«A todas las personas que un día abandonaron sus hogares en busca de una vida mejor, huyendo de la guerra, buscando la libertad o la prosperidad que merecen». Este es el mensaje que plasma la placa que el pasado domingo colocó la Asociación de Malienses de Tenerife junto a los nichos de 15 de los 24 cuerpos que fueron rescatados del mar a bordo de un cayuco localizado a la deriva al sur de El Hierro el pasado mes de abril.

La comunidad maliense quiso el pasado domingo rendir homenaje no solo a las personas fallecidas que fueron localizadas, sino a las más de 60 que viajaban en aquella embarcación, de la que solo tres pudieron sobrevivir. Para ello, la placa incluye también los nombres de once de las personas desaparecidas en esta tragedia: Mamadou Camara, Sacko, Aly, Sékou Sylla, Cissé, Abache, Fadiala, N’famori, Fousseni y Djibril.

Han podido ser recopilados gracias a la ayuda de uno de los tres supervivientes, Moussa, que ha ayudado a la asociación a ponerle nombre a los fallecidos «ante el silencio de las administraciones». Sin embargo, el colectivo desconoce si los nombres colocados en la placa corresponden o no con el de las personas que están allí enterradas o con las que desaparecieron en el mar, por lo que exigen a las administraciones un trato digno para ellos.

El presidente de la Asociación de Malienses de Tenerife, Buba Konate, ha criticado que en los enterramientos, –15 en el cementerio de Santa Lastenia y el resto en el cementerio de Candelaria–, no se haya respetado el rito musulmán, que requiere que las personas sean enterradas en el suelo, en contacto con la tierra, y no en nichos como se ha realizado.

En la placa conmemorativa también se rinde un homenaje «a todos los que han perdido la vida en el camino» y se desea un buen viaje «a todos los que seguirán emprendiendo estas rutas».

La tragedia del cayuco localizado a la deriva en El Hierro el pasado 26 de abril es la mayor que ha vivido Canarias desde que el 14 de febrero de 2009, el naufragio de una patera se cobró 25 vidas en Lanzarote. Los supervivientes han calificado la travesía como «un infierno», ya que los ocupantes del cayuco se hicieron a la mar con menos de un litro de agua por persona para una travesía que, como mínimo, les llevaría cinco días.

El cayuco partió de Mauritania el 4 de abril con más de 60 personas a bordo. Estuvieron 18 días a la deriva, abandonados a su suerte en medio del océano Atlántico y la escasez de agua llevó a algunos de los ocupantes a beber del mar.

Los supervivientes se veían obligados a tirar por la borda a los ocupantes que fallecían, no sin antes quedarse con su ropa, para luchar contra el frío por las noches.

Sin embargo, llegó un momento en el que los ocupantes ya no tenían fuerzas para arrojar a los fallecidos fuera de la embarcación y por eso en el momento en el que se localizó la embarcación a la deriva, los supervivientes compartían el espacio con 24 cadáveres.

Las autopsias determinaron que las muertes se produjeron entre una semana y un día antes de que el cayuco fuera avistado por un helicóptero, a punto de perderse en medio del Atlántico.