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¿En qué consiste el plan de autonomía?

Rabat concede competencias fiscales y administrativas a la «región del Sáhara», pero

el Estado se reserva la defensa, seguridad pública, exteriores y los poderes del rey

El Gobierno toma partido por Marruecos en el conflicto con el Sáhara EP

Marruecos presentó ante la ONU su plan de autonomía para el Sáhara Occidental en abril de 2007, cuando el rey Mohamed VI llevaba ocho años en el trono. La iniciativa sigue inalterada 15 años después de su presentación. El plan concede por parte del Estado competencias fiscales y administrativas para la «región del Sáhara», pero reserva al Estado central la seguridad nacional, así como los poderes que recaen en la figura del rey.

España dio el viernes pasado un giro histórico en su postura tradicional respecto al conflicto del Sáhara Occidental al expresar su apoyo al plan de autonomía marroquí presentado en 2007 ante Naciones Unidas. ¿En qué consiste esta iniciativa que ofrece Marruecos a los saharauis?

La propuesta marroquí plantea delegar algunas competencias a la población saharaui, dentro de un Estado fuertemente centralista que en los últimos años está implementando una regionalización siempre dentro de un Gobierno central que sigue asumiendo la mayor parte de competencias.

Según el texto de la iniciativa marroquí, la «región autónoma del Sáhara» tendría competencias administrativas, jurídicas y judiciales propias, y facultades en el ámbito económico, tributario, de infraestructuras, cultural y social. Pero los poderes relacionados con defensa, exteriores, moneda, bandera y religión se quedarían en manos del Estado central.

El plan lo presentó Rabat ante la ONU en abril de 2007 y 15 años después la iniciativa sigue inalterada

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Los saharauis tendrían también un gobierno y un presidente investido por el rey, pero que sería previamente elegido por el parlamento de la región. El documento enviado por Marruecos a la ONU añade que «el Estado marroquí, a través de esta iniciativa, garantiza a los saharauis, tanto los que están dentro como fuera, su posición y su pleno papel en las diferentes instancias e instituciones de la región, fuera de cualquier discriminación o exclusión».

Estipula asimismo que «los habitantes del Sahara, de forma democrática, pueden autogestionar sus instancias legislativas y ejecutivas y tendrán los recursos financieros necesarios para el desarrollo de la región en todos los niveles». La iniciativa recoge un sistema judicial propio de la región con un tribunal superior regional, que estaría sometido a los tribunales Supremo y Constitucional de Marruecos.

Tercera vía

El Gobierno español respaldó el pasado viernes este plan como «la base más seria, creíble y realista» para resolver este conflicto atascado ante la ONU desde hace casi medio siglo. El conflicto del Sáhara –que fue inscrito en 1965 en la lista de territorios no autónomos de Naciones Unidas– está ante las instancias del Consejo de Seguridad, que ha debatido y aprobado (de forma anual, bianual o trimestral) una gran cantidad de resoluciones sobre la excolonia española.

Entre las más destacadas figuran el Plan de Arreglo en 1988 que contemplaba un alto el fuego entre Marruecos y el Frente Polisario (firmado en 1991) que puso fin a una guerra entre las dos partes desatada en 1975, y preveía también un referéndum de autodeterminación que no se pudo llevar a cabo ante la negativa de Rabat y la falta de acuerdo a la hora hacer un censo de votantes.

Fue a partir de 2001 cuando se empezó a hablar en la ONU (con el Acuerdo Marco y el Plan Baker II) de «una tercera vía» que tomaba en cuenta la postura marroquí sobre una autonomía amplia para los saharauis bajo su soberanía.

Según el analista político y militar Larbi Ennas, exalto oficial del Polisario, la solución de una autonomía para el Sáhara –un territorio semidesértico de más de 266.000 kilómetros cuadrados– «siempre ha estado presente» en los pasillos de la ONU. La propuesta de autonomía tomó forma cuando el rey Mohamed VI ordenó en 2006 la creación del Consejo Real Consultivo para los Asuntos del Sáhara (Corcas) que se encargó de diseñar el proyecto marroquí de autonomía, presentado oficialmente ante Naciones Unidas en abril de 2007.

«Con el Corcas el objetivo fue que hubiera una entidad saharaui representativa que le diera un poder constituyente al programa marroquí de autonomía», precisa el analista saharaui.

Desde entonces la propuesta marroquí empezó a ganar terreno ante la comunidad internacional y las grandes potencias (especialmente Estados Unidos y Francia), hasta el punto que el Consejo de Seguridad empezó a calificarlo en sus resoluciones de «serio, creíble y realista».

La división de Argelia

«Alabando el plan marroquí, el Consejo de Seguridad siempre defendía un solución mutuamente aceptada. España con su nueva postura ha quitado esa coletilla y dice simple y llanamente que este plan tiene garantías para solucionar el problema», según Ennas. Para Ennas era evidente que el conflicto iba a terminar con la solución de autonomía ante las posturas diametralmente opuestas de las dos partes.

Argelia (principal valedor internacional del Polisario que acoge a los saharauis en su territorio en Tinduf) llegó a proponer una división geográfica entre Marruecos y el Polisario para quedarse con la parte sur del territorio desde el Río de Oro, recuerda Ennas. Un intento que no prosperó ante la negativa de Rabat.

Argelia llegó a proponer una división geográfica para que el Polisario se quedara con la parte sur, pero fue rechazada

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En el mismo sentido el abogado especialista en el asunto del Sáhara Naoufal Bouamri subraya a Efe que los indicios del plan de autonomía empezaron a percibirse en los últimos comicios de septiembre pasado cuando «un 70% de los habitantes de las regiones saharauis votaron». Ofrecer al Sahara una autonomía no significa, según Bouamri, privilegiarla respecto al resto de regiones «porque los marroquíes son conscientes de la naturaleza del conflicto y apoyarán al plan». Con la suma de España el plan de autonomía logra un impulso que puede ser decisivo para las pretensiones de Rabat.

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