"Llamada general, mensaje de urgencia: neumática en situación de emergencia con 28 personas a bordo, a la deriva navegando en precario hacia las costas de Canarias". Desde septiembre de 2019 pocos días han pasado sin que las emisoras de radio de seguridad en el mar chisporroteen con mensajes como este en la ruta migratoria más peligrosa de Europa y del mundo.

Con altibajos, la llamada Ruta Canaria de las pateras está operativa desde el 28 de agosto de 1994, cuando la estrenaron dos jóvenes saharauis que llegaron a las costas de Fuerteventura.

A partir de entonces han accedido a Europa a través de Canarias 158.379 personas en patera, según las cifras que publica periódicamente el Ministerio de Interior, tras superar travesías en océano abierto que van desde los 100 hasta los 1.500 kilómetros.

De todas las llegadas acumuladas en esas casi tres décadas, un tercio (55.878 personas) corresponde a los dos años y ocho meses transcurridos desde finales de verano de 2019, cuando se hizo evidente que buena parte de la presión migratoria del Estrecho de Gibraltar y el Mar de Alborán se estaba desplazando hacia el Atlántico, convirtiendo a Canarias en la principal vía de entrada de migrantes a Europa por vía marítima en varios momentos.

"Thank you Spain for your search and rescue efforts", escribía hace justo un año en Twitter un alto funcionario de Naciones Unidas al conocer la historia de un cayuco localizado a más de 500 kilómetros de El Hierro, con tres únicos supervivientes (de 59 pasajeros) que habían pasado 22 días a la deriva en el mar.

Ese elogio a los servicios españoles de rescate en Canarias procede del enviado especial de ACNUR para el Mediterráneo Central, Vicent Cochetel, acostumbrado a denunciar semana tras semana la situación que sufren allí los migrantes, con países que niegan puertos de desembarco a los supervivientes y ONG como Open Arms, Médicos Sin Fronteras, SOS Méditerranée o Sea-Eye supliendo con sus buques el papel que deberían desempeñar los Estados ribereños.

Sofía Hernández coordina un despliegue de medios públicos de rescate, marítimos y aéreos en Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura

"Estamos teniendo una llegada masiva de embarcaciones precarias. Y se nota tanto en el trabajo del centro de control como en el de las tripulaciones", asegura a Efe la jefa del Centro de Salvamento Marítimo en Las Palmas, Sofía Hernández, que coordina un despliegue de medios públicos de rescate, marítimos y aéreos en solo tres islas (Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura) al que es difícil encontrarle ejemplos comparables en el resto de Europa.

Un millón de kilómetros cuadrados de océano

España es responsable en Canarias de ofrecer ayuda de emergencia a los navegantes en un millón de kilómetros cuadrados de océano, desde el sur de Madeira (Portugal) hasta Nuadibú (Mauritaria).

Es una superficie que dobla su territorio y que supone el mayor esfuerzo del país en el reparto internacional de las zonas SAR (siglas inglesas de "búsqueda y rescate"). Las otras tres áreas SAR españolas (Cantábrico, Atlántico y Mediterráneo) apenas suman juntas la mitad.

El pasillo entre la costa de Marruecos y la islas españolas es una de las autopistas marítimas del mundo, un corredor por donde transitan a diario cientos de petroleros, mercantes, cruceros, pesqueros y yates de recreo en las rutas que comunican Europa, África y América.

Es un tráfico que genera sin parar todo tipo de emergencias a Salvamento Marítimo, desde averías o evacuaciones médicas hasta incendios o naufragios. Pero hoy el 50 % de la actividad de la sociedad estatal lo acapara la migración.

Ha sido una presión tremenda para las tripulaciones destinadas en Canarias. La mayoría de los marineros ya ni sabe cuántos rescates ha realizado

Y es que el 80 % de las personas que han llegado a las islas en patera desde que se reactivó la ruta (44.647 hasta el 31 de mayo) fueron rescatadas por alguna de las doce "guardamares" y "salvamares" que Salvamento tiene desplegadas Canarias. El resto alcanzó la costa por sus propios medios o fue auxiliado por la Guardia Civil, el Ejército del Aire o algún buque mercante.

Ha sido una presión tremenda para las tripulaciones destinadas en Canarias. La mayoría de los marineros ya ni sabe cuántos rescates ha realizado. "Yo he perdido la cuenta, la verdad", confiesa Zebenzuí Cabrera, uno de los patrones de Salvamar Macondo, el barco rápido de rescate que opera desde el puerto de Arguineguín (Gran Canaria). "Solo este año, calculo que unas 600 o 700... por lo bajo".

La ruta más peligrosa

"Zebe" Cabrera y sus compañeros de las salvamares Macondo, Menkalinan, Mízar, Al Nair, Alpheratz... o las guardamares Calíope y Polimnia trabajan en la ruta migratoria más mortífera del mundo, como la define desde hace tiempo ACNUR.

Desde septiembre de 2019 han muerto en ella un mínimo de 2.411 personas. Son casi dos al día, una por cada 23 supervivientes. Entre ellos, había al menos 124 niños. Solo en 2021, uno de cada cinco migrantes muertos en ruta en todo el mundo pereció en una patera rumbo a Canarias (1.109 de 5.795).

Las cifras que recopila al respecto la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) pesan en el ánimo del personal de Salvamento Marítimo en las islas.

"Las tripulaciones ven lo mejor y lo peor del ser humano, ven lo más bonito, la alegría que tienes cuando salvas a gente, y también lo peor de la miseria humana. Y eso lo llevan en su cabeza y su corazón. El que está en Salvamento lo hace porque le gusta, porque vive para esto. Hay que tener el corazón hecho a lo que hacemos", defiende la coordinadora del Centro de Las Palmas.

