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Giro histórico sobre el Sáhara | El Archipiélago en el punto de mira

El Gobierno se lía sobre el acuerdo con Rabat y el pleito de las aguas canarias

Ferraz asegura que el pacto «refuerza las fronteras de Ceuta, Melilla y las marítimas con las Islas», pero desde el Gobierno se niega que «Canarias esté en discusión»

José Manuel Albares. EFE

El acuerdo entre España y Marruecos por el que el Gobierno de Pedro Sánchez acepta la propuesta de Rabat de otorgar autonomía a la excolonia española, y con ello reconocer la soberanía marroquí sobre el territorio ocupado en 1975, abre una importante incógnita sobre la contrapartida que el mismo conlleva en relación al pleito entre ambos países en torno a las aguas canarias y la plataforma continental del Archipiélago. Las pretensiones marroquíes de extender su soberanía sobre aguas en torno al Sáhara Occidental, o sobre los espacios marítimos que también reclama España, quedarían anuladas por dicho acuerdo entre Madrid y Rabat, según las explicaciones extraoficiales que están ofreciendo desde algunas fuentes gubernamentales y según se desprende del argumentario que a este respecto ha elaborado Ferraz y utilizan los socialistas.

Esa interpretación supondría incluir a Canarias en el mismo saco que Ceuta y Melilla en cuanto al supuesto compromiso de Marruecos de respetar la actual «integridad territorial» de España y renunciar por tanto a cualquier aspiración sobre los territorios africanos españoles, es decir, las dos ciudades autónomas y el archipiélago canario. Pero otras fuentes gubernamentales señalan que «Canarias no ha estado nunca en discusión en las conversaciones entre ambos países», y que el pleito sobre las aguas canarias no puede homologarse al que Marruecos siempre ha planteado en relación con la soberanía de las dos plazas españolas en el norte del continente vecino.

A expensas de que el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, dé las explicaciones oportunas durante su comparecencia de esta tarde en el Congreso sobre las razones del cambio de posición de España en torno al Sáhara, y la naturaleza del compromiso de Marruecos respecto a estos territorios, lo cierto es que las versiones sobre hasta qué punto Canarias estaría afectada por el mismo son contradictorias, o cuando menos ambiguas. Sí hay una clara afectación de ese acuerdo en relación con las Islas en todo lo que tiene que ver con el control de la inmigración irregular desde las costas marroquíes, con una clara nueva voluntad de Rabat de actuar de forma más contundente para evitarlas, así como de recuperar la aplicación del convenio de extradición, pero no queda claro hasta qué punto el pleito sobre las aguas canarias y sobre la plataforma continental queda también afectado por el acuerdo hispanomarroquí sobre el Sáhara.

En este sentido, el argumento que está sirviendo para considerar que dicho acuerdo sí contempla esa faceta canaria se sustenta en el texto que están manejando los socialistas para justificar el cambio de posición de Sánchez sobre el Sáhara. En él se señala que «estas nuevas relaciones permiten reforzar la seguridad de las fronteras de Ceuta y Melilla y las marítimas de Canarias». También aluden a un supuesto compromiso marroquí de «garantizar el funcionamiento de todos los mecanismos de cooperación bilateral, evitando acciones bilaterales», lo que podría estar señalando precisamente a las decisiones de Rabat de aprobar en enero de 2020 de ampliación de sus espacios marítimos (aguas territoriales y Zona Económica Exclusiva) hacia las aguas saharauis que no son de su soberanía, y hacia una zona marítima que en realidad correspondería a Canarias. Los decretos no tienen efectos jurídicos en el ámbito internacional y el reino alauita prometió al Gobierno español que no llevaría a cabo una política de «hechos consumados», pero el conflicto sigue latente y el Gobierno central y el ministro Albares deberán aclarar en qué medida la nueva etapa de relaciones lo desactiva.

Albares mira a Canarias

El propio presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, apeló ayer en su intervención en el Debate sobre el Estado de la Nacionalidad a la «necesidad de restablecer las relaciones diplomáticas para acabar con las decisiones unilaterales sobre la soberanía territorial y reforzar los controles migratorios». El ministro Albares precisamente utilizó ayer el apoyo de Torres a la nueva posición española sobre el Sáhara como ejemplo de «buen termómetro sobre esta nueva etapa» por tratarse de un mandatario autonómico de un territorio cercano a Marruecos y donde las relaciones bilaterales entre ambos países tienen especial incidencia. «Tanto el presidente de Canarias, socialista, como el de Melilla, independiente, y el de Ceuta, del PP, han saludado este acuerdo», resaltó.

Albares, en varias respuestas en el pleno del Senado, insistió ayer en que la posición española «está en el marco de Naciones Unidas, como siempre, y con las resoluciones de su Consejo de Seguridad para encontrar una solución mutuamente aceptable», tal y como apunta la última de las resoluciones aprobadas al respecto, la 2602. Al tiempo que subrayó que la posición de España es muy similar a la que tienen Francia o Alemania. Es decir: el «plan de autonomía marroquí es el más realista» para el área. Esa dijo, es la postura que ya en su día dio por buena «el presidente Rodríguez Zapatero» y a la que, asegura Albares, le dio «la bienvenida» el propio gobierno del PP de Mariano Rajoy en las cumbres de Alto Nivel (RAM) hispanomarroquíes de 2012 y 2015. En ellas se señalaba que «España saluda los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos» para encontrar una una solución aceptables por ambas partes, recordó el responsable de Exteriores.

En todo caso, desde el PSOE se entiende que el acuerdo con Rabat tendrá efectos muy concretos sobre el control de los flujos migratorios hacia Canarias, sobre todo en el actual contexto de crisis económica por la guerra de Ucrania, de sequía y de seguridad en muchos países de la zona de influencia de Canarias, entre ellos el propio Marruecos, que provocará una tensión social y que se saldaría con una avalancha migratoria hacia las Islas si el gobierno marroquí no colabora en el control de esos flujos. Por otro lado, parece claro que la guerra en Ucrania ha puesto en guardia a la UE y a España sobre su efecto en muchos países africanos donde la presencia e influencia rusa y china es muy potente y sobre la que cabe asegurarse ahora el posicionamiento marroquí favorable a las postulados occidentales.

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