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El chico que cargaba vino en un garito

Fanático de los datos, Redondo se posicionó con clientes del PP y tocó la cima con Pedro Sánchez

Cuando Toni Bolaño se decidió a abordar el libro sobre Iván Redondo, se dio cuenta de que el carácter reservado de este no se lo iba a poner fácil y decidió preguntar a 120 personas que lo conocen.

Fue Sandra, la mujer de Iván Redondo, la primera persona que habló a Toni Bolaño de la posibilidad de escribir un libro sobre el papel desempeñado por su marido en la política nacional. Corría el año 2018 y Pedro Sánchez acababa de ganar la primera moción de censura de la Democracia. Este licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona dejó correr la oferta. Cuando se decidió a afrontar el reto, pronto notó que las conversaciones con el ex director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno de Pedro Sánchez solo le daban «para un pequeño librito de bolsillo», por lo que decidió acercarse al protagonista a través de 120 testimonios de otras tantas personas que en algún momento se cruzaron en su camino.

«Me insistió en 2019», relató ayer el autor de Moncloa. Iván Redondo. La política o el arte de lo que no se ve, sobre la persona que tuvo claro desde el principio que el trabajo iba a merecer la pena. Mejor dicho, desde el principio en La Moncloa, porque para entonces el revólver analítico de Redondo ya lucía varias muescas de las que dejan los éxitos: García Albiol, en Badalona; Basagoiti, en Euskadi, y Monago, en Extremadura. Todos del PP. ¿Quién podía imaginar que acabaría metiéndose en el fango para salir de él con Pedro Sánchez rumbo a La Moncloa?

La persistencia de Sandra tampoco logró convencer en esta segunda ocasión a Bolaño. No obstante, lanzarse podía poner en un brete la buena relación que ambos mantenían; como tertuliano e informador, el primero, y como uno de los mejores conocedores del día a día político, el segundo. «Hace un año falleció mi padre», explicó el autor del libro. Ese punto de inflexión emocional le hizo reconsiderar su postura. «¿Por qué no?», se preguntó.

Desde los primeros contactos, notó que las conversaciones con Iván Redondo no iban a dar lo suficiente. Aparte del sesgo, el carácter reservado del excolaborador de Sánchez era un muro que imposibilitaba el empeño. Así pues comenzó a acercarse a cuantas personas pudieran aportar algo sobre aquel hombre que nació en San Sebastián en los años de plomo y que llegó a «la centrifugadora de Madrid» con solo 20 primaveras, «sin contactos y sin lucir un apellido de relumbrón».

El hermano de Lourdes, Manu y Txema se fajó desde la adolescencia para poner su granito de arena en la economía familiar. «Trabajó cargando cajas de vino en un garito de San Sebastián que es propiedad de un vicepresidente de la Real Sociedad y que se enteró de que Iván había estado allí por este libro», detalló Bolaño. Una anécdota que sirvió al autor para destacar la capacidad del protagonista para adoptar un perfil bajo, casi para ser invisible.

Además de esa habilidad para elegir el momento exacto en el que hacerse presente, el autor atribuyó cuatro características principales al exfontanero de Sánchez. Es «trabajador», de los que «a las 5.30 horas ya está mandando mensajes»; «persistente» hasta que logra el objetivo en el que cree; «competente» a través de un minucioso proceso de análisis de datos, y «consecuente», porque todo tiene un límite y «lo que no puede ser, no puede ser».

Precisamente porque nada es infinito también están claras las lindes de la relación entre un asesor y un presidente. «El que toma las decisiones es el que manda y mi papel es que tenga en cuenta mis aportaciones», aseguró Iván Redondo. En los últimos años, han abundado las voces que aseguraban que Pedro Sánchez no bailaba ni una pieza sin que su ya exasesor tocara la música.

Tampoco eso habría conllevado, sobre el papel, grandes tragedias, porque «Iván es capaz de presentar varios escenarios, algo muy útil cuando se olvida que el rival también mueve las fichas», señaló Bolaño. Vamos, que quien diga que el presidente «era una marioneta, o lo hace por mala fe, o es gilipollas», sentenció el autor del libro. De que el oponente también quiere ganar tuvieron noticia en marzo vía Murcia los Ábalos, Bolaños, Santos Cerdá o Lastra.

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