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La memoria del ‘Cruz del Mar’

Miguel Ángel Rodríguez, uno de los supervivientes de la tragedia, mantiene la esperanza de saber quiénes les atacaron

Manifestación de marineros tras el atentado al pesquero ‘Cruz del Mar’. | | E.D.

Los supervivientes del ataque al ‘Cruz del Mar’ siguen sin saber quiénes fueron los responsables del atentado que acabó con la vida de siete pescadores, que faenaban en aguas del banco sahariano, hace 43 años. Las ayudas que reciben son las de un accidente laboral y no como víctimas del terrorismo.

El paso del tiempo no es suficiente para diluir de la memoria de los supervivientes del Cruz del Mar lo que ocurrió el 28 de noviembre de 1978. Miguel Ángel Rodríguez rememora el ataque que sufrió el buque mientras faenaba en aguas del banco sahariano y no pierde la esperanza de saber quiénes atentaron contra la vida de siete compañeros. Sobre las 20.00 horas, veinte buzos armados con metralletas y cuchillos subieron al barco, fondeado cerca de Punta de Cabiño. Aunque se extrañaron por su atuendo, pensaron que se trataba de una inspección de la Armada marroquí y compartieron conversación . «Hablaban español y conocían las calles canarias», recuerda Rodríguez. Pero comenzaron a recriminarles que no tenían derecho a faenar en esas aguas y les exigieron los objetos de valor que había en barco. Obtuvieron el botín, reunieron a la tripulación y comenzaron los disparos.

Los tres supervivientes se lanzaron al mar y salvaron la vida. Al ver que los asaltantes abandonaron el buque, regresaron para pedir ayuda por radio. Encontraron los cuerpos de sus compañeros y un amasijo de cables, que identificaron como una bomba. Miguel Ángel Rodríguez, su hermano Eusebio y Manuel Hernández lograron meterse en una balsa y alejarse. A una milla, el barco explotó y se hundió en el fondo del mar.

La investigación posterior no se extrajo una conclusión clara sobre quiénes perpetraron el atentado. Aún así, Rodríguez anhela que se aclaren los hechos y sostiene que, pese al tiempo que ha transcurrido, «la esperanza es lo último que se pierde». Los supervivientes reciben una ayuda como si lo ocurrido en barco hubiese sido un accidente laboral y no un acto terrorista.

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