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César Fernández | inspector del grupo de delitos tecnológicos de la policía nacional en las palmas

«A raíz de la guerra los ciberataques buscan dañar a las administraciones»

César Fernández, en la Jefatura Superior de Policía de Canarias. | | Andrés Cruz

El inspector del Grupo de Delitos Tecnológicos de la Brigada Provincial de la Policía Judicial de Las Palmas, César Fernández, analiza los ciberdelitos más habituales en el curso ‘Ciberseguridad y ciberdefensa’ de la XXXIII edición de Cursos de Verano de la UNED, celebrado esta semana en Gran Canaria. Fernández advierte que los ciberataques a instituciones públicas se han disparado con la guerra de Ucrania.

¿Cuáles son los ciberdelitos más habituales?

El delito más extendido son las estafas bancarias, seguidas de los delitos sexuales, la pornografía infantil y el sexting. Después de la pandemia, las denuncias de sexting han cogido un volumen inesperado y a los responsables policiales nos preocupa la cifra oculta de los casos que no se denuncian por vergüenza.

¿Desde qué países se cometen esas estafas bancarias?

Ya no hablamos de países. El delincuente nacional se ha perfeccionado con el tiempo. Los que antiguamente hacían las estafas al uso, los delincuentes del descuido y del tirón han visto que en internet hay menos riesgos y más beneficios. No obstante, los reyes siguen siendo los países del Este, Reino Unido, la costa oeste de África y también algo nos llega de Latinoamérica. El dinero estafado termina en Asia, pero no vemos una participación activa de organizaciones que estén allí asentadas.

¿Cómo logran que la gente caiga en esas estafas?

Tenemos un problema a la hora de gestionar nuestro dinero con la banca online. No estamos concienciados de que tenemos que estar despiertos y centrados cuando entramos en la banca online o cuando realizamos compras en portales web, ya sea de productos materiales o de paquetes vacacionales. No tenemos que aceptar correos de personas que no conocemos, abrir enlaces de redirecciones o descargar archivos adjuntos, porque ahí va el virus que se va a instalar en nuestro dispositivo para acceder a nuestra banca y robar en nuestras cuentas. Si nos cogen una cuenta, el peligro no está en que nos dejen en números rojos, está en que nos sacan microcréditos. Todos tenemos en nuestras cuentas créditos preconcedidos, que se pueden activar sin necesidad de interacción física con el banco.

"Lo más habitual son las estafas bancarias, los delitos sexuales y la pornografía infantil"

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¿La ciudadanía es precavida ante posibles ciberestafas?

Tenemos un problema muy grave con el ciudadano de a pie y es la formación. La gente que tiene entre 30 y 40 años ya ha nacido con internet y su problema son las prisas y la inmediatez. A raíz del covid nos han lanzado a utilizar la red y los mayores sufren mucho. Las personas de más edad son muy prudentes, pero son víctimas fáciles por el desconocimiento.

Desde que se inició la guerra en Ucrania se han incrementado los ciberataques. ¿Se han reforzado para hacer frente a la nueva situación?

Teníamos casi erradicados los ciberdelitos de daños que van a empresas, a entes de la administración pública o a servicios esenciales como hospitales. A raíz de la guerra los ciberataques buscan dañar a las administraciones públicas, dejando un poco de lado la parte económica. Los ataques se han descontrolado en los últimos meses y, además, son mucho más selectivos y más efectivos. Los virus que inyectan a las empresas o a los entes públicos contienen una serie de máscaras que doblegan las defensas que puedan tener los equipos.

Cuando hay un ataque contra una administración pública, qué pasos da la Policía.

Lo primero que hacemos es contactar con el servicio informático del ente afectado, porque ellos son los que saben la seguridad que tiene el servidor y conocen el alcance del daño. Normalmente, cuando llegamos nos tienen aislado el virus y nosotros analizamos la máscara para poder prevenir ante los futuros ataques. Esa prevención no dura más de tres o seis meses, porque ellos van evolucionando y nosotros vamos detrás. El objetivo es identificar el virus y después los derivamos a empresas privadas que les pueden rescatar la información encriptada.

«Lo más habitual son las estafas bancarias, los delitos sexuales y la pornografía infantil»

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Van detrás de los ciberdelicuentes, pero ¿los siguen de cerca o les llevan ventaja?

Siempre nos llevan ventaja y, además, nunca repiten. En otros tipos de delitos, pasado un tiempo, se vuelven a recuperar modus operandi, pero en este caso todo va en ascenso por las medidas de seguridad que se van poniendo y que tienen que saltar.

¿Se invierte lo suficiente en ciberseguridad?

Desde las entidades públicas, sí. Aunque la inversión que se requiere para protegernos tampoco es muy grande. Las empresas son las que están padeciendo más este problema, porque la economía actual está más tocada y se va recortando por todos lados. Si se recorta en seguridad, se pueden tener problemas.

¿Es habitual el callejón sin salida en la investigación de la ciberdelincuencia?

Sí. Hay que saber perder. Hay estafas que empiezan en euros y terminan en criptomonedas y se les pierde el rastro, porque saben que la criptomoneda es difícil de detectar.

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