La madre de Eléne Habiba, la niña maliense que murió en Gran Canaria en marzo tras ser reanimada de una parada cardiorrespiratoria en el mismo muelle de Arguineguín, asegura que la otra hija que la acompañaba en la patera, Aichetou, de tres años, le da fuerzas para seguir, aunque confiesa que todavía ha sido incapaz de decirle lo que pasó.

«Me resulta muy duro y difícil recordar todo lo que ha pasado, pero al mismo tiempo tengo que buscar las fuerzas para seguir, sabiendo que lo que Dios ha hecho, hecho está. Sin embargo, esta sensación y este dolor no se le quita nunca a una madre. La fuerza para seguir me la da la pequeña que todavía me pregunta: '¿Mi hermana cuándo viene?’ Yo le digo que sigue en el hospital», relata.

Este testimonio forma parte de la entrevista que Massa, de 30 años, ha concedido a la Cadena SER. En ella explica el dolor que aún siente, su preocupación por los cuatro hijos que dejó atrás, en Mali, los duros días en los que no sabía dónde estaban sus hijas Eléne y Aichetou y suplicaba a la Policía que la llevaran con ellas y el agradecimiento que siente por España por cómo la han tratado desde que llegó a Gran Canaria.

«No tengo palabras suficientes para dar las gracias a España. Estoy día y noche agradeciendo a la sociedad española por la solidaridad y por su empatía. El entierro que dieron a mi hija fue todo un gesto», explica conmovida.

La muerte de Eléne Habiba Traoré, de 18 meses, en su quinto día en el hospital conmocionó hace unos meses a la sociedad española, que días antes se había quedado impactada por las imágenes captadas por Efe y Reuters en la madrugada del 16 al 17 de marzo en las que se veía cómo dos sanitarios de la Cruz Roja se desvivían por devolverla a la vida sobre el asfalto del muelle de Arguineguín, recién desembarcada del buque de Salvamento Marítimo que socorrió a la patera en que viajaba, tras pasar varios días sin agua durante la travesía.

El estado en que llegaron muchos de los ocupantes de esa barca era tan precario, que los más graves, varios de ellos niños, fueron derivados con toda urgencia y sin identificar al hospital, mientras que aquellos que mejor estaban eran trasladados al Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE) de Barranco Seco, desde donde Massa se desvivió durante tres días por intentar hacer entender a la Policía que viajaba con dos niñas, sus hijas, que estaban entre los evacuados al hospital.

«En los primeros cuatro días estuve desesperada explicándole a la Policía, de todas las maneras que podía, que tenía dos hijas en el hospital y que quería saber cómo estaban, que quería verlas y no me dejaban. Hasta que una mujer preguntó por mí y me aclaró que mis hijas estaban en el centro sanitario. Le dije que estaba ansiosa por verlas, que no podía más y me llevaron al hospital. Al llegar, el médico me explicó que Eléne estaba muy mal, que le quedaban unas dos horas de vida. Fue horrible», rememora Massa.

Y continúa: «A cualquier madre con sentimientos le tiene que afectar lo que yo he vivido. A veces pienso que la muerte de mi hija generó conciencia y solidaridad. Lo pienso por animarme y ser positiva, pero cuando me acuerdo de todo lo que sufrió mi hija, de los últimos momentos de su vida, eso es lo que más me duele».

Massa tiene constantes palabras de elogio para los trabajadores de la Fundación Cruz Blanca, la institución humanitaria que la ha acogido desde que llegó a Canarias, y tampoco se olvida de Paula y Miguel, la pareja de sanitarios de Cruz Roja que reanimaron a Eléne aquella noche en el muelle de Arguineguín.

«Vinieron a verme un hombre y una mujer. Ella me dijo que era la chica de la foto, aunque yo nunca he querido ver esas fotos ni esas imágenes. Nos visitaron e, incluso, ella nos trajo un regalito para Aichetou. Les estaré siempre agradecida por todo lo que hicieron», se emociona.

Massa recalca que sigue adelante y pide ayuda para encontrar «cualquier trabajo digno» con el que pueda enviar dinero a sus hijos en Mali, pero también confiesa que aún no ha superado lo ocurrido.

«Anoche mismo volví a soñar con la patera y temblaba. Sigo soñando con el viaje, me siento como si estuviera ahí. En realidad, es una auténtica pesadilla porque despierto asustada, siento que se rompe la patera», relata la mujer.

En la patera en la que viajaban Massa y sus dos hijas murieron nueve personas durante la travesía, entre ellos tres niños.