso a la vía de acceso a El Confital tanto para los vehículos como para las personas.

Las desembocaduras situadas en las laderas de la zona alta del Paseo de Chil se convirtieron durante mucho tiempo en auténticos afluentes, saliendo las escorrentías por los muros. Además, en Mesa y López, la caída de un árbol de grandes dimensiones sobre la calle peatonal puso en peligro a los viandantes, aunque con la fortuna de que era un día en el que estaban cerrados los comercios y el trasiego de personas era muy escaso. A su vez, durante la mañana se anegaron varios carriles en su prolongación hacia Guanarteme, aunque se pudo corregir posteriormente.

Las Canteras

La Cícer, en la playa de Las Canteras, volvió a sufrir las consecuencias de la riada procedente del barranco que discurre junto al hospital Dr. Negrín, llevándose buena parte de la arena que se encontró a su paso. Esta imagen fue muy seguida por curiosos, que se agolparon a lo largo del paseo marítimo mientras se tapaban de la lluvia con paraguas y chubasqueros. En el barrio de San Cristóbal, otro árbol se desplomó sobre algunos vehículos estacionados. Los bomberos informaron de que el accidente acaecido en la calle Córdoba afectó a cinco vehículos.

La costa capitalina se convirtió ayer en un mar de fango tras el enrome volumen de agua que le fue entrando con barro desde los distintos barrancos de la zona alta. En Cañada Honda, los vecinos se asustaron mucho al ver la enorme riada que discurrió por el interior de las calles del barrio poniendo en peligro a las personas por la fuerza con la que corría, a los coches que se encontraban a ambos lados de la vía y a las propias casas, por la posibilidad de que se adentrara en los inmuebles. Los vecinos requirieron en ocasiones anteriores que se mantengan el cauce del barranco y el decantador limpios, por lo que se quejan ahora de que no se les hubiera hecho caso. De ahí que los vecinos sacaran sus rastrillos y se dedicaran a limpiar la calle para que las alcantarillas pudieran tragarse el agua e intentar proteger sus propiedades. La marca del agua en una puerta de garaje mostraba que el caudal alcanzó casi hasta la cintura de una persona.

El personal del Hospital Dr. Negrín grabó múltiples imágenes que mostraban cómo las instalaciones sanitarias se anegaban en algunas plantas. Entre ellas, una donde se ve cómo el agua cae a borbotones por ascensores y pasillos.

Los propietarios de los vehículos aparcados en la planta sótano de un edificio de la calle Portugal, junto a la avenida de Las Canteras, se encontraron con varios palmos de agua en el interior. Por este motivo, se vieron obligados a su achique y tuvieron que sacar al exterior los vehículos, ante el riesgo evidente de que se quedaran anegados y atrapados en su interior. Los afectados se las ingeniaron también para colocar una barrera en la vía, para impedir que el caudal siguiera cayendo en el interior. En esa vía, y hasta la calle Churruca, el agua se embalsó en distintos puntos, aunque se fue corrigiendo. No por ello saltaron tapas de alcantarillado, dejando en una situación complicada a muchos automovilistas.

Y miles de litros de agua entraron a lo largo de todo el día en el barranco de Tamaraceite, debido a la multitud de grandes tuberías que vierten el caudal procedente de todos los barrios limítrofes. También numerosas calles de la ciudad se quedaron sin semáforo, al quedar inutilizados. En esta ocasión, las lluvias se han registrado un fin de semana, lo que ha evitado que el tráfico en la capital grancanaria se haya convertido en un auténtico caos de colas y retenciones.

Esas fueron solo una parte de las incidencias registradas en Las Palmas de Gran Canaria, pero Hermine se hizo sentir en toda la isla redonda.

El sur y el norte

En los municipios de la mitad sur de Gran Canaria, las playas más afectadas son las de Melenara, en Telde, y la Reserva Natural Especial de las Dunas de Maspalomas, que ayer se abrió en canal a consecuencia de una riada que llegó desde la avenida de Tirajana de Playa del Inglés, lo que motivó también el cierre del mirador de las dunas. En el resto de localidades la mayoría de los problemas estuvieron relacionados con la caída de muros, inundaciones en viviendas, desprendimientos en carreteras y cortes eléctricos.

En cuanto al norte de Gran Canaria, una lluvia serena y constante cayó ayer sobre el norte, las medianías y la cumbre. Desprendimientos en los márgenes de las carreteras, inundaciones en viviendas y alcantarillas desbordadas fueron las incidencias más repetidas en todos los municipios, que no registraron destrozos graves. Teror fue la localidad canaria más beneficiada por el agua que ha dejado Hermine en las Islas, con 102 litros por metro cuatro en solo 24 horas, según los datos facilitados por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Barrancos como los de Gáldar y Moya descargaron agua en la costa y arrastraron sedimentos que tornaron en marrón el azul del mar norteño.

El Consorcio de Emergencias de Gran Canaria tuvo así que intervenir en accidentes de tráfico, sin consecuencias, y la mayoría de sus intervenciones consistieron en asistencias técnicas de achique, retirada de elementos de riesgo e incidencias en cuadros eléctricos. Desde el Cabildo de Gran Canaria se insistió en pedir a la población que no saliera a la calle salvo que fuera imprescindible ya que para la tarde se preveían concentraciones de lluvia con posibles descargas intensas.