En ocasiones, los marineros terminan el turno derrotados, sobre todo cuando han tenido un naufragio en pleno rescate. No suele ocurrir, pero, a veces, el miedo y la ansiedad de quienes ya se ven casi a salvo tras días a la deriva en el mar provocan, por un mal movimiento, que las pateras vuelquen cuando ya tienen a la vista al barco de Salvamento Marítimo... o en la misma maniobra de rescate. Le pasó este mes a la Calíope y se perdieron 27 vidas.

"No les dio tiempo de llegar y la patera volcó de madrugada. La gente cae directamente al mar y se va al fondo. Al final, lograron sacar a 34 personas. Eso es una acción heroica"

Sofía Hernández - Jefa del Centro de Salvamento Marítimo en Las Palmas

Sofía Hernández recuerda ese mismo episodio de una forma diferente, pero igual de cierta: "No les dio tiempo de llegar y la patera volcó, se dio la vuelta. Era de madrugada, la 1 de la mañana. La gente cae directamente al mar y se va al fondo. Me contaban que en un primer momento no veían a nadie. Al final, lograron sacar a 34 personas. Eso es una acción heroica".

El patrón de la Salvamar Macondo enfoca la cuestión de la misma manera: "Te llevas ese recuerdo, claro, pero no solo te llevas las cosas malas, también las buenas: la gente que has salvado, la gente que te da las gracias cuando llega a tierra, la que te mira a los ojos y se le saltan las lágrimas dándote las gracias... Todo influye. Si pones en una balanza lo malo y lo bueno, lo bueno gana".

En la Macondo, el barco más rápido de Salvamento en Canarias, conocen bien tanto las alegrías como la amargura de los reveses más inesperados. El 16 de marzo de 2021 rescataron una patera con 53 supervivientes muy débiles, muchos de ellos deshidratados. La más pequeña de todos, una niña maliense de año y medio, entró en parada cardiorrespiratoria en la misma bocana del puerto de Arguineguín y murió a los cinco días en el hospital. Su historia conmocionó a España y las imágenes del rescate dieron la vuelta al mundo.

Ese día, Cabrera aún no estaba de servicio en la Macondo, pero tiene el testimonio directo de sus compañeros. En cualquier caso, sabe bien lo que implica el número creciente de niños pequeños que se aprecia en las pateras. En uno de sus rescates, unos padres directamente le lanzaron a un bebé desde la borda de la patera cuando aún la estaban sujetando a la Salvamar para ponerlo fuera de peligro. "Estaban desesperados", recuerda.

Neumáticas hechas para un solo uso

En las tripulaciones de Salvamento en Canarias y también en las salas de control observan con preocupación el cambio más notable que ha dado la ruta en el último año: cada vez son más los grupos que se aventuran a intentar cruzar a Canarias en lanchas neumáticas, embarcaciones mucho más endebles que las pateras, que no están preparadas para navegar en océano abierto y, además, van sobrecargadas.

"Desde que salen de la costa marroquí ya tienen problemas. Son embarcaciones generalmente reutilizadas, recicladas, reparadas tres, cuatro y cinco veces. Ese tipo de embarcación, cuando la sobrecargas, se desfonda y empieza a entrarle agua. En el momento que hay cualquier tipo de oleaje o de movimiento dentro de la propia embarcación, que es bastante probable, las condiciones se vuelven completamente inestables, terminan desfondándose o rajándose y la gente cae directamente al fondo", relata Sofía Hernández.

Además, vienen con tanta gente que apenas sobresalen 50 centímetros sobre el agua, lo que tiene consecuencias fatales. "Cuando pasa la primera ola de un metro, te embarca 100 litros de agua; a la segunda ola, ya tienes 200 litros, a la tercera, 400. Cada vez más, y llega un momento en que la embarcación pesa tanto que ya ni navega ni es segura", relata el patrón de la Macondo.

En las tripulaciones de Salvamento con base en Arguineguín han observado otro detalle en las últimas semanas con las neumáticas que delata el desprecio por la vida de las mafias que manejan este negocio: ni siquiera son barcas viejas reparadas.

Las últimas rescatadas por la Guardamar Calíope todavía olían a pegamento y conservaban trazos de bolígrafo con patrones de corte que delatan cómo las fabricaron. Fueron construidas de manera artesanal, con materiales baratos, de cualquier forma, para un solo uso... si es que llegan a completarlo.

"Tú me salvaste"

Zebenzuí Cabrera no se ve trabajando en otro lugar que no sea Salvamento. Lleva grabado a fuego momentos como cuando un chico africano lo reconoció en un pueblo de Andalucía (su anterior destino). "Me dijo: 'Salvamento Marítimo, tú nos salvaste la vida'. Se acordaba de que yo era el patrón y de que fuimos nosotros, los de la Spica (la Salvamar de Almería), los que los sacamos".

En muchos países europeos, la responsabilidad de rescate en el mar recae en las armadas, en cuerpos de carácter militar o semimilitar, como los guardacostas o las gendarmerías, o incluso en voluntarios, como en el Reino Unido.

El modelo español es diferente, civil y público. ¿Es exportable? "No lo sé", apunta su coordinadora en Las Palmas. "Solo puedo decirle que yo me siento muy orgullosa de pertenecer a Salvamento Marítimo. No sé si es lo mejor que hay en el mundo, pero si no es el mejor, está en el top".

Y, sobre todo, acude a todos los rescates, remarca el patrón de la Macondo. "Es así. Debería ser así para todo el mundo".