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Vox sustituye a Podemos

Gustavo Matos agita el espantajo de la ultraderecha y, sin nombrarlos, ‘mete’ a los de Abascal en el Parlamento

Manuel Marrero, portavoz de Sí Podemos en el Parlamento de Canarias. SÍ PODEMOS

La conmemoración de los 40 años de autogobierno canario, o más bien de los casi 40 años de autogobierno -la efeméride es en realidad el 10 de agosto-, se vio empañada por la ausencia de los cuatro diputados de Podemos, incluida la consejera de gobierno Noemí Santana, como muestra de su enfado con Meritxell Batet. El caso de Alberto Rodríguez aún escuece en las filas moradas.

En la sesión solemne con que el Parlamento de Canarias celebró ayer que el autogobierno en las Islas ya es un maduro cuarentón no estuvieron quienes debían estar y sí lo hicieron quienes no estaban invitados. Quizá por eso resultó tan difícil reparar en que los cuatro escaños de Sí Podemos Canarias estaban vacíos: de alguna manera se sentaron en ellos varios representantes sin nombre de la ultraderecha, de Vox para más señas. Fue el propio presidente de la asamblea legislativa regional, Gustavo Matos, quien en su defensa de la democracia, el parlamentarismo y el estado de las autonomías invocó por omisión a los representantes de la ultraderecha patria –no fue necesario que citara explícitamente a los de Santiago Abascal para que todo el mundo tuviera claro que a ellos aludía–. Así que los voxistas se colaron en el Parlamento –donde ni tienen ni han tenido nunca la más mínima representación– en cuanto el jefe del Legislativo autonómico cargó contra esas fuerzas políticas que encarnan la «amenaza real de retroceso» que se cierne sobre el sistema de organización político-territorial del país. «Fuerzas políticas que defienden la desaparición del autogobierno y la recentralización», subrayó Matos.

El grupo parlamentario de Podemos solicitó una reunión con Meritxell Batet que no llegó a producirse

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Mientras el espantajo de la ultraderecha salía de paseo por el salón de plenos, los cuatro diputados de Podemos estaban fuera. Incluida Noemí Santana, que al margen de parlamentaria en representación del partido morado es también consejera de Derechos Sociales, Diversidad, Igualdad y Juventud del Gobierno de Canarias. De modo que a Santana le pudo más el enfado por lo sucedido con Alberto Rodríguez –en el fondo fue la patada al policía la que le costó al tinerfeño el acta de diputado en el Congreso, pero en Podemos responsabilizan a Batet, persona non grata en los círculos morados– que la institucionalidad inherente al cargo. No obstante, Santana es tan diputada como consejera, y viceversa, lo que le permite argumentar que el de ayer fue un acto parlamentario y no gubernamental, y estaría en lo cierto. El caso es que el enfado con la presidenta del Congreso, lejos de atemperarse, no deja de crecer. Porque si es verdad que los cuatro diputados se ausentaron del cumpleaños del cuarentón autogobierno, no es menos cierto que Batet no atendió la petición del grupo parlamentario morado para reunirse.

El portavoz de Sí Podemos Canarias en la Cámara autonómica, Manuel Marrero, explicó junto a sus compañeros de bancada –María del Río, Francisco Déniz y la propia Noemí Santana– que el miércoles registraron de manera formal una solicitud para verse con Batet, un encuentro que al final no llegó a producirse. Marrero agregó que la cita no se concretó sencillamente porque no se gestionó, «no sabemos si por falta de voluntad política». En cualquier caso, los diputados del grupo morado insistieron –tras el rejonazo, eso sí– en que lo importante no era tanto la frustrada solicitud de reunión como lo sucedido con su correligionario Rodríguez. Así que mientras ellos insistían en la denuncia de que Batet se extralimitó en sus funciones al retirar el acta al exdiputado tinerfeño –recordaron que hubo informes de los servicios jurídicos de la Cámara Baja que argumentaban que no hacía falta llegar a ese extremo–, la exministra pareció responderles cuando, en su discurso, dijo aquello de que «el reino absoluto del consenso sería el cementerio de la política». Sea como sea, de nada les habría servido a los parlamentarios de Podemos, para quien Batet se autodefine al defender el diálogo y la palabra sin, a su juicio, practicarlo.

El momento del saludo al recibir a la exministra se alargó más allá de lo protocolario llegado el turno de Curbelo

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A quien no puede achacársele que no practique el diálogo es a Casimiro Curbelo, líder y portavoz en la Cámara regional de la Agrupación Socialista Gomera (ASG). Y de ello puede dar fe desde ayer la la misma Meritxell Batet. A la presidenta del Congreso la recibieron en el patio de la sede parlamentaria un representante de cada uno de los grupos. El habitual saludo y apretón de manos que, llegado el turno de Curbelo, se alargó más allá de lo protocolario –lo que por otra parte no era del todo imprevisible–. El fundador de la ASG charló a pie de patio con Batet durante unos minutos, pero no fue el único momento en que hizo lo propio. Antes del acto solemne, en los micrófonos de la Cope a preguntas del periodista Mayer Trujillo, Curbelo avisó que buscaría tener la oportunidad de conversar con la exministra sobre algunos asuntos. Y vaya si lo hizo. El histórico político gomero aprovechó para exponerle varias de las particulares «inquietudes» isleñas: desde los más graves efectos de la inflación hasta, por ejemplo, el encarecimiento de los combustibles.

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