El inicio del curso político está siendo más problemático de lo esperado para el Gobierno central y, más en particular, para su presidente, Pedro Sánchez, y para su partido, el PSOE. En plena ronda de negociaciones con las demás fuerzas políticas para elaborar los Presupuestos estatales de 2022, el Ejecutivo, y en especial la parte socialista del mismo, se está encontrando con dificultades no previstas y que descubren su debilidad y precariedad parlamentaria y los problemas que necesitará sortear para sacarlos adelante. Pero lo que de ninguna manera esperaba encontrarse en este inicio de curso político han sido las dos recientes derrotas en el Congreso en temas aparentemente menores a cuenta de sendas iniciativas de los dos partidos nacionalistas canarios presentes en la Cortes, CC y NC.
Las dos formaciones isleñas, con solo un escaño cada una en el Congreso, Ana Oramas y Pedro Quevedo respectivamente, y en el caso de CC uno en el senado, Fernando Clavijo, han amargado a Sánchez las primeras sesiones parlamentarias potsveraniegas y los prolegómenos de la negociación presupuestaria. Sendas enmiendas nacionalistas, una por cada uno de estos partidos, a proyectos de ley que el Gobierno esperaba tramitar sin mayores dificultades y sin necesidad de exponerse políticamente, han supuesto sin embargo dos sonoras derrotas en el Congreso en apenas tres semanas.
Y, más allá de la relevancia de los temas, han sido dolorosas para el Ejecutivo y su presidente porque se han convertido en noticia de alcance nacional porque constituían la segunda y tercera ocasión, respectivamente, en que la mayoría gubernamental mordía el polvo en la Cámara tras haberlo hecho por primera vez hace justo un año a cuenta del decreto del uso del superávit por parte de los ayuntamientos.
En concreto, el Gobierno se ha visto superado como consecuencia de las iniciativas de CC y NC en dos proyectos de ley que tenían pendiente su tramitación desde hace meses: el de medidas de ayudas al sector cultural y de carácter tributario por la covid, y el de reforma de la Ley de Cadena Alimentaria.
Una enmienda de Clavijo en el Senado a la primera de ellas, sobre los alquileres de las tiendas en los aeropuertos, logró primero el apoyo mayoritario en la Cámara alta hace dos semanas y fue respaldada también por casi todas las fuerzas políticas cuando tuvo que ser ratificada por el Congreso, en este caso con el apoyo de Unidas Podemos pese a ser el segundo socio del Gobierno.
La propuesta de Quevedo para blindar la singularidad del plátano en sus condiciones de comercialización acaba de ser aprobada en la Comisión de Agricultura de la misma Cámara, que tiene competencias legislativas plenas y que por tanto no tiene que ser ratificada en el pleno, aunque ahora debe pasar al Senado.
En ambos casos, el Gobierno ha tratado de minimizar efectos políticos sumándose de alguna manera al apoyo parlamentario mayoritario para cada una de esas enmiendas nacionalistas. La de Clavijo logró que Aena se vea obligada a rebajar el precio de los alquileres de las tiendas y restaurantes de los aeropuertos como consecuencia de la reducción del tráfico de pasajeros durante la pendemia. Si en el Senado la propuesta sólo fue rechazada por el PSOE y el PNV, la votación posterior en el Congreso sumó el voto vasco, mientras que los socialistas, para no quedarse solo en su rechazo, optó por la abstención.
Tensiones en las Islas
En el caso de la enmienda de Quevedo sobre el plátano, los dos partidos del Gobierno, los únicos que la rechazaron, adujeron que su voto en contra fue «un error» y pretendieron sin éxito repetir la votación para apoyarla. El PSOE expresó luego de manera pública su respaldo a la forma en que la singularidad del plátano, en cuanto a sus condiciones de comercialización, queda asegurada en la ley de Cadena Alimentaria. Oficialmente, por tanto, los socialistas no consideran que ese votación la perdieran y ya han manifestado que no plantearán cambios cuando el proyecto se tramite en el Senado, a sabiendas en todo caso que la enmienda tiene asegurado el apoyo del resto de formaciones.
Los dos casos de nuevas derrotas del Gobierno como consecuencia de iniciativas de CC y NC no implica en absoluto una estrategia concertada entre ellos sobre estas materias, pese a que en ambos casos han respaldado la del otro. Pero sí denota hasta qué punto algunos elementos de la agenda canaria causa entre ellos más complicidad que entre, por ejemplo, NC y el PSOE.
La negativa de los socialistas ha asumir las reclamaciones de los plataneros ha originado un nuevo episodio de malestar en el partido que preside Román Rodríguez, y de tensiones en el seno del Ejecutivo canario. El nuevo roce se suma al que se ha venido produciendo durante los últimos meses a cuenta de la modificación del REF por las ayudas al cine hecho en Canarias, aunque finalmente esto se resolvió tras una tensa reunión en julio con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y una enmienda introducida por el PSOE en el Senado recuperando definitivamente el 80 % de diferencial fiscal para el sector en las Islas.
Pero desde NC se interpreta que, pese a ser socios de gobierno en las Islas y tener firmado un acuerdo en el Congreso sobre la agenda canaria para la legislatura, la comprensión de muchos de los asuntos canarios sigue siendo deficiente por parte del Ejecutivo central. Es algo que Quevedo está poniendo sobre la mesa en el inicio de las negociación de los Presupuestos para 2022. Primero lo hizo la semana pasada en su reunión con el jefe de gabinete de Montero en Hacienda, Carlos Moreno, e incidirá en ello en la que mantendrá en los próximos días con el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños.
El episodio de la enmienda sobre el plátano no ha hecho más que demostrar que las visiones y planteamientos sobre algunos asuntos canarios pueden dificultar dicha negociación.
