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ANÁLISIS

No mientan, que de eso ya nos encargamos nosotros

Lo peor para el Gobierno y las fuerzas parlamentarias que lo apoyan es que el presidente Torres se había columpiado

Manuel Domínguez, portavoz del PP en el Parlamento de Canarias. | | ANDRÉS GUTIÉRREZ

El núcleo de la segunda jornada del pleno – servidor lamenta no poder atender otros asuntos casi tan jugosos y ejemplares – fue de Coalición Canaria y Sebastián Franquis, consejero de Obras Públicas y Transportes, sobre la financiación extraordinaria del transporte terrestre por parte del Gobierno central como una de las medidas de emergencia para moderar la espiral inflacionista y permitir un respiro a los ciudadanos. CC y el PP sostienen –con sólidos argumentos cualitativos y cuantitativos- que el gabinete de Pedro Sánchez ha discriminado a las islas porque solo ha aportado pasta para disminuir en un 50% el coste del billete de las guaguas para los usuarios canarios, mientras que en las últimas semanas diversos portavoces del Gobierno autonómico y del PSOE se han esforzado en interminables ejercicios fantasiosos para ocultar una verdad incómoda. Por ejemplo, han proclamado que Canarias ha recibido más recursos que ninguna otra comunidad para abaratar el transporte público terrestre en relación con su población. ¿Y entonces como es posible que el transporte en guagua no sea gratuito con semejante inyección de solidaridad? Vaya usted a saber. Desde luego que Sebastián Franquis no lo sabe, porque ayer no lo pudo explicar en una intervención errática en la que a veces empleó un tono tan bajo que sus palabras resultaban ininteligibles. Eso no habla mal del señor Franquis, sino todo lo contrario: evidenció que es un hombre al que le cuesta mucho arrastrar una mentira por el parlamento. Cuando tomó la palabra contuvo su nerviosismo e irritación, pero cuando le tocaba escuchar a Rosa Dávila y Luz Reverón se le oscurecía el semblante y parecía el Greenwich escuchando un villancico navideño.

Lo peor para el Gobierno y las fuerzas parlamentarias que lo apoyan es que el presidente Torres se había columpiado (de nuevo) precisamente en sede parlamentaria en el último pleno antes de las vacaciones de agosto. La malvada oposición, por supuesto, aprovechó para proyectar en las pantallas de televisión de la Cámara el momento en el que Ángel Víctor Torres decía considerar «de justicia» que el transporte en guagua fuera gratuito en Canarias y que su equipo lo exigiría así a Madrid. Después se proyectó a un Torres que había cambiado de opinión y al que el 50% de rebaja en el precio de los billetes le parecía un logro extraordinario. La reacción de la mayoría, especialmente del grupo parlamentario socialista, fue tan virulenta que por un momento este cronista creyó que algún diputado del PSOE estaba a punto de denunciar que ese no era Torres, sino un actor que no había sido admitido nunca en el casting de En clave de Ja. No cabía más remedio que emplear una vieja técnica: acusa al acusador de lo que te está acusando. De esta manera no había sido Torres el que se había contradicho y mostrado una aquiescencia más bien deleznable frente al Gobierno central. Eran coalicioneros y conservadores los que mentían. «Demagogos y mentirosos», articuló más o menos correctamente Franquis al final mientras los socialistas aplaudían con la furia del público en la fase final del concurso de murgas. «No mientan, no mientan», gritaban desde la bancada de la izquierda.

La intervención más divertida corrió a cargo del diputado socialista Jorge González, quien afirmó que la oposición había proyectado el video con las declaraciones del presidente Torres «porque no tenía argumentos». Francamente como argumento a favor de que Torres dijo lo que dijo no se me ocurre nada mejor que poner el video en el que Torres dice lo que dice. Por supuesto que la oposición facilitó cifras precisas, pero fue inútil, porque a pesar de ser extraídas del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana o de Renfe el señor Franquis no las dio por válidas. Repitió varias veces que más de 300.000 canarios se beneficiarán de la reducción de los billetes, sin reparar en que de eso no iba el asunto, sino de que más de un millón de pasajeros peninsulares había disfrutado ya de billetes gratuitos y no de una rebaja del 50%. El consejero se replegó hasta la última (y más penosa) trinchera argumental para afirmar que el transporte terrestre de carácter público estaba ya muy subvencionado en Canarias. Pero, ¿qué diablos tiene eso que ver con el decreto de emergencia que incluía las ayudas excepcionales al transporte público votado en las Cortes? Obviamente, y desde hace lustros, cabildos y ayuntamientos también han abaratado el transporte en guagua con descuentos para jubilados, estudiantes o dependientes. Con entusiasmo de periquitos unánimes los portavoces de la mayoría comenzaron a desgranar los descuentos que ya tenían los viajeros que se trasladan en guagua en las islas, empezando por su señoría gomera Melody Mendoza. Durante unos minutos todo pareció delirante: un torneo de autocomplacencia timorata y falsaria. Ya no se hablaba de la diferencia de trato entre Canarias y el resto de España en la financiación extraordinaria del transporte público terrestre para paliar una crisis económica causada por una inflación desbocada, sino de la política de precios de varios cabildos y ayuntamiento, aludida casi bucólicamente. Es una de las más zafias tergiversaciones de un debate que se han visto en el Parlamento canario y se practicó con el entusiasmo propio de la impunidad. González insistió en que «esta oposición solo aporta ruido, escándalo y demagogia». Rosa Dávila le recordó que desde que es presidente Pedro Sánchez ha aprobado 124 decretos-ley, de los cuales CC en las Cortes solo ha votado negativamente a cinco. Ayer, precisamente, los coalicioneros apoyaban en el Congreso de los Diputados la tramitación de la propuesta para crear un gravamen extraordinario y temporal a los bancos y a las grandes compañías energéticas. El PP, Vox y Ciudadanos votaron en contra.

El ambiente estaba muy crispado, pero no por Coalición o el PP, sino por la incomodidad de unas fuerzas políticas condenadas, por su condición de socios, a opacar una culposa torpeza presidencial y simular que no se estaba produciendo un trato discriminatorio para las islas. Estaban tan irritados, por cierto, que ante una solicitud de Vidina Espino para intervenir a fin de replicar por alusiones a la intervención de Carmen Hernández, de Nueva Canarias, monseñor Manuel Marrero no pudo evitar protestar, y a su protesta se añadieron varios gruñidos de asentimiento desde varios escaños.

-Es que ya no sé qué hacer – bufó Marrero.

- ¿A qué se refiere su señoría? – inquirió el presidente de la Cámara, Gustavo Matos, con un tacto exquisito.

- A que en cualquier intervención hay cosas ante las que cualquier puede sentirse aludido. No entiendo como una diputada obtiene tiempo y más tiempo pidiendo turnos por alusiones.

Matos se lo tomó con paciencia infinita y le explicó al diputado de Sí Podemos que el reglamento permitía intervenir por alusiones en determinadas circunstancias y que él, el presidente, tenía entre sus funciones moderar los debates, decidir sobre los turnos y aplicar el reglamento con flexibilidad para propiciar y dinamizar el debate. Marrero no parecía muy convencido. La intervención de Matos no solo demuestra que es y ha sido un magnífico presidente, sino qué presidente de la Cámara sería – no lo quiera el materialismo dialéctico - el señor Manuel Marrero.

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