eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Sáhara se le atraviesa a España

La carta de Pedro Sánchez al rey Mohamed VI no logra convencer una semana después de ser filtrada por Rabat y pone en aprietos a los gobiernos del PSOE

Cuatro militares del cuerpo de pacificación de la Minurso patrullan por una carretera del Sáhara Occidental . | | E.D.

Un giro arriesgado, en un momento inoportuno, al margen de las reglas habituales de la diplomacia y de consecuencias impredecibles. A grandes rasgos, así se califica el cambio de posición de Pedro Sánchez y del PSOE en el conflicto del Sáhara Occidental. La carta del presidente del Gobierno de España al rey Mohamed VI ha generado sorpresa, cuando no un abierto rechazo, en el resto de las fuerzas políticas españolas y entre la mayoría de expertos en relaciones internacionales.

Aunque en el debate sobre el fondo de la cuestión saharaui existen opiniones diversas, hay práctica unanimidad en tachar de incomprensible la forma utilizada por Sánchez para cambiar más de 40 años de política exterior española. Hasta los más acérrimos defensores del viraje hacia los intereses de Marruecos muestran su perplejidad por el hecho de que el presidente ni siquiera avisara a sus socios de gobierno de Unidas Podemos. Tampoco informó a los grupos políticos que sostienen a su gabinete en el Congreso, como PNV y ERC, ni al principal partido de la oposición, lo que llevó al nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, a consideran la decisión como «temeraria».

Una semana después de darse a conocer la carta al monarca marroquí, ni Sánchez ni el PSOE han logrado convencer a las demás fuerzas políticas de la bondad y oportunidad de su respaldo a Rabat, salvo al presidente de la ciudad autónoma de Ceuta, el popular Juan Jesús Vivas. Al contrario, con el paso del tiempo crecen las críticas entre sus aliados parlamentarios y ya se preparan iniciativas para intentar que el Congreso muestre su apoyo a las resoluciones de la ONU y a un referéndum libre, lo que equivaldría a una reprobación de la propuesta enviada a Mohamed VI.

En Canarias, los socialistas ni siquiera se han atrevido a apoyar de forma clara el volantazo de su líder y han optado por abstenerse en las votaciones realizadas en el Parlamento autonómico y del Cabildo de Gran Canaria. Los Plenos de ambas instituciones exigen a Sánchez que rectifique y vuelva a la neutralidad de siempre.

Como daño colateral, la decisión sobre el Sáhara también ha acabado afectando a la organización de Podemos en las islas y al grupo en las Cortes, entre los partidarios de mantener los pactos de gobierno con el PSOE y los que plantean que el grupo morado no debe seguir soportando los desplantes socialistas porque la cuestión saharaui es la gota que llena el vaso. Así, la exigua mayoría de Sánchez pierde otro voto con el paso de Meri Pita al Grupo Mixto del Congreso y está por ver si la división interna de Podemos y el enfado de Nueva Canarias no complican también el último año de mandato de Ángel Víctor Torres.

Viraje arriesgado en el Sáhara

«Es un cambio en la política exterior que debe ser de Estado; el fondo es debatible, pero las formas no han sido en absoluto las adecuadas, no podemos conocer esa información a través de una nota de prensa del Gobierno marroquí, esto debió haberse consensuado con los partidos de la oposición y tras un debate de fondo», opina Javier Ponce, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), quien considera que la «pifia» diplomática puede ser debida a la presión marroquí. A su juicio, «si el fin es mejorar las relaciones de España con Marruecos, había muchas otras fórmulas para un acercamiento, sin necesidad de prescindir de los principios de la ONU y de los derechos del pueblo saharaui».

Javier Ponce, que esta misma semana ha organizado en Telde una nueva edición del Curso de Historia de las Relaciones Internacionales, cree que «España podría haber dicho que la propuesta de autonomía del Sáhara es una solución más entre las posibles, pero no plegarse a la postura marroquí».

Respecto a las posibles consecuencias para Canarias, entiende que «lógicamente, la cuestión migratoria entrará en una fase de cierto acuerdo con Marruecos, pues parece que empiezan los vuelos de repatriación y habrá un control más estricto de las fronteras, pero en asuntos más de fondo, como las reclamaciones marroquíes de Ceuta, Melilla y las aguas Canarias, no hay ninguna garantía».

