La portavoz de la ONG Caminando Fronteras, Helena Maleno, reclamó este miércoles más medios materiales y recursos humanos al Gobierno español, así como una mejor coordinación entre el Ejecutivo de Pedro Sánchez y el Reino de Marruecos, para realizar con más eficacia los rescates de las personas migrantes que intentan llegar a la Unión Europea desde África y naufragan. Para Maleno, resulta fundamental actuar ya en este ámbito si no se quiere que, a final de este año, se llegue a la cifra de 4.000 fallecidos en las diversas vías migratorias que llegan a España desde el continente africano. Maleno informó este miércoles de que, entre el 1 de enero y el 30 de junio, hubo 2.087 víctimas mortales en las rutas argelina, del Mar de Alborán, el Estrecho y la Canaria. Dicha estadística supone un incremento del 526 por ciento respecto a la del mismo periodo del pasado ejercicio. En todo el 2020 hubo 2.172 fallecidos.

La inmensa mayoría de las muertes de los migrantes en su camino hacia la Unión Europea se producen en la Ruta Canaria, en la que, según el análisis efectuado por dicha ONG, perdieron la vida 1.922 seres humanos en 57 naufragios en la primera mitad del 2021. En la vía por el Mar de Alborán murieron 93 migrantes en nueve accidentes marítimos. De los salidos desde Argelia perecieron 36 en cuatro naufragios. Y en el Estrecho se perdió el rastro a 36 personas en nueve accidentes.

Para Maleno, las citadas cifras «son terribles y tristísimas»; las peores desde que existe registro por parte de su organización no gubernamental. La tragedia ha sido protagonizada por ciudadanos naturales de 18 países, entre los que figuran, por ejemplo, Mali, Guinea, Costa de Marfil, Marruecos, Pakistán, Sri Lanka o Yemen. Entre las víctimas mortales figuran 341 mujeres y 96 niños.

Por meses, en enero hubo 326 muertes; en febrero, 324; en marzo, 132; en abril, 422; en mayo, 418, y en junio, 465. Un 95,83 por ciento de los cuerpos no han aparecido y sus familias carecen de respuestas sobre lo que pudo ocurrir.

En opinión de la portavoz de Caminando Fronteras, los datos reflejan con claridad la peligrosidad de la llamada Ruta Canaria, tanto por las características de la navegación como por la fragilidad de las embarcaciones utilizadas, que desde el mismo momento de la partida carecen de las mínimas condiciones de seguridad. Maleno advierte del aumento de la elección de lanchas semirrígidas o neumáticas (del tipo zódiac) para intentar alcanzar el Archipiélago canario. Según la activista, estas son muy usadas en las vías del Mediterráneo, pero resultan muy peligrosas para el Atlántico. De hecho, del conjunto de alertas por naufragios registradas este año, un 33 por ciento proceden de usuarios de «neumáticas».

En el caso de otros barcos, como las pateras de madera o los cayucos de fibra, la ONG atribuye sus problemas a que pueden estar hechos con «materiales malos» o se les rompe el motor. En otras ocasiones, los migrantes se enfrentan a otro riesgo muy importante, como es que quienes llevan el timón no tienen experiencia alguna en la navegación en mar abierto.

A juicio de Maleno, «cada vez hay peores condiciones en los rescates» y la última crisis diplomática hispano-marroquí, que se escenificó durante la entrada masiva en Ceuta el pasado mes de mayo, ha tenido un impacto negativo en las intervenciones de emergencia para salvar la vida a quienes se hallan en apuros. Para la representante de dicha ONG, se aprecia una clara «dejación de responsabilidades» e, incluso, ha habido casos en los que la Marina marroquí no ha acudido a intentar ayudar a personas cuya embarcación estaba a punto de hundirse. También hizo mención a la falta de coordinación entre los servicios marroquíes y los españoles. En otras situaciones, –dijo– existen actuaciones «negligentes» donde hay fallecidos. Por ejemplo, se puede dar el caso de que una embarcación de Salvamento Marítimo vaya a intentar ayudar a los ocupantes de un barco y, cuando están a punto de llegar, aparece un recurso del Reino alauí, por lo que la embarcación española se retira. Para Maleno, hay que garantizar que se salvan todas las vidas posibles y que no se deja en el mar a ninguna persona.

Para la ong, en los 15 días posteriores a la crisis hispano-marroquí hubo 480 migrantes desaparecidos o fallecidos. Según la ONG, en ese momento, Marruecos dejó salir a mucha gente en condiciones deficientes, como lanchas neumáticas de segunda mano, «que se rompían o desinflaban». Y, además, los rescates se hacían sin coordinación. En esas semanas situó Maleno una intervención que se saldó con 17 muertos. Acudieron los medios españoles, que se retiraron cuando todo estaba bien para que actuara la Marina marroquí, y después se contabilizó dicha cifra de víctimas mortales.

Según Maleno, por parte de España hacen falta más medios aéreos en estas tareas de localización y auxilio, pues en la actualidad no se cubre de manera eficaz el objetivo de salvar vidas.

