El Jardín de Aclimatación de La Orotava, también conocido como Jardín Botánico de Puerto de la Cruz, es una joya vegetal que pone al alcance de sus visitantes más de mil especies de árboles, flores y plantas de los cinco continentes. Un espacio de 20.000 metros cuadrados, ubicado en el municipio portuense, que además de ser un atractivo turístico de primer orden, completa su labor con la investigación y salvaguarda de la biodiversidad canaria.

La instalación tiene ya 233 años de historia y su nacimiento surge en el siglo XVIII vinculado a la necesidad de cultivar en una zona más cercana al continente europeo especies vegetales, originarias de los territorios coloniales, que tenían un interés económico. El clima de Tenerife resultó perfecto para esta misión y se decidió instalar en la isla un espacio que cumpliera esta función.

Más de dos siglos después, el jardín, –que gestiona el Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA), que depende de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca del Gobierno canario–, sigue sorprendiendo a sus visitantes gracias a especies subtropicales que rara vez pueden verse al aire libre en esta parte del globo. Sus plantas exóticas constituyen un gran atractivo por su floración o por el porte que han alcanzado muchos de sus árboles centenarios, como el que ejerce el que se ha convertido en emblema del jardín, una higuera procedente de la isla Lord Howe, cerca de Australia.

Alfredo Reyes, director del Jardín de Aclimatación de La Orotava, explica que además de su faceta turística, –la instalación registraba antes de la pandemia unos 250.000 visitantes anuales–, este espacio cumple con otra función determinante, la conservación. «Tenemos un banco de semillas de especies autóctonas», que tienen un interés científico o aplicado, ya que sirven como alimento para el ganado. Cuenta además con uno de los herbarios más antiguos de las Islas, que incluye 47.000 pliegos con ejemplares de la flora canaria y de la región macaronésica.

La investigación es la tercera pata de este proyecto y su personal científico centra sus líneas de estudio en el conocimiento de las especies arraigadas en el territorio canario, así como en la restauración de habitad degradados, como una herramienta para luchar contra el cambio climático. Otra rama de investigación analiza las diferentes especies introducidas que pueden convertirse en invasoras y amenazar los ecosistemas. «Nuestro trabajo es reconocer qué especie entra y realizar una alerta temprana», señala Reyes, que ve como reto principal del Jardín Botánico finalizar las tareas de ampliación de la superficie de plantación y abrir al público el nuevo edificio que funcionará como centro de visitantes.