Además, recuerda Ponce, está la cuestión de Argelia, que hasta ahora ha sido un socio fiable y ha retirado a su embajador en Madrid. «España dice que informó, pero el gobierno argelino lo niega, y si lo niega el destinatario del mensaje está claro que la información, si se quiso enviar, no llegó adecuadamente. Ha sido un movimiento muy desafortunado de la diplomacia española», concluye.

Domingo Gari Hayek, profesor de Historia de la Universidad de La Laguna y autor de una decena de libros sobre las relaciones entre Canarias y el Magreb, el último de ellos titulado Estados Unidos en la guerra del Sáhara Occidental, también opina que el cambio de posición de Sánchez «no está justificada». Gari acepta hasta cierto punto que el PSOE argumente ahora que no se trata de un giro, sino una continuación de propuestas ya planteadas durante el gobierno de Rodríguez Zapatero, pero sí observa «un cambio radical» respecto a la política exterior española.

Ambigüedad

«España hasta ahora se había mantenido en la ambigüedad; formalmente siempre ha dicho que respetaba los acuerdos de la ONU, pero en la práctica ha actuado como apoyo sistemático a la política de Marruecos de ocupación del Sáhara desde el propio año 1975, vendiéndole armas, haciendo inversiones su territorio o no atendiendo a las demandas del Frente Polisario; realmente España siempre ha tomado parte del lado marroquí, la novedad con Pedro Sánchez es que ahora lo ha verbalizado y lo ha dejado escrito en una carta a Mohamed VI, en la que explicita que efectivamente hay un cambio de posición formal”, señala el historiador de La Laguna.

Una de las cosas que más ha sorprendido a Gari es que lo hiciera sin contar con los socios de Unidas Podemos. A su juicio, se supone que en un gobierno de coalición «hay un alto nivel de camaradería y transparencia entre los miembros del Consejo de Ministros y todos deben estar al tanto de lo que está aconteciendo».

Por tanto, en su opinión, «no queda muy claro qué es lo que motivó que justo en este momento manifieste públicamente esta preferencia, pues hay que tener en cuenta que Argelia está implicada en este asunto y es el principal proveedor de gas para España». El riesgo es que Sánchez «ha enojado» a las autoridades argelinas, hasta el punto de llamar a consultas a su embajador, justo cuando España está sufriendo un aumento progresivo del precio del gas y del petróleo. Esto podría generar «un problema serio», según Gari, porque la manera de relacionarse con Argelia «no deja en muy buen lugar al gobierno de Sánchez y la prueba es que nadie en España está apoyando ese viraje».

El historiador pone en duda que este cambio vaya a garantizar la integridad y la soberanía de ambos países, tal como se ha enfatizado desde Moncloa. «¿Qué quiere decir esto?», se pregunta Gari, «¿que en los sucesivos acuerdos que ha mantenido España con Marruecos desde el año 1975, que se ha negociado una y otra vez la españolidad de Ceuta y Melilla, esto estaba en solfa?».

Marruecos, según Gari, «nunca ha tenido voluntad de garantizar las cosas que firma en este contencioso, pues es lo que se define como un estado gamberro en el derecho internacional, hace lo que le da la gana y utiliza las palancas que considera necesarias para garantizar su posición de fuerza”.

«El Gobierno de Rabat -insiste el historiador- abre y cierra los flujos migratorios, abre y cierra los flujos del tráfico de droga y del terrorismo islamista, juega con eso para presionar en Madrid y ahora Madrid le ofrece este pacto para garantizar la españolidad de Ceuta y Melilla; el presidente Sánchez puede creer lo que quiera, pero ya le digo yo, que atendiendo a la historia del conflicto saharaui, que ya son 50 años, quienes lo hemos estudiado sabemos que Marruecos no asume sus compromisos sino hasta el momento justo en que le interese romperlos y vuelta a empezar con la misma cantinela».