La ong también respalda la campaña impulsada por el sindicato CGT de Salvamento Marítimo, denominada «Más manos, más vidas», por la que solicita más personal para las bases del Archipiélago. En esa línea, Caminando Fronteras estima que resulta prioritario que se produzca una reunión urgente, «de alto nivel», entre varios departamentos del Gobierno de España, por ejemplo los ministerios de Migraciones, Interior, Transportes (de quien depende Salvamento Marítimo) o Exteriores (clave en las relaciones con otros países), con el objetivo de reducir las cifras de muertes y desapariciones actuales, mediante el establecimiento de directrices y órdenes claras al organismo de rescate y a los profesionales de la Guardia Civil.

Protección internacional

Muchas de las personas fallecidas en la Ruta Canaria son ciudadanos de Mali. Maleno recordó que este es un país que sufre un conflicto bélico, por lo que los migrantes originarios de dicho estado tienen derecho a solicitar protección internacional en España. También cree oportuno que los estados apuesten por la identificación del mayor número posible de las personas que fallecen en su viaje hacia Europa, así como que sean más claros y transparentes con las familias de las mismas. Maleno anunció que en una semana tiene previsto presentar al Gobierno español una serie de recomendaciones para que las víctimas mortales reciban en el país un entierro digno.

El sacerdote José Antonio Benítez, colaborador de Caminando Fronteras, recuerda que, cuando a una familia se le muere un ser querido, hay un proceso natural de duelo, pero que en el caso de los desaparecidos se produce un dolor suspendido, que genera «impotencia, miedo o culpa» por no hallar a sus seres queridos. Advirtió de que, según su experiencia, quienes esperan noticias sufren problemas de salud, tanto psicosomáticos como mentales, donde «el acompañamiento es fundamental» durante el tiempo que dura la angustia.

Benítez lamenta que por parte del Gobierno español no se haya hecho nada por establecer puntos de información para los familiares de los migrantes que consiguen llegar o no a las costas del país, por lo que ahora cualquier proceso de identificación de los fallecidos o supervivientes depende de la buena voluntad de las ong, las administraciones o los funcionarios; «y aún así es muy complejo».

Sin protocolos ágiles

En opinión del sacerdote, no existen protocolos ágiles de identificación de los migrantes fallecidos y de información a sus familiares. «Todo es muy lento», y se prueba sobre la marcha, para ver «si sirve o no», comenta José Antonio Benítez.

El enfermero y sociólogo Teodoro Bondyale cree que dichas personas «son asesinadas; y no es una metáfora». Estima que hay que utilizar el término «asesinato», pues se las envía a realizar una ruta peligrosa, «pero no se las ha provisto de los medios suficientes». Por ejemplo, no se les ofrecen chalecos salvavidas y muchos de ellos no saben navegar ni nadar. Criticó que estas personas no pueden acceder a las rutas legales, «fundamentalmente, por ser pobres y a eso no hay derecho». En su opinión, «lo raro es que no se dé más y nos preocupa que» el incremento de las tragedias «se normalice».

Entierros

Bondyale planteó la necesidad de determinar quién entierra a los muertos, quién paga el proceso y quién oficia el acto. Además, el enfermero y sociólogo considera importante que se respete el derecho de muchos musulmanes que mueren en la travesía hacia Europa a ser enterrados en la tierra, como establece el rito de su religión. Y es que la normativa aplicada en la inmensa mayoría de los cementerios municipales no permite tal acción, sino que la inhumación se lleva a cabo en nichos. Así ocurrió, por ejemplo, con los 24 cadáveres de subsaharianos que fueron localizados en un cayuco a casi 500 kilómetros al Suroeste de El Hierro a finales de abril. Dichos cuerpos fueron enterrados en nichos de los cementerios de Igueste de Candelaria y el de Santa Lastenia, en Santa Cruz de Tenerife.

Momificados

Bondyale advirtió sobre la cantidad de cayucos que son rescatados cerca de la isla de El Hierro, síntoma de que los migrantes se arriesgan a salir cada vez más al Sur. «Algunos de esos cayucos se pierden en el Atlántico, otros incluso aparecen en el Caribe, con sus ocupantes casi momificados. Acaba de pasar y no es nuevo. Ha ocurrido antes. Lo preocupante es que lo estemos normalizando», manifestó el citado colaborador de la ong de Maleno en el Archipiélago.

Los peores datos desde el 2007

Caminando Fronteras hace siete años que recibe alertas sobre desapariciones de personas migrantes en sus viajes por mar hacia la Unión Europea. Las cifras de este primer semestre del 2021 son las peores desde el 2014. La ong liderada por Helena Maleno atiende avisos sobre barcos que están en riesgo. Las llamadas las efectúan las mismas personas que van a bordo o sus familiares. La entidad atiende las peticiones durante las 24 horas y las alertas se comunican a los servicios de rescate españoles y marroquíes para que acudan a salvar esas vidas lo antes posible. Después, la organización realiza un seguimiento a quienes acaban en centros hospitalarios, en centros de acogida e, incluso, a los que fallecen para poder informar a sus seres queridos.