La crisis de la covid-19 ha sumido en la pobreza extrema a 149.000 canarios. En 2019, el último año antes del estallido de la pandemia, había en el Archipiélago menos de 84.000 personas en situación de pobreza severa, que es el término utilizado en las instituciones comunitarias. Aunque se trata de un número considerable, esos 83.982 ciudadanos solamente representaban un 3,9% de la población, el porcentaje más bajo desde 2011, cuando la tasa de pobreza severa también era del 3,9%. De hecho, el triste récord se había establecido en 2017, cuando la ratio de isleños en graves dificultades socioeconómicas se disparó hasta el 13,6%. Así pues, en 2019 la Comunidad Autónoma ya había conseguido reducir la incidencia de la pobreza extrema a una cuarta parte de la registrada en 2017. Un notable progreso social y económico en apenas tres años. Pero irrumpió el coronavirus. En 2020, el Año I de la pandemia, el porcentaje de canarios al borde de la exclusión social subió hasta el 10,7%. Casi se triplicó en un año, o más bien en nueve meses y medio, ya que el estallido de la pandemia en España no se produjo hasta mediados de marzo, cuando se decreta el estado de alarma nacional. Nueve meses en los que las 83.982 personas en pobreza severa que había en 2019 se incrementaron hasta 232.827. Son 148.845 más, una subida del 64%.

El repunte del número de personas que sufren penurias en la región, destapado ayer por el Instituto Nacional de Estadística en su Encuesta de condiciones de vida, es la punta del iceberg de una crisis que, de nuevo, ha castigado a las Islas con especial saña. El Archipiélago es la Comunidad Autónoma en que más creció en 2020 la pobreza severa, que de acuerdo con la metodología de la estrategia Europa 2020 es donde se encuentran quienes sufren cuatro o más de las siguientes situaciones: no poder permitirse una lavadora, no poder tener un televisor, no tener para un teléfono, no poder pagar un coche, no tener dinero para una comida de carne o pescado al menos cada dos días, no poder mantener una adecuada temperatura del hogar, no tener margen para afrontar gastos imprevistos, sufrir retrasos en los pagos de la vivienda o de las compras a plazo y/o no poder disfrutar ni siquiera de una semana de vacaciones al año. En esa delicada coyuntura están once de cada cien canarios.

Esos son quienes lo están pasando muy mal –en muchos casos extremadamente mal–, pero la pandemia también ha aumentado sobremanera el número de canarios en riesgo de caer en esa situación, esto es, el número de canarios en riesgo de pobreza o exclusión social. Antes de la irrupción de la covid-19 hasta un 35% de los isleños estaba al borde de la pobreza, ya de por sí uno de los porcentajes más altos del país. Ahora ya son un 36,3%, una tasa solo inferior a la de Extremadura (38,7). En otras palabras: los 753.700 canarios que estaban en riesgo de pobreza o exclusión antes de que el coronavirus sacudiera el planeta ya son 789.900, la friolera de 36.200 más. ¿Cómo es posible que los ciudadanos en pobreza extrema se incrementen en 149.000 mientras los ciudadanos en riesgo de pobreza o exclusión social solo crecen en 36.200? Pues porque la crisis se ha cebado más si cabe en las personas y familias que ya estaban pasando dificultades antes de la pandemia, es decir, en personas y hogares que estaban en riesgo de pobreza o exclusión y que han caído ahora en la pobreza extrema. Canarios que, en definitiva, han ido de mal a peor. En muchos casos trabajadores de baja cualificación que sobrevivían en la economía sumergida y que tras el cero turístico no encuentran donde ocuparse.

La Encuesta de condiciones de vida también muestra que el Archipiélago es la Comunidad Autónoma, junto con Navarra, donde más sube el porcentaje de ciudadanos que tienen dificultades para llegar a fin de mes. Los trabajadores que se han quedado en paro, los asalariados en suspensión de empleo y en general el deterioro del mercado laboral y del tejido empresarial –y la consecuente caída de los ingresos familiares– tienen al 16,8% de los isleños –17 de cada cien o casi dos de cada diez– pasando estrecheces a fin de mes. En 2019 eran el 11,3% de la población, 5,5 puntos menos. Han pasado así de 243.300 a 365.600, un sensible incremento del 50%.