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¿Hace falta cambiar los escaños?

La Mesa del Parlamento defiende la renovación de los sillones del hemiciclo por obsoletos y seguridad v Podemos y Vidina Espino critican que no es el momento

Las diputadas Beatriz Calzada (izquierda), de CC, y Melodie Mendoza, de ASG, en un pleno del Parlamento. RAFA AVERO

El Parlamento se gasta 105.000 euros en renovar los sillones de los escaños que ocupan los diputados en el salón de plenos. ¿Es ahora el momento de hacer un gasto de este tipo? ¿Es mucho dinero? ¿Se han seguido los procedimientos adecuados? Son las primeras preguntas que surgen nada más conocer la noticia de una contratación de estas características. La Mesa del Parlamento, órgano que dirige la Cámara y formada por cuatro grupos políticos –PSOE, CC, PP y NC–, defiende la iniciativa entre otras cosas porque ha sido un concurso público abierto y basado en un informe técnico de los servicios de mantenimiento de la institución. Hace 30 años que no se cambian los sillones, la gran mayoría de los parlamentos autonómicos y las Cortes ya han renovado hace tiempo su mobiliario y los sillones de la Cámara canaria, además de obsoletos, incumplen las normas de seguridad esenciales, ya no tienen repuestos y no son ignífugos.

Pero la trifulca política ha entrado de lleno en este gasto protagonizada por dos grupos que no están en la Mesa –Podemos y grupo Mixto– y, como es habitual en estos casos, propagándose por las redes sociales con aceradas críticas a los parlamentarios y a la institución por realizar esta compra en un momento de crisis social como el actual. Podemos, miembro del pacto de las flores, no entiende esta inversión al considerarla ahora fuera de lugar y hasta la propia consejera de Derechos Sociales, Noemí Santana, ha expresado en su Twitter que la compra le parece «muy innecesaria».

Matos defiende la integridad de los funcionarios, que son lo que resuelven el procedimiento

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Pero la que ha salido en tromba en contra de la decisión es la diputada del grupo Mixto, Vidina Espino, que exige la renuncia a la compra de los sillones para destinar ese dinero a necesidades sociales, llevará el asunto el lunes a la Junta de Portavoces para que se rescinda el contrato y ha solicitado al Comisionado de Transparencia que haga un informe sobre la desaparición de la página web del Parlamento del expediente de contratación de las nuevas butacas. Un fallo del sistema informático de la Cámara, según la Mesa, provocó que durante los últimos días no estuvieran los contratos en la página de transparencia, algo que se restableció ayer.

El presidente del Parlamento, Gustavo Matos, molesto e indignado porque se dude de la profesionalidad e integridad de los funcionarios de la Cámara, califica de «salseo» el debate que se ha generado en torno a este asunto y se muestra sorprendido porque se haya generado la polémica cuando el concurso está ya adjudicado y no hay marcha atrás. «Llevamos con estos más de dos años, todos los diputados han tenido acceso al expediente y nadie había dicho nada hasta ahora, es como mínimo sorprendente».

Matos y el resto de la Mesa lanzan una afirmación contundente: ni en las bases del concurso ni en la mesa de contratación participan los políticos, solo los técnicos y funcionarios, que son los que redactan los pliegos, valoran las ofertas de las empresas y deciden la adjudicación.

El concurso lleva más de dos años en proceso y Cultura echó para atrás la primera adjudicación

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La Dirección General de Cultura frenó la primera adjudicación que se realizó porque los sillones no guardaban la estética adecuada para un edificio clásico y Bien de Interés Cultural (BIC) como es el inmueble que alberga el salón de plenos del Parlamento. En una segunda licitación se presentaron tres empresas y resultó adjudicataria Ficheros SLU, sociedad integrada en el grupo Folder, especializado en papelería y mobiliario de oficina. De los 170.000 euros de partida se resolvió por 98.396 euros, a razón de 1.200 euros por sillón. Incluso la mesa de contratación valoró si la bajada de precio era anormal, pero finalmente se dio la conformidad a los modelos de sillones presentados. Por eso Matos defiende que el Parlamento se ha ahorrado dinero público con el concurso.

Los diputados no responden a la pregunta de si están cómodos o no en los sillones actuales, rehuyen entrar en la polémica, aunque algunos sí confiesan que no son nada funcionales y cuando se deterioran o estropean se remiendan pero poco más. Pero Vidina Espino insiste en que no le van a arredrar y advierte que no está por la labor de sentarse en un sillón nuevo habiendo tantas penurias por ahí ¿Lo cumplirá?

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