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El desafío ruso

Los dos canarios que viajaron con ayuda a Ucrania se proponen volver con más

Francisco Molina y José Manuel Ramírez regresaron de su primer trayecto este domingo

Los dos canarios que viajaron con ayuda a Ucrania se proponen volver con más Benyara Machinea

«Tenemos el furgón, que es nuestra herramienta, tenemos el material y la posibilidad de ir a ayudar», explicó Francisco Molina, presidente de la Asociación Karuna de Maspalomas, que este domingo regresó en barco de su trayecto a Ucrania. José Manuel Ramírez le acompañó desde Madrid y juntos recorrieron todo el camino hasta Lutsk en una furgoneta con una tonelada y media de suministros como medicinas, sacos de dormir y mantas para los afectados por la guerra. Karuna ha comunicado ya su deseo por volver al país lo antes posible y seguir llevando los materiales más necesarios en estos momentos.

Desde su vuelta a Gran Canaria mucha gente, empresas y asociaciones están contactando con la asociación para colaborar. Ahora están tratando de unir a todos los particulares y asociaciones que quieren ir a Ucrania a ayudar para hacerlo todo conjuntamente. Su presidente aclaró que hay empresas que les han pedido «dígannos lo que hace falta que nosotros se lo conseguimos todo». Desde el país del este de Europa les informan de lo que necesitan para saber qué material llevar en los furgones, que ahora mismo son principalmente medicamentos como gasas, algodón, antisépticos o alcohol.

"Con un fusil en la mano te pedían que se llevaran a sus niños para salvarlos", lamenta Molina

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Después de descargar los suministros en Lutsk emprendieron el camino de vuelta porque no veían qué más hacer si no podían traer más material. «Ahora vamos a empezar un trabajo con las diferentes empresas de la Isla y a nivel nacional para intentar que nos ayuden con los costes», aseguró Molina. Las ayudas que piden a las empresas son principalmente tarjetas de combustible y billetes de barco. En el primer viaje la asociación se hizo cargo de todos los gastos de gasolina, que en Alemania tenía un coste de 2,41 euros el litro, de la comida y del hotel. «A ver si hay una continuidad en esa colaboración para poder ir todas las veces que necesitemos», expresó. 

Cruzar la frontera

Francisco Molina comenzó el viaje en un barco a Huelva y, desde ahí, recorrió la Península Ibérica, donde recogió a José Manuel Ramírez, para pasar a Francia, Alemania, Polonia y finalmente llegar a Ucrania. «Muchas donaciones se están quedando en la frontera con Polonia, que es verdad que hay muchos refugiados, pero la gente que está dentro de Ucrania está desatendida», remarcó Molina. 

Dentro del país contaron con el apoyo de Pietro, un ucraniano que veranea en Gran Canaria y que les acogió en su casa junto a su familia. El ciudadano de 22 años tiene también una ONG modesta que se dedica a prestar ayuda a los ucranianos dentro del país. «Ellos también han acogido a otra familia que ha tenido que huir, y la verdad es que es muy bonito ver cómo la gente coopera», afirmó el presidente de Karuna. 

Una de las barricadas que se encontraron en una carretera ucraniana LP/DLP

El viaje de vuelta que vivieron fue muy estresante para los dos porque, para regresar el domingo, tenían dos días y poco para hacer casi 4.000 kilómetros. «El último día, que fue el viernes, cuando salgo a las siete de la mañana, o hacía 2.140 kilómetros o no venía, me tenía que quedar allí», expuso Molina. 

Los momentos más difíciles del recorrido los vivieron a la vuelta, cuando coincidían con la gente que estaba saliendo del país. «Veías a la gente que huía de las bombas pero que no tenía a dónde ir y que, con un fusil en la mano, te pedían que se llevaran a sus niños para salvarlos. Yo tengo una nieta de siete años y en todos sitios la veía», relató emocionado Molina. 

Por la carretera hacia Polonia llegaban guaguas lanzaderas, con las cortinas echadas y llenas de personas. El presidente de Karuna contó que era difícil en esos momentos mirar alrededor a la gente que huía de la guerra. «No entendía por qué en pleno siglo XXI seguía existiendo el éxodo de las personas con lo puesto, más con el frío que hacía. No tiene ninguna lógica», añadió. 

El furgón iba rotulado con la frase de 'ayuda humanitaria' en español, inglés y ucraniano, lo que les facilitó el camino. Durante el trayecto no vivieron ningún problema hasta llegar a Ucrania. “En ese país sí tuvimos dificultades porque está lleno de barricadas que han puesto los vecinos para tener más seguridad”, comentó Molina. Explicó que las barricadas están ahí porque hay gente que está aprovechando la situación para saquear los pueblos. 

Un viaje de casi 4.000 kilómetros

Una de las partes más emocionantes para los protagonistas del viaje era ver la reacción de los demás cuando les veían llegar. «La gente se preguntaba ¿cómo que vienen de Canarias? Y les contábamos la locura en la que estábamos metidos», relató Molina. A muchos les costaba creer que la pareja hubiera recorrido tantos kilómetros en carretera para ir a prestar ayuda. 

La Asociación Karuna nació hace dos años después de la experiencia de Francisco Molina como voluntario en otra asociación. «Cuando llegué y vi lo que esa asociación hacía, para mí eso no era ayudar a las personas. Era lo más indignante y degradante que se puede hacer para la gente que tiene una necesidad», relató. En ese momento había hablado con varias empresas y tenía que hacer llegar lo que le habían donado, con lo que empezó a llevárselo a la gente a las casas y eso se fue haciendo más y más grande. A día de hoy han atendido a más de 8.000 personas en San Bartolomé de Tirajana con carros de la compra y han participado recogiendo y haciendo llegar donaciones a los afectados por el volcán de La Palma. 

Molina agradeció al Cabildo de Gran Canaria por facilitarles el billete de barco, así como a todos los vecinos y farmacias que han colaborado trayendo material humanitario. «Karuna sigue pensando que no es cuestión de dinero, es cuestión de voluntad de las personas. Buscar no solo subvenciones, sino cómo las empresas pueden contribuir al proyecto, hoy de Ucrania, como mañana puede ser de cualquier otro», explicó Molina.

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