Gari no ve en la carta de Sánchez ninguna referencia que pueda afectar directamente al Archipiélago o a sus aguas territoriales. Al respecto, detalla que en toda la literatura diplomática nunca se ha puesto en duda la españolidad de Canarias o se ha planteado una reclamación en firme de Marruecos sobre Canarias, como sí la ha habido siempre sobre Ceuta y Melilla. A lo más que se ha llegado es a «rumores» o a mostrar un mapa en el que las islas aparecen dentro de los límites del territorio marroquí.

«Ya desde la Transición, lo que estaba en cuestión era la españolidad de Ceuta y Melilla, pero Adolfo Suárez le hizo saber al entonces presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, que eso era casus belli contra Marruecos, es decir, que si Rabat pretendía ocupar esas dos ciudades, España entraría en guerra contra Marruecos», precisó el historiador. Esa investigación aparece en su último libro, tras acceder a documentación desclasificada de organismos norteamericanos como la CIA, el Secretariado de Estado o las Librerías presidenciales.

De sus análisis concluye que Marruecos «tiene una proyección expansionista sin límites, porque también reivindica territorios de Mauritania, Tumbuctú y una parte del desierto argelino». De hecho, resalta que solo hay dos países en el mundo que no tienen delimitadas perfectamente las fronteras, que son Israel y Marruecos, y ambos «quieren seguir ampliando sus territorios».

Respaldos

En Canarias es complicado encontrar defensores del viraje de Pedro Sánchez, salvo evidentemente los representantes de Marruecos y las organizaciones bajo el paraguas de Rabat.

Walid Oulad Said, portavoz de la Asociación Socio-Cultural Atlas, asegura que beneficia a ambas partes porque España y Marruecos «son dos países que están condenados a entenderse, ya sea en relaciones bilaterales o de otro tipo». A su juicio, la autonomía del Sahara «es una buena solución, como la de Canarias dentro del Estado español, con independencia administrativa y autosuficiencia».

El Movimiento Saharauis por la Paz (MSP) aplaude la normalización de las relaciones diplomáticas entre ambos países y su representante en España, Hach Ahmed Bericola, asegura que «en la misma medida» desea que también se vuelvan a reanudar las relaciones entre Marruecos y Argelia, pues «son tres países claves para encaminar una solución pacífica de este largo conflicto, que ha hecho sufrir muchísimo a los saharauis».

Bericola sostiene que el hecho de que España haya dado este paso, para «pasar de ser un espectador cómodo a un actor en la búsqueda de una solución pacífica, es un hecho muy positivo, pues quiere abrir el camino a un compromiso, frente a las posturas radicales que han mantenido las partes hasta ahora».

El MSP pretende, según este portavoz, que «ambas partes cedan para una solución sin vencedores ni vencidos», aunque critica que el Frente Polisario «mantenga posturas radicales, como así lo expresa su vuelta a la guerra».

La propuesta de autonomía de Marruecos, según Bericola, «puede ser un punto de partida para avanzar en la solución», aunque está por negociar su contenido para que sea satisfactoria para todas las partes. «Tengo la esperanza de que esta sucesión de acontecimientos de los últimos meses son señales de que estamos cerca de un proceso de búsqueda más seria, eficaz y efectiva; no solo lo deseamos , sino que queremos contribuir a ello, buscar un punto de convergencia entre Marruecos y la propuesta saharaui desde una visión moderada y realista, pues está claro que la guerra es un imposible y hay que buscar una salida política, que para eso está la política», agrega.

Campamentos

Los dirigentes del PSOE regional están capeando el temporal, haciendo equilibrios entre defender de una forma tímida a su líder nacional y evitar enfadar todavía más a sus socios de Nueva Canarias y de Podemos. Y sobre todo, no aparecer como traidores ante los miles de ciudadanos isleños que simpatizan con la causa del Polisario tras más de 40 años de solidaridad con los refugiados de Tinduf. Un sentimiento que se ha ido fraguando con acciones como el envío de gofio a las campamentos del desierto y la acogida de niños saharauis en verano por parte de familias canarias.

Quien respalda con más vehemencia la actuación del presidente Sánchez es el grupo de dirigentes del PSOE que históricamente ha estado más ligado a Marruecos, encabezado por el sociólogo Rafael Esparza. Estos socialistas niegan que Sánchez haya dado un giro a la política exterior. Ese viraje, recuerdan, empezó ya con Felipe González, que de defender los campamentos de Tinduf cuando el PSOE estaba en la oposición pasó a establecer «magníficas relaciones» con Marruecos cuando llegó a Gobierno, lo que se denomina la realpolitik.

Ese buen entendimiento con Rabat se complicó en los mandatos de José María Aznar, por la invasión marroquí de la isla de Perejil y otros encontronazos diplomáticos, pero se recuperó con José Luis Rodríguez Zapatero. «Pedro Sánchez dice que la autonomía es la mejor solución y lo hace ahora porque se ha dado cuenta de que quienes tenían razón eran Felipe González, Zapatero y Moratinos», relata Esparza.

Vicente López Pascual, doctor en Historia y especialista en el Magreb e Israel, opina que «lo que ha ocurrido ahora solo lo sabe el presidente Sánchez», por lo que habrá que esperar a sus explicaciones. «Lo que ha hecho con esta carta, que además está hasta mal redactada, no es un método habitual en las relaciones diplomáticas; de hecho, la respuesta inmediata es que un aliado leal de siempre de España, como es Argelia, ha retirado a su embajador, lo que es algo gravísimo», señala.

López Pascual afirma que este giro «se veía venir» desde que Donald Trump hizo sus movimientos con Marruecos antes de dejar la Presidencia, para beneficiar a Israel, y la marina de los EEUU y la armada marroquí hicieron ejercicios militares conjuntos, en los que no participó la marina española.

«Sánchez necesita que Biden le salude y le envíe mensajes, que le diga que es un mandatario más en la escena internacional, pues hasta ahora no le ha hecho ningún caso», ironiza López Pascual sobre el viraje. Una segunda razón, a su juicio, es que «necesita que dejen de llegar en oleadas los menores marroquíes a Canarias, pues esto se ha convertido ya en un problema social que está a punto de estallar».

«Esto es la realpolitik», declara este experto en la cuestión saharaui, «pero luego está el sentimentalismo, el romanticismo y la camaradería entre una parte de la población canaria y los saharauis, pero todo eso se lo cargado Sánchez con una carta y hay gente muy cabreada con el PSOE». A su juicio, Ángel Víctor Torres «no lo sabe explicar y para decir lo que está diciendo es mejor que se esté callado y no provoque la risa, porque está Sánchez como para venir a Canarias a dar explicaciones».

¿Y qué recorrido puede tener en la ONU la nueva propuesta de Sánchez? Sobre eso también hay enormes discrepancias. Para los defensores de ese acuerdo en el PSOE canario, la carta a Mohamed VI puede resolver en conflicto en menos de un año.

«La ONU ha cambiado y la suerte ya está echada, alea iacta est, es la crónica de una muerte anunciada porque los países quieren que esto se resuelva de una vez; Argelia después de montar un ruidito asumirá la reapolitik, incluso podría poner en marcha el gaseoducto que cruza Marruecos y empezar a ganar millones con la subida del precio del gas; esto va a producir un cambio y el Frente Polisario tendrá cada vez menos apoyo», augura Esparza.

Por contra, el Frente Polisario y sus aliados consideran que España ha quedado desacreditada para buscar una solución negociada porque ya se ha decantado por una de las partes. Para Domingo Gari, la carta de Sánchez puede quedar «en nada», pues solo se trata de «guiños bilaterales» entre España y Marruecos. «No solo la ONU ha reafirmado el compromiso establecido, que reconoce que la solución pasa por negociar el derecho de autodeterminación, sino que grandes potencias como China manifiestan que están firmes del lado de ONU; también el Congreso de EEUU ha dicho esta semana que está en la tesis de que hay que respetar la posición de la ONU y la Presidencia norteamericana no se ha manifestado, pero tampoco ha dicho lo contrario», comenta el historiador, quien resalta que «ahora mismo, con lo que más concuerda la posición de Sánchez es con la de Donald Trump, salvo que Biden haga algún tipo de pronunciamiento en estos próximos días».

Compartir el artículo